La verdad de las superbacterias que mutan en el espacio para hacerse (más) fuertes
A principios de 2023, la SpaceX de Elon Musk recibió el encargo de destruir la Estación Espacial Internacional (EEI) para cuando haya terminado su misión. La idea es que una nave la empuje hacia la desorbitación, condenándola a su quema según entre en la atmósfera. Sin embargo, pequeñas partes pueden resistir y caer –teóricamente, sin riesgo– sobre la Tierra. ¿Esas partes podrían contener bacterias (de vuelta) desde el espacio? Muy improbable, pero no imposible.
- En 2014, un estudio en la revista PLoS ONE revelaba que el ADN bacteriano puede sobrevivir al despegue de un cohete y su reentrada en la atmósfera. Oliver Ullrich y Cora Thiel (Universidad de Zurich, Suiza) destacaban entonces cómo sus plásmidos –ADN, no bacterias vivas como tales– se habían mantenido viables ante la hipergravedad, la extrema radiación, el frío y el abrasador calor de la reentrada.
- Lo de 2014 no se puede considerar vida. Es decir, que sepamos, no ha ocurrido que una bacteria haya sido enviada al espacio, haya mutado y haya regresado a la Tierra fortalecida, como contamos en este capítulo introductorio de Tampoco es el fin del mundo. El estudio de Zúrich da pistas de que, en realidad, podría ocurrir. Pero la vida es algo más complejo que unas moléculas de ADN. Sin embargo, ¿qué pasaría si esas supuestas bacterias mutantes no se esconden en la superficie de la nave, sino que están a resguardo, en el interior, junto a astronautas, por ejemplo?
- Diez años después, la Estación Espacial Internacional ha sido escenario de cómo la vida se abre paso ante las condiciones más límites. Un experimento probó a principios de año que unas muestras de bacterias multirresistentes a antibióticos estaban mutando en el espacio. 13 cepas de Enterobacter bugandensis se habían vuelto “genética y funcionalmente distintas en comparación con sus contrapartes terrestres”, apuntaba el investigador de la NASA Kasthuri Venkateswaran. Acaban de publicar más detalles en un estudio pendiente de revisar por otros colegas. No son las únicas:
Las cinco villanas detectadas:
Microbacterium mcarthurae
Microbacterium meiriae
Microbacterium meiriae
Arthrobacter burdickii
Leifsonia williamsii
Sigue en newtral.es/findelmundo todos los episodios de Tampoco es el fin del mundo o suscríbete en iVoox, Apple Podcast o Spotify
Bacterias del espacio: de amenaza para la salud de astronautas a esperanza para nuevos tratamientos
La EEI es un entorno único y estanco para experimentar. No sorprende que, ante algo tan extremo, las bacterias busquen la manera de adaptarse. Desde la NASA explican que “al profundizar en la dinámica microbiana en entornos extremos, esta investigación abre las puertas a medidas preventivas efectivas para la salud de los astronautas”.
Se sabe que las formas de vida más básicas cambian en el espacio y que tienden a evolucionar, muchas de ellas, para hacerse fuertes. Por ejemplo, la Salmonella typhimurium cultivada a bordo de la misión STS-115 del transbordador espacial mostró una mayor virulencia en un modelo de infección de ratones.
La Escherichia coli cultivada en la EEI se adaptó para crecer en concentraciones más altas ante el antibiótico gentamicina en comparación con las muestras de la Tierra.
- Los astronautas de la EEI, en general, tienden a mostrar más marcadores genéticos de resistencia a los antimicrobianos en su saliva cuando regresan de sus misiones. El microbioma de la superficie de la EEI (básicamente, bacterias de restos de piel caída) muestra marcadores de resistencia ante 17 medicamentos. Los habitantes de la estación se pueden volver particularmente vulnerables a bacterias tras su paso por el espacio.