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El Gobierno desdeña el debate entre Rivera e Iglesias

"No lo vi" o "no entero" fue la forma en que dos altos cargos del Gobierno intentaron escabullirse para no opinar sobre qué les pareció el debate del domingo entre Albert Rivera y Pablo Iglesias en el programa Salvados. Pero, para no haberlo visto, tanto en Moncloa como en Génova se hizo un análisis del enfrentamiento, de los temas que se trataron, de los errores cometidos por los protagonistas y de la atención que suscitó para más de cinco millones de espectadores. Sobre si lo vieron Mariano Rajoy o Soraya Sáenz de Santamaría, la respuesta es "ni idea". El jefe de gabinete del presidente, Jorge Moragas, contestó a qué le pareció el debate con otra pregunta: ¡Ah!, "¿pero fue un debate?"

Cara a la galería, la consigna ha sido despreciar la discusión por no atenerse al formato clásico de un debate electoral. La conclusión del Gobierno es que fue "un concurso" en el que los contrincantes compitieron "para ver quién es el ayudante de Pedro Sánchez tras el 20 de diciembre". La estrategia sigue pasando por ningunear a Rivera e insistir en que el próximo presidente solo puede ser el actual o el líder del PSOE.

Con la coletilla de "por lo que me han contado", desde el Ejecutivo se defienden los mismos argumentos que el vicesecretario Pablo Casado había usado por la mañana. Esto es, destacar que defendieron propuestas que ya están aprobadas y en vigor, como la prohibición de condonar deudas a los partidos, o vincular las pensiones al IPC aunque este haya sido negativo. Para destacar algunas contradicciones, sobre todo de Rivera, no se disimuló que se había analizado a fondo la web de Ciudadanos y hasta imprimido alguno de sus apartados.

"Eso es cosa del responsable de campaña" fue la excusa para no decir qué debates está dispuesto a aceptar Rajoy. Nadie quiere decir si se avendrá a hacer uno con todos los candidatos o solo con Sánchez. La excusa formal es que el jefe del Ejecutivo debe debatir "con quien tiene posibilidades de ser presidente", con lo que siguen reduciéndolo a un enfrentamiento exclusivamente con el líder de los socialistas.

Más o menos lo mismo que Casado había afirmado este lunes, aunque con el añadido de que "no habrá una silla vacía" y de que el partido tendrá representación "en todos los debates a los que se nos invite pero tenemos que ver qué persona va a cada uno y en que foros o debates la presencia de Rajoy es más oportuna". Nadie admite temor a enfrentarse con los cabezas de cartel de los dos partidos emergentes. En Moncloa se llegaba a asegurar que Rajoy "se atreve absolutamente a todo como candidato".

La nueva semana negra sufrida por el PP, con el enfrentamiento entre José Manuel García-Margallo y Cristóbal Montoro como plato fuerte, se da por superada. "La semana pasada, pasada está", aseguraba un miembro del Ejecutivo que habla del encontronazo entre los ministros, la dimisión de Arantza Quiroga y el anuncio de Cayetana Álvarez de Toledo como "un cúmulo de circunstancias" en el que todas "tienen una explicación individualizada". El empeño es negar que se trate de una crisis provocada por las malas perspectivas o la debilidad del liderazgo de Rajoy. La forma de taparla, destacar que casi todos los presidentes y la dirección del partido estuvo el sábado en Toledo en el acto de balance de la legislatura y se hicieron una foto "que vale más que mil palabras".










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