Los héroes cotidianos que preservan la historia de la tecnología (sin hacer ruido)
"Yo siempre he sido un emprendedor, sobre todo en publicaciones impresas. Cuando regresé a Silicon Valley, donde crecí, me compré un Mac Plus que eliminaba muchos de los pasos que tenía que seguir para imprimir una revista. Pensé que esto era muy similar a lo que sucedió cuando las innovaciones de la máquina de Gutenberg fueron mejoradas hace 500 años por impresores como Aldo Manucio, a quien se atribuyen los libros pequeños y asequibles".
Quien cuenta esto es John McLaughlin, un emprendedor de la vieja escuela que, tras viajar por medio mundo, regresó a su California natal con una tarea: dejar por escrito la crónica de esa revolución que se estaba viviendo en el Área de la Bahía de San Francisco.
McLaughlin y otros historiadores se están encargando de preservar la memoria de Silicon Valley. Un lugar que ha sido (y sigue siendo) el escenario de un antes y un después en la historia de la humanidad, lleno de relatos increíbles e inventos que han cambiado de manera radical nuestras vidas y nuestro planeta.
Ahora, gracias a libros y páginas web, conocemos muchas de esas historias, pero hace 25 años, cuando McLaughlin comenzó a recopilarlas, "no se había hecho ningún esfuerzo para registrar las motivaciones o experiencias de los emprendedores e inventores que estaban creando esta revolución de la información".
McLaughlin es el presidente de la Silicon Valley Historical Association. Durante sus cinco lustros de trayectoria (fue fundada en 1991), la organización ha publicado libros, producido documentales o filmado entrevistas con los personajes más ilustres de la tecnología. La intención es cubrirlo todo (ciudades, personajes, compañías...) y hacer un paralelismo con una época que al responsable de la asociación le parece de igual relevancia: el Renacimiento europeo.
McLaughlin empezó su labor investigadora por una razón de peso: "La gente empezaba a morir. Nadie se había sentado con ellos y les había preguntado: '¿Cuál fue tu motivación? ¿Qué te llevó a comenzar? ¿Por qué hiciste esto?'. Así que arranqué con la premisa de preguntarles sobre sus primeros pasos".
Para la asociación trabajan numerosos historiadores por todo el mundo. También contribuyen técnicos de lo audiovisual, aunque a veces hay mucho de casero. "Mi esposa se está convirtiendo en una camarógrafa bastante experta", dice McLaughlin. No pueden permitirse un equipo profesional de rodaje.
McLaughlin, de 67 años, recuerda cómo en el instituto, "cuando le decía a la gente que iba a empezar un negocio, todos eran muy optimistas, porque todos habíamos crecido con la idea de empezar un negocio". De ese ambiente no se dio cuenta hasta que dejó la bahía y vivió en Europa: "Regresé a Silicon Valley con la idea de comenzar a montar negocios. Pensé: 'Este es el lugar para estar'".
Con 13 años ya se paseaba por su vecindario de Palo Alto ofreciéndose para limpiar ventanas, e incluso llegó a fichar a otros cinco chicos como ayudantes, aunque resultaron ser un desastre. Con 15 montó un grupo musical que tocaba en las fiestas de hermandad de la Universidad de Stanford. Ya con 25, fundó una compañía de exportaciones que editaba una revista de 'marketing' internacional, con oficinas en San Diego y Londres. Con 34 creó otro magacín sobre el condado de Lane, en Oregón. Hasta llegó a tener un negocio de café 'gourmet' en Palo Alto.
Durante sus años de estudio, el propio concepto del emprendimiento se ha visto alterado: "Ser un emprendedor hace 25 años, incluso hace 15 años, no era un buen trabajo. Mucha gente no sabía lo que significaba". Tenía unas connotaciones negativas para muchos, “excepto en Silicon Valley”.
Ahora esta historia de pequeños empresarios la están protagonizando, tal como lo ve McLaughlin, inmigrantes, gente que no se ha criado en la zona y que viajan atraídos por el clima laboral o la posibilidad de recaudar dinero: "Quizá el 90 por ciento de los emprendedores en Silicon Valley ahora mismo no crecieron allí. Vienen del Medio Oeste de Estados Unidos, de China, de la India…"
La asociación ha publicado varios libros, documentales y audioreportajes. Hay libros de fotografías que recorren la historia del lugar desde que el ferrocarril, el telégrafo o la Universidad de Stanford (ubicada en Palo Alto) abrieran una nueva etapa. También, un DVD con una entrevista de 1994 a Steve Jobs, realizada por la asociación y que se puede adquirir comentada por sus más cercanos o en bruto. En ella, el cofundador de Apple habla sobre los riesgos de ser emprendedor y de sus propias experiencias. Incluso cuentan con un audio y un vídeo de la última entrevista al músico Jerry Garcia, líder de la banda psicodélica Grateful Dead, que vivió en Palo Alto cuando se desarrollaba una explosión cultural y tecnológica.
Quizá su canal de YouTube sea uno de los puntos más interesantes de su trabajo, ya que en él se encuentran fragmentos de esas entrevistas. Hay declaraciones del inventor del ratón, Douglas Engelbart, o del fundador de Netscape, Jim Clark, entre otras muchas joyas para el recuerdo.
Pero McLaughlin y su grupo no son los únicos que se dedican a investigar el pasado de Silicon Valley. También lo hace, por ejemplo, Leslie Berlin, que se muestra especialmente interesada por la historia de la innovación y de las compañías tecnológicas.
Empezó a estudiarlas a mediados de los 90, cuando se doctoró en la Universidad de Stanford con una tesis sobre la historia de la industria de los semiconductores. Ahora sigue en Stanford, en los Silicon Valley Archives, donde se guardan numerosos materiales sobre el origen y el desarrollo de la zona, disponibles para investigadores y curiosos. En estos archivos se pueden encontrar diarios, solicitudes de patentes, fotografías, grabaciones de discursos, entrevistas… Una auténtica mina de relatos.
Berlin ha publicado un libro que recoge parte de esa investigación. ‘The Man Behind the Microchip’ es una biografía de Robert Noyce, coinventor del microchip y cofundador de Intel, uno de los primeros gigantes en un Silicon Valley todavía en pañales, y Fairchild Semiconductor, la compañía de la que salieron él y otros pioneros para fundar Intel.
Su labor investigadora también se ha plasmado en colaboraciones periodísticas. Ha contado cómo se creó Silicon Valley gracias a Intel y Fairchild, la historia de Apple o el nacimiento de las ‘startups’. Ahora sus esfuerzos se centran en la preparación de un libro sobre el Silicon Valley de los 70, cuando Apple o Microsoft daban sus primeros pasos, y compagina todo esto con su trabajo como asesora para documentales o comisaria de exposiciones sobre el tema.
Según explica Berlin, "la gente ha intentado entender cómo funciona el valle casi desde su comienzo. Durante décadas, los visitantes han llegado tratando de encontrar la ‘salsa secreta’ de la región". Su impresión es que en los últimos años ha aumentado el interés por la historia de Silicon Valley, a pesar de que allí, irónicamente, casi todo lo que sucede está centrado en el futuro.
Al igual que hay colecciones dedicadas a la cultura judía o a la eslava, en la biblioteca de la Universidad de Stanford se conserva una colección sobre los ordenadores de Apple que comenzó a fraguarse allá por 1998, cuando los trabajadores de la firma de la manzana mordida entregaron a la institución documentos recopilados durante más de una década. De muy diversa procedencia (hay desde disquetes hasta camisetas promocionales), estos objetos permiten conocer mejor la historia de los ordenadores Macintosh, incluso en sus fases iniciales.
Pioneros en los 90
Berlin y McLaughlin fueron pioneros en los años 90, pero no fueron los únicos. En los albores de la Red, los propios internautas se preocuparon de recopilar esa memoria apenas registrada. La web NetValley ya intentaba recoger, en agosto de 1995, la historia de Silicon Valley y de la propia internet. Con un diseño antediluviano, en ella podemos encontrar un mapa rudimentario de las ciudades de la bahía o el relato de los tiempos en que aquella zona atraía a otro tipo de emprendedores, los que, enfermos por la fiebre del oro, iban en busca del preciado metal al cercano condado de El Dorado.
La labor de estos héroes cotidianos sigue adelante. De la atracción por las pepitas al reclamo del dinero virtual, la región ha sido siempre un imán de innovaciones y conocimiento. Una auténtica metáfora del éxito. Por suerte para todos, unos pocos se dedican a estudiar su fascinante historia para que no caiga en el olvido. Ellos también merecen ser recordados.
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Las imágenes son propiedad, por orden de aparición, de Silicon Valley Historical Association (1, 2, 3), Jitze Couperus, John McLaughlin, Leslie Berlin e Intel Free Press