El sector vitivinícola descorcha la innovación para sobrevivir al cambio climático

Abc.es 

Las altas temperaturas, los periodos prolongados de sequía y los fenómenos meteorológicos extremos, como las lluvias torrenciales o el granizo, se han convertido en un quebradero de cabeza para el sector vitivinícola . La alteración en los patrones de maduración de la uva derivada del calentamiento global provoca la obtención de frutos con una concentración de azúcares más elevada, aumentando el grado alcohólico de los caldos, lo que incide en su calidad. El impacto del cambio climático sobre uno de los cultivos estrella de nuestro país tiene en vilo a todos los agentes económicos implicados en la cadena de valor, que ya trabajan para adaptarse a la situación. Desde mantenimiento del suelo con cubierta vegetal hasta prácticas de eficiencia en el manejo del riego o recuperación de variedades antiguas, el reto de afrontar las condiciones actuales no pasa por una única solución, sino por la investigación de diversas alternativas y la adopción de las que resulten más convenientes en cada caso. A pie de viña la preocupación está a la orden del día. Uno de los efectos de la crisis climática es el adelanto de la fecha de la vendimia . «En la última década se ha notado bastante. Antes comenzaba a finales de septiembre o principios de octubre, mientras que ahora se está generalizando en la segunda quincena de agosto», comenta el responsable técnico del sector vitivinícola de la organización agraria Asaja, Jose Ugarrio, que añade que, como parte del proceso de adecuación realizado desde el campo, hay agricultores que, para compensar el repunte térmico, optan por la plantación de viña en latitudes donde era muy residual. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación prevé cerrar la campaña vitivinícola 2023/2024 con 32 millones de hectolitros de vino y mosto , un 21% menos respecto a la anterior y un 25% inferior comparado con el promedio de las últimas cinco campañas, debido a la larga sequía. A la tendencia a la baja de la producción nacional se suma que, de cara a los años venideros, las perspectivas son poco halagüeñas. Un reciente estudio publicado en la revista Reviews Earth & Environment advierte de que un incremento en la temperatura del planeta por encima de los 2ºC haría inviables un 90% de las regiones vinícolas costeras y de tierras bajas de España, Italia, Grecia y el sur de California para finales de este siglo como consecuencia de la acusada falta de precipitaciones y la frecuencia de las olas de calor . «El agricultor es consciente de que si no se adapta a la nueva realidad, quedará fuera del sistema productivo», sintetiza Ugarrio, de Asaja. Por este motivo, el colectivo lleva a cabo prácticas acordes a las circunstancias de nuestro tiempo. Ante la escasez de recursos hídricos, por ejemplo, se buscan fórmulas para maximizar la eficiencia. «El viñedo en su totalidad tiene riego de baja frecuencia. Se hacen estudios del tipo de suelo y, en función de eso, para aprovechar aún más el agua se determina la cantidad de litros precisada en una hora. También se entierran en el terreno los ramales portagoteros para que la evaporación sea mínima», detalla Ugarrio. Si bien los costes exceden a los del riego por gravedad empleado antaño, la transición no era opcional porque de ella dependía la factibilidad de la actividad. Desde Asaja hacen un balance favorable del nivel de innovación del sector español, aunque lamentan la oportunidad perdida con los fondos Next Generation, que «se han difuminado en otros estamentos y no han llegado directamente al agricultor». Piden, en este sentido, una mayor implicación de las administraciones. Además de las actuaciones en torno al manejo del riego, entre las estrategias orientadas a lograr una producción de calidad en viñedos ya existentes se incluye el mantenimiento del suelo con cubierta vegetal . «A pesar de que hay cierta competencia de las plantas herbáceas con la vid por el agua, es una herramienta de protección contra la erosión y la escorrentía. Que no sea tierra arada, sino suelo estable es muy positivo para el cultivo y el medioambiente, sobre todo en un contexto de diversidad extrema de comportamiento del clima como el que estamos viviendo», explica José Miguel Martínez Zapater, director del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV), instituto mixto del CSIC, Universidad de La Rioja y el Gobierno de la Rioja. Subraya la importancia de que la cubierta, que ayuda a disminuir el efecto invernadero a través de su capacidad como sumidero para fijar CO2 atmosférico, se ajuste a las condiciones climáticas y a los suelos de cada zona. En el marco de proyectos europeos como Vitisad , en el que ha participado el Gobierno de la Rioja a través de investigadores del ICVV, se estudian aspectos como la influencia de las fechas de poda en los estados fenológicos de la vid. Otra de las técnicas aplicadas son los acolchados orgánicos, que consisten en la cobertura del suelo alrededor de las plantas de vid con materiales como paja, compost u hojas, que ayudan a conservar la humedad y reducir los requerimientos de riego. Para futuras replantaciones, con una visión a medio y largo plazo, también existen distintas opciones encaminadas a adaptarse a las condiciones climáticas . Martínez Zapater indica que hay muchos ensayos orientados a ampliar la diversidad de los portainjertos utilizados, esenciales para la captación del agua, así como a la selección clonal, que permite mejorar variedades que ya están establecidas en el mercado. «En España es muy importante la variedad Tempranillo y Garnacha. Si queremos que sigan dando lugar a buenas producciones y vinos de calidad, necesitamos que se adapten poco a poco a las nuevas condiciones, es decir, a tener menos agua disponible, a las olas de calor, a madurar con temperaturas más altas… Esto requiere mejorar las variedades sin que cambien sus características básicas y para eso sirve la selección clonal », expone. Los avances conseguidos en las tecnologías de secuenciación de genomas y de caracterización de marcadores moleculares están contribuyendo a dicho fin. La Red Vitis Climadapt , en la que participan entidades públicas de I+D+i de quince comunidades autónomas y cuenta con la colaboración de viveros, bodegas, denominaciones de origen, así como fundaciones y asociaciones que aportan la visión del sector privado, tiene entre sus líneas de trabajo los programas de selección clonal, que se han llevado a cabo en Andalucía, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Madrid, Navarra, Rioja y Valencia. Desde la industria se investiga, asimismo, en la recuperación de variedades antiguas. «Algunas quedaron desfasadas porque no llegaban a madurar en los ciclos de cultivo que había anteriormente y ahora, con mayores temperaturas, maduran más rápido», comenta el director del ICVV. De acuerdo al Registro de variedades comerciales en el registro de variedades comerciales de vid, en 2002 eran 151 y ahora han alcanzado ya las 244. Familia Luis Cañas es uno de los actores españoles situados en primera línea de la recuperación varietal, área en la que atesoran una década de experiencia. Se trata de una labor muy exhaustiva, que consiste en localizar en los viñedos antiguos cepas de variedad desconocida o que siendo conocidas tienen alguna singularidad. «En la agricultura industrial se han descartado variedades en beneficio de unas pocas que eran las más adecuadas según los criterios productivos, lo que ha provocado que queden solo cuatro o cinco clones de algunas variedades. En España hay un cultivo enorme de Tempranillo, pero un porcentaje altísimo es de un puñado de clones, situación que representa una amenaza porque cualquier desajuste derivado del clima o de las plagas puede perjudicar la permanencia de dicho cultivo al no haber variabilidad genética», subrayan desde la empresa, que ha detectado 55 variedades en sus viñas viejas, algunas de las cuales destacan por su adaptabilidad al cambio de condiciones climáticas. El grupo bodeguero Alma Carraovejas lidera LowpHWine, un proyecto de I+D+i que contempla los factores que pueden ayudar a controlar la subida de pH o minimizar la pérdida de acidez en vinos. «En viñedo tenemos en cuenta la influencia del varietal, considerando tanto la caracterización de variedades relictas (se dejaron de utilizar por dar escaso rendimiento o no madurar suficiente) como la repercusión de los portainjertos en la composición ácida de la uva, así como la contribución de los microorganismos del suelo en aspectos como la toma de potasio por la planta o la influencia de fertilización orgánica sobre el suelo y los equilibrios ácidos del fruto», asegura Eva Navascués, directora de I+D+i de la compañía. Durante la elaboración del vino , se enfocan en la caracterización y selección de especies de levaduras capaces de generar acidez durante la fermentación alcohólica, aspecto que vertebra el proyecto como línea troncal. Más allá de esta iniciativa, las variaciones asociadas al cambio climático han hecho modificar el planteamiento general de su viñedo. «Buscando viñedos con orientación norte, cambiando los sistemas de conducción del viñedo, de la espaldera dirigida, más expuesta a la insolación, a la conducción en vaso», sintetiza. A medio plazo, están ensayando nuevos portainjertos de vid, más adaptados a la sequía . «Hemos plantado bancos de biotipos de Tempranillo y Verdejo, procedentes de viñedos viejos, con el fin de buscar nuevos clones con aptitudes interesantes que nos ayuden a paliar el efecto del cambio climático», detalla. En un momento de eclosión de la inteligencia artificial, Navascués señala que en el sector permite la correlación simultánea de multitud de variables que de otra manera no podrían ser procesadas. «La empleamos –aclara– para determinar con antelación a la cosecha el rendimiento de uva producida . En los algoritmos intervienen variables y predicciones meteorológicas, histórico de las parcelas e índices agronómicos obtenidos a partir de imágenes de satélite». José Luis Benítez, director general de la Federación Española del Vino, pone en valor las ventajas que las nuevas tecnologías aportan al sector y que comprenden el uso de drones, el conocimiento en tiempo real, mediante imágenes, del estrés hídrico de la planta… Beneficios que redundan, por un lado, en la utilización más razonable de los recursos y, por otro, en la predictibilidad a la hora de aplicar tratamientos fitosanitarios, por ejemplo. «Este tipo de soluciones se aplican en la actualidad e irán a más», afirma Benítez. Las grandes empresas, que cuentan con personal especializado, son las más concienciadas con la necesidad de incorporar la innovación , si bien Benítez matiza que hoy en día se ofrecen soluciones adaptables a tamaños pequeños, por lo que no es tanto una barrera económica, sino una insuficiente difusión del conocimiento. Entre las asignaturas pendientes, señala que, debido a la atomización del sector, muchas veces falta coordinación. «Desde la Federación hicimos en 2018 un plan de adaptación del viñedo al cambio climático , que estamos actualizando para compartirlo con las administraciones públicas en septiembre. El propósito es poner negro sobre blanco los problemas, cuantificar cómo se puede ayudar y dar ideas de medidas específicas que se canalicen a través de mecanismos existentes como la Intervención Sectorial del Vino», dice el director de la Federación, que afirma que mantienen un diálogo fluido con los organismos públicos. Desde el sector privado, Grupo Agrovin ha diseñado tecnologías para minimizar los estragos del clima en este emblema de la 'marca España'. Uno de sus sistemas, bautizado como Ultrawine Perseo , usa ultrasonidos de alta potencia y baja frecuencia para sacar el máximo potencial aromático y fenólico de la uva sin incrementar las temperaturas ni la presión. Su aplicación, además, anula los efectos en el desfase de la madurez de la uva provocados por el cambio climático, controlando el grado alcohólico y favoreciendo la calidad de la uva. Hasta ahora, más de 20 millones de litros de vino se han producido con esta tecnología, tanto en bodegas nacionales como internacionales. Comparado con el método tradicional de maceración, reduce hasta la mitad el tiempo y proporciona ahorros energéticos del 15%. El compromiso con la sostenibilidad no tiene marcha atrás. Bien lo saben en la Plataforma Tecnológica del Vino (PTV), asociación sin ánimo de lucro que impulsa la innovación como herramienta de mejora del sector, poniendo de acuerdo a entidades académicas y de investigación con bodegas, productores y otras organizaciones para que pidan proyectos consorciados de I+D. Uno de sus proyectos es Smartwinery , que involucra a la Universidad de Murcia, Productos Agrovin y Neuropublic. «Se basa en establecer una planta piloto que incorpore, a pequeña escala, tecnologías innovadoras en enología para que las vean los productores y puedan reescalarlas en sus procesos», sintetiza Mario de la Fuente, gerente de la PTV. Como botón de muestra del despliegue que se efectuará, cabe citar la sensórica aplicada al remontado (durante la fermentación, operación mediante la que se extrae el líquido por la parte inferior de un depósito y se añade por la superior) para avisar a los profesionales del nivel de oxígeno en el mosto y del momento en que se ha de realizar. También se probará un sistema informático que monitoriza distintas variables durante la fermentación y las analiza para la toma de decisiones. De las siete áreas de trabajo de la Plataforma Tecnológica del Vino (PTV), la de sostenibilidad y cambio climático es una de las que, año tras año, más proyectos mueve. Entre los que están a punto de concluir (en septiembre) destaca Novaterra, que trata de optimizar el uso de fitosanitarios en viñedo y en olivo. «Con tecnología como las imágenes satelitales, se elaboran mapas con índices NDVI que muestran el estado de la vegetación y el viñedo. Esa información se envía al tractor para que dé a cada planta la dosis que necesita », explica Mario de la Fuente. Los ensayos demuestran que con esta metodología se ahorra, de media, entre un 33% y 50% de producto, de agua y de energía para hacer el mismo tratamiento con la misma eficacia. El sector del vino, uno de los estandartes españoles por excelencia, brinda por la innovación para blindar su futuro en un entorno desafiante marcado por el cambio climático.

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