Una familia de héroes

Abc.es 
Ambición, orgullo, rebeldía, descaro, resiliencia, fe y, sobre todo, fútbol. Ni la aparición intimidatoria de Kylian Mbappé sin mascarilla , ni su facilidad inicial para superar a Jesús Navas, ni el tempranero gol de Kolo Muani, ni tampoco los constante abucheos a Cucurella por parte de los maleducados seguidores alemanes, mayoría en Múnich, arredraron a esta España versátil, solidaria, ganadora e ilusionante. Superadas Italia, Alemania y Francia, que pase el siguiente. Tocada por una varita mágica, con un adolescente como Lamine capaz de marcar en una semifinal el gol de la Eurocopa y de retar en la batalla al duro Theo Hernández , esta selección no deja de sorprender. Es capaz de divertir y golear a favor de corriente, de remangarse, de sufrir el asedio alemán hasta salir por la puerta grande de Stuttgart, y de crecerse ante su 'bestia negra' cuando la calurosa noche bávara amenazaba tormenta. Esta Francia solo había encajado un gol en el torneo, y de penalti, obra de Lewandowski, pero España le asestó dos en media hora y remontando . Colosal. Más allá del resultadismo que todo lo condiciona, hay que ponderar el enorme trabajo realizado en año y medio por Luis de la Fuente, que aterrizó con el único aval de sus éxitos en las selecciones inferiores y a quien se quiso guillotinar cuando España perdió en Hampden Park, en el segundo partido de clasificación para la Eurocopa. Y se metió en la final de la Eurocopa con Navas frente a Mbappé a solo unos meses de retirarse . El astro de Bondy es el rabioso presente, pero Jesusito de nuestras vidas representa el espíritu de Sudáfrica y hasta lesionado aporta. Palabras mayores. España llegó a esta Eurocopa casi de tapadillo para la opinión pública. Desde el baño a Italia se convirtió en la preferida de todos. Con permiso del gran Joaquín Sabina, sobran los motivos para el elogio, encendido y unánime. En tiempos de fútbol otra vez ramplón, táctico a decir basta, esta selección supone un soplo de aire fresco. Alejada por fin del yugo del toque y la posesión, es atrevida, profunda, rápida, vertical, enérgica, con una presión alta incómoda para cualquier enemigo. Y si toca replegarse, todos a la trinchera, sin galones. Es la única selección que ha ganado seis partidos y la que más goles ha marcado (13) . También es el equipo que ha ensayado más remates a puerta y, si se atiende al equilibrio, el que más balones ha recuperado. Venció jugando bien y también supo ganar en el alambre, como ante los anfitriones alemanes. De la Fuente dispone de un grupo joven, aunque el once inicial francés tenía una media de edad inferior, y sobradamente preparado. Está a un pasó de conquistar Europa y lo suyo es que explote en ese Mundial a dos años vista a Estados Unidos, México y Canadá. El preparador riojano heredó una selección irrelevante, eliminada por Marruecos en octavos de final de la Copa del Mundo de Catar y con Luis Enrique siempre en el foco, y ha forjado esa familia que se propuso desde el primer minuto. Unión y compromiso dentro, entusiasmo fuera. España es un país más de clubes que de selección y eso tiene mal arreglo, pero las excelentes audiencias demuestran que esta selección ha vuelto a enganchar a la gente y que su juego enamora. Antes del torneo, al aficionado medio le costaba encadenar los nombres de media docena de jugadores españoles. Hoy, en cualquier corrillo o tertulia de bar salen a relucir los Nico Williams y Lamine Yamal , representantes de la multiculturalidad de un país moderno, los pelos del jabato Cucurella, el temple de Unai Simón, el indetectable Dani Olmo y hasta los huevos de Nacho, con perdón. Quizá falte por apuntalar el eje de la zaga, aunque Pau Cubarsí viene pisando fuerte, y en este país siempre se le dará vueltas al '9', pero no es justo creer que lo de fuera siempre es mejor. Puede afirmarse, alto y claro, que España disfruta de un portero enorme, del mejor lateral derecho del mundo si está Carvajal, de un pivote inigualable como Rodri Hernández y de dos extremos que son la envidia de toda Europa. De la Fuente supo quedarse con lo mejor de Luis Enrique , con su columna vertebral, y apostó firme por esos pretorianos con los que ya ganó en las inferiores. Se advierte un grupo unido, solidario, de futbolistas con hambre de éxito y chavales majos, sin egos ni tonterías. Son como una cuadrilla. Uno para todos y todos para uno, en la celebración, en la dificultad y hasta en la lesión o enfermedad. Licencia para soñar a lo grande, ahora y en el futuro. Falta aún otra gran noche. Que no falte Raphael.

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