Así es la carabela portuguesa, la peligrosa medusa que ha obligado a cerrar varias playas de España esta semana

Abc.es 

Como cada verano, la visita a la playa es un hecho imperdible para muchos y también, como cada verano, esta escapada idílica puede verse truncada por la presencia de medusas , animales cautivadores por sus movimientos sinuosos y por su aspecto transparente y que son temidos por sus molestas picaduras . Esta misma semana se han activado varias alertas en la costa española por la presencia de ejemplares de la carabela portuguesa , que es considerada una de las medusas más peligrosas. Así, su presencia obligó a izar la bandera roja en la playa de Laga (Vizcaya) el pasado jueves y un día después, el viernes por la tarde, ocurrió lo mismo en las playas tarraconenses de Altafulla y Tamarit . Se da la circunstancia de que en esta zona de la Costa Dorada nunca había sido vista esta especie. Horas después, el sábado por la mañana, ya se ha vuelto a la normalidad tras asegurarse los socorristas de la zona que ya no había ejemplares. Protección Civil de la Generalitat hizo una advertencia a bañistas para prevenirlos de posibles picaduras de estos animales, que son muy parecidas medusas pero que técnicamente son otro tipo de organismos. Y es que al hacerlo suelen liberar una toxina que provoca una fuerte irritación y dolor pero puede ir más allá y derivar en problemas respiratorios o incluso paralizar órganos vitales y provocar la muerte. Se dice que, por su dolor, puede impedir que un afectado pueda nadar con normalidad para salir en busca de ayuda. La carabela portuguesa ('Physalia physalis' por su denominación científica) destaca por tener un color rosado, violeta o morado o con tintes azulados y por flotar en superficie. Además de su color, destacan porque una parte suya sobresale del agua, lo que las ayuda a moverse con el viento o las corrientes marinas. Otra de las cosas más vistosas de estos ejemplares son sus finos tentáculos , con los que atrapa a sus presas que pueden llegar a ser de más de 30 metros de longitud, aunque habitualmente no superan los 10 metros. Sus ejemplares más pequeños tienen menos dosis de toxina y, por lo tanto, son un poco menos peligrosas. Por lo general, suelen vivir en zonas de aguas cálidas y regiones tropicales y subtropicales como el Pacífico o el Índico, aunque en los últimos años también han sido vistas en el Atlántico, en buena parte por el aumento de la temperatura del mar. El año pasado, por ejemplo, fue detectada en el Cantábrico , obligando entonces al cierre de playas. Los expertos inciden en que ante su avistamiento lo más importante es evitar cualquier tipo de contacto y alertan con los riesgos que puede comportar intentar tocarla o alejarla con las manos, porque tienen tentáculos móviles muy largos que pueden llegar a alcanzar a los bañistas y sus cápsulas urticantes, ubicadas precisamente en los tentáculos, pueden liberar las toxinas peligrosas. Además, a veces pueden verse de manera esporádica pero es más frecuente encontrarlas en grandes bancos que pueden llegar a hacer sentir un acorralamiento a los propios bañistas. En su caso también hay que tener en cuenta que los tentáculos pueden seguir picando horas después de que la carabela esté muerta o separada del cuerpo principal. Además, lo mejor es que una vez uno esté a salvo acuda a un médico para consultar qué hacer. Esto es especialmente importante si el afectado nota alguna dificultad para respirar, dolor en el pecho o siente náuseas. Los socorristas de la playa pueden ser los primeros encargados en ayudar ante una situación así.

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