El vistazo más cercano al primer asteroide que la humanidad ha conseguido desviar

Abc.es 

El 27 de septiembre de 2022 la NASA hizo historia con la misión DART (siglas de Double Asteroid Redirection Test). Ese día, a 11 millones de kilómetros de nosotros, una nave del tamaño de un utilitario se estrellaba contra el asteroide Dimorphos, una 'luna' que gira como la nuestra en torno a otra roca más grande, bautizada como Didymos. El objetivo era demostrar que la humanidad posee la capacidad tecnológica de desviar un objeto espacial para, en caso de que uno de estos cuerpos amenace con chocar contra nosotros, podamos desviarlo y evitar fatales consecuencias (si no, que se lo digan a los extintos dinosaurios ). La misión no solo se limitaba al impacto: la sonda, a través de la cámara que llevaba a bordo (DRACO) recogió imágenes tanto de Didymos como de Dimorphos desde que los tuvo a tiro. Además, una pequeña nave espacial del tamaño de una caja de zapatos, LICIACube, grabó los momentos finales antes del impacto. Con toda esa información, este martes se publican cinco estudios en la revista 'Nature Communications' que revelan el vistazo más cercano al primer asteroide que ha conseguido ser desviado por la humanidad. El destino de DART, un sistema binario de asteroides, no fue elegido por casualidad. Este tipo de formaciones, configuradas por dos cuerpos, generalmente uno más grande y otro más pequeño que orbita sobre el primero, son bastante interesantes para la ciencia, ya que proporcionan valiosa información sobre la formación del sistema y su evolución. Son algo así como un sistema planetario en miniatura en el que sus dinámicas gravitatorias son fáciles de analizar. Es por ello que apenas un mes después del impacto, los científicos pudieron confirmar que Dimorphos había cambiado su trayectoria en 33 minutos , acortando su periodo orbital. Didymos y su luna Dimorphos, además, son de un tipo común de asteroide que flotan en el espacio cercano a la Tierra, lo que lo convierte en un objetivo especialmente valioso para la investigación. En el primer estudio , el equipo liderado por Olivier Barnouin y sus colegas del Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory (EE.UU.) analizó las características geológicas y las propiedades físicas de ambos objetos del sistema. Con una forma aplanada, como de pelota de rugby, y una extensión de algo menos de un kilómetro, las regiones polares de Didymos son rugosas, con grandes rocas y cráteres; sin embargo, en el ecuador, su superficie es más lisa. En comparación, Dimorphos, que apenas mide 150 metros de longitud, tiene una mezcla de piedras de diferentes tamaños, varias grietas y algunos cráteres. Los autores creen que Dimorphos se formó hace menos de 300.000 años a partir de material desprendido de Didymos (cuya antigüedad data en alrededor 12,5 millones de años) que se acabó uniendo por la fuerza de la gravedad. Aún así, ambos presentan poca cohesión, es decir, no son tan compactos como puede ser un planeta rocoso, sino que su estructura de puede 'deshacer' fácilmente. «Ambos asteroides son pilas de escombros muy débilmente consolidados. El efecto de marea gravitatoria sobre Dimorphos reconfigura periódicamente su estructura», explica a ABC Josep M. Trigo Rodríguez, líder del Grupo de Asteroides, Cometas y Meteoritos del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya (IEEC), quien ha participado en tres de los cinco estudios. «Podemos ejemplificar tales valores pensando en los esperados para una pila gigante de rocas afiladas recogidas en los Pirineos. Llevarlas todas al espacio en una gran caja, y luego quitarla. Exacto: obtendrás una pila de piedras enorme y desmenuzable. No muy diferente a un castillo volador de arena mojada», añade. Por otro lado, el equipo liderado por Naomi Murdoch, científica planetaria del Institut Supérieur de l'Aéronautique et de l'Espace (Toulouse), analizó en otro estudio las huellas de las rocas en la superficie del asteroide. Así, determinaron que la capacidad de carga de la superficie de Didymos -o lo que puede soportar el 'suelo' del asteroide sin hundirse- es considerablemente menor que la de la arena seca en la Tierra o la del suelo lunar. En otro artículo , Maurizio Pajola, del INAF-Astronomical Observatory of Padova (Italia) y sus colegas estudiaron el tamaño, la forma y los patrones de distribución de las rocas en la superficie de los dos asteroides. Descubrieron que en Dimorphos las rocas exhibían un patrón de tamaño que sugiere que se formaron en etapas, en lugar de todas a la vez, y fueron heredadas directamente de Didymos. Esto respalda aún más la hipótesis de que los sistemas binarios de asteroides pueden formarse a través del desprendimiento de material de un asteroide primario. Por su parte, Alice Lucchetti, también del INAF-Astronomical Observatory of Padova, explica en otro estudio que la fatiga térmica (la deformación o la rotura de materiales por variaciones de la temperatura) puede fracturar rápidamente las rocas en la superficie de Dimorphos, lo que puede marcar la primera observación de una fractura de rocas tan rápida (aproximadamente 100.000 años) por fatiga térmica en este tipo de asteroide (asteroide de tipo S). Finalmente, Colas Robin, del la Universidad de Toulouse, y sus coautores compararon en su trabajo la morfología de 34 rocas superficiales en Dimorphos (que van desde 1,67 a 6,64 metros de tamaño) con las de la superficie de varios otros asteroides formados también por escombros espaciales, incluidos Itokawa , Ryugu y Bennu (todos ellos famosos por haber sido visitados por naves espaciales e incluso haber recogido muestras que han vuelto a la Tierra). «Basándonos en las similitudes en la morfología de las rocas, y en comparación con los experimentos de laboratorio, sus hallazgos sugieren un mecanismo común de formación y evolución para estos tipos de asteroides», señalan los autores. Todos estos datos fueron recabados antes del impacto que, se sabe, cambió la forma de Dimorphos: uno de sus extremos se deformó tras la colisión , incluso provocando una eyección de material al espacio. Pero eso no quiere decir que estemos ante un cuerpo totalmente diferente: «Es importante conocer la forma, pero no olvidemos que Dimorphos es un gigantesco apilado de rocas cuya masa no cambia, tampoco su composición», señala Trigo. «El éxito del desvío de DART son excelentes noticias pero es un legado de todo nuestro conocimiento anterior sobre asteroides. Un puzle compuesto por cientos de fichas, como si fueran las páginas de un libro, para conocer el objeto y obtener la imagen global necesitamos un estudio detallado». Al rompecabezas de la misión DART aún le quedan piezas por encajar: la misión europea Hera, a cargo de la Agencia Espacial Europea (ESA) y que se lanzará el próximo mes de octubre, llegará a los dominios de Didymos y Dimorphos en 2026. Allí evaluará el estado del sistema tras el choque, revelando los cambios tras el impacto y cómo el paso del tiempo y la gravedad han afectado a ambas rocas. «Los efectos todavía perduran: algunos bloques todavía vuelan alrededor del sistema, si bien los efectos más relevantes han pasado. En cualquier caso, disponer de toda esta información preimpacto nos permitirá estudiar detalladamente las consecuencias con Hera», indica Trigo.

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