Carlos Camacho : «Hoy es más fácil meter en la cárcel a un guardia civil que condenar a un narcotraficante»
Carlos Camacho (Cañete de las Torres, 1951) fue durante años el jefe del grupo antidroga de la Guardia Civil en Córdoba , y estuvo destinado en el País Vasco durante los años de plomo . Con el seudónimo Karl de Kamora ha escrito, entre otros libros, varias novelas policíacas. Ahora recopila en 'Bienvenido al purgatorio', varias historias verídicas de operaciones destacadas del Instituto Armado. -¿De dónde surge la idea de este libro? -La idea surge del olvido que, en cuanto a difusión de sus actividades, ha tenido la Guardia Civil por parte de su dirección general o de la Administración . Y luego del olvido absoluto que sufren los guardias civiles retirados, que nunca han tenido un hueco en la institución a pesar de seguir vinculados administrativamente, porque nosotros seguimos siendo guardias civiles . Entendemos que somos una fuente de información muy rica que nadie ha utilizado, incluso desde el punto de vista pedagógico . De ahí surge la idea de transmitir experiencias y operaciones destacadas que quisieran contar guardias civiles retirados. La propuesta la hice en una asamblea de una asociación de veteranos de la guardia civil que tenemos en la provincia de Córdoba. Y hubo compañeros muy interesados en aportar sus experiencias personales. De ahí seleccioné trece historias relevantes y pertenecientes a distintas especialidades, algunas muy destacadas como la inundación del Tamarguillo en Sevilla, en 1961, o el paso por el País Vasco en los años de plomo. También hay una anecdótica y graciosa. -¿Cuál es? -Un cabo de la Guardia Civil encontró el cadáver de una vaca en Bujalance. Estaba a punto de salir del servicio y no sabe cómo eludir esa responsabilidad. Cree haberlo conseguido, y entonces aparece el karma , que le da una lección importante. -¿A qué se debe ese purgatorio del título? -Se debe a la primera historia, que se desarrolla en el País Vasco. Allí llega un joven cabo de la Guardia Civil, y cuando se presenta al comandante del puesto, para incorporarse a su destino, le dice: «bienvenido al purgatorio, el infierno lo conocerá cuando salga de servicio». -Usted además conoció en persona ese infierno. En el año 80, cuando más policías y guardias civiles morían a manos de ETA, estuve destinado en el País Vasco. En concreto en Bermeo , Vizcaya. Fueron años para no olvidar por la cantidad de compañeros y víctimas inocentes que murieron a manos de los asesinos . -¿Cómo era el día a día cuando cualquier Guardia Civil podía terminara siendo víctima precisamente de un atentado? Muy difícil. En el País Vasco la gente no aceptaba la presencia de la Guardia Civil, nos veían como invasores . Al llegar al acuartelamiento, una casa semi-céntrica, casi en ruinas, en el verano de 1980, ya hubo varios muertos en esos días ya que, naturalmente, teníamos que comer. Íbamos a restaurantes y, aunque teníamos formación en autoprotección, ETA terminó matando a compañeros allí. Esto nos obligó a recluirnos y reclutar a un compañero para que cocinara, librándolo del servicio, y así evitar riesgos al salir al salir a comer fuera. Tres o cuatro guardias civiles solían formar una cuadrilla que acompañaba a este cocinero cuando tenía que comprar los productos y que no tuviera que estar pendiente de la puerta. -¿Cómo se tomaban aquellos destinos las propias familias de la Guardia Civil? En el País Vasco vivían pocas familias, porque la mayoría de nosotros lo evitaban para que no tuvieran que vivir esa represión y esos miedos permanentes. Pero creo que lo pasaban mucho pero que nosotros, que al fin y al cabo vivíamos un día a día y estábamos en el frente, eludiendo en la medida de lo posible el riesgo. Pero las familias estaban ante el desconocimiento , que genera más miedo que estar frente al enemigo. -Fue jefe del grupo antidroga de la provincia de Córdoba. ¿Cómo ha visto evolucionar la lucha contra la droga? -Antes nos sentíamos muy apoyados por las administraciones públicas, y en concreto por el poder judicial . Éramos un equipo, trabajábamos en bloque. Perseguíamos el mismo fin, y eso se extendía a cualquier otro grupo de la Guardia Civil o uniformado. Hoy en día la legislación busca por una parte la seguridad jurídica , es cierto, pero por otra se ha hecho difusa, farragosa e impide que se proteja al agente que está actuando en la calle para defender los intereses de su pueblo. Comprobamos que hoy día es más fácil condenar a un guardia civil por actuar mal o por un error involuntario que meter en la cárcel a un traficante de drogas . A eso hay que unir la cantidad ingente de dinero que manejan los traficantes, y que llega a corromper a algunos individuos que están dentro de las instituciones. No se puede dejar desprotegidas a las fuerzas de seguridad del Estado o sembrar la desconfianza en sus actuaciones. -Ha pasado muchos años de su vida combatiendo a la droga, que sin embargo está cada vez más aceptada. Antaño generaba enormes reticencias entre la población. Hoy su consumo y distribución parecen generalizados y enorme su aceptación. ¿Cómo se enfrenta a este cambio social? -Lo que siento es impotencia y frustración , porque sobre todo, cuando se actúa contra los traficantes, se protege la salud pública , además de que se persiga un perjuicio fiscal en segunda instancia. Para nosotros, lo importante es quitar la droga de la calle para evitar que jóvenes inocentes e inmaduros caigan en sus redes. Ahora se ve normal que la rayita de coca en una noche de juerga esté presente en todos los círculos. Yo creo que a veces nuestra sociedad está siguiendo un camino de perdición , un rumbo sin timón. -Dentro de la selección de relatos verídicos, ¿hay algunos referido su paso en la jefatura antidroga de Córdoba? -He incluido una operación en la que detuvimos a dos autobuses llenos de los que llamamos culeros , es decir, gente que ocultaba droga en el estómago, la vagina o el ano. Los autobuses iban a Algeciras, de allí pasaban a Ceuta, donde cargaban la droga. No todos los pasajeros eran culeros, pero sí al menos 50 ó 60 de ellos . La razón de fletar esos autobuses era para hacer turismo y comprar ropa o menajes que en Ceuta resultaban más baratos. La empresa no sabía nada. Fue la primera operación de estas características que se hizo en España, y luego no recuerdo otra similar con tanta magnitud. -Comentó también al principio que dedica un episodio a la inundación del Tamarguillo. -Sí, fue una riada en Sevilla, que ya había sufrido en el siglo XX bastantes inundaciones. Pero en el año 1961 se desbordó el Tamarguillo y aquello fue catastrófico . Veinte jóvenes guardias civiles consiguieron salvar a más de cien personas en un acto heroico. -Estas historias podrían tener una serie si un productor estuviese avispado. -Estoy de acuerdo con usted. Estamos trasladando historia viva y contada directamente por sus protagonistas, sin deformación, ni interpretaciones, sólo hechos. Es pueblo español debería conocer a su Guardia Civil desde dentro.