Se juró amor eterno a sí misma, pero ahora tiene novio

Abc.es 
La boda se celebró el 11 de agosto de 2018. Rosa de Lima Benjumea tenía 40 años y decidió celebrar su cumpleaños (9 de agosto) casándose con ella misma, una tendencia denominada sologamia. El evento se convirtió en noticia a nivel nacional después de que lo avanzara ABC. «Recibía casi 800 solicitudes de amistad diarias y me llamaron de todos los medios, periódicos, radios y televisiones. Fue una locura». Atrás quedó la celebración por la que llegaron a reconocerla en todas las ciudades que visitaba, si no era así, ella lo contaba. «Me gusta crear contenido», dice bromeando . Seis años después, ha perdido la alianza que se puso ella misma y vive en pareja con Paco, un cordobés que sabe toda la historia. «He alcanzado la tranquilidad y así soy feliz». Rosa ha sido siempre muy inquieta y su trayectoria lo demuestra. Estuvo siete años viviendo en Ibiza trabajando en un restaurante, incluso se fue seis meses a Londres donde «éramos 14 durmiendo en el mismo piso». Ha viajado sola por muchos países pero en el que tomó conciencia de su propia temeridad fue en Marruecos. «Me vi perdida sin saber a dónde tirar y tuve la suerte de que me ayudó un joven del que después me hice amiga. Sola, sin internet, en un autobús en el que sólo había hombres. Pensé, cómo he llegado hasta aquí». Lo que más resalta de la personalidad de Rosa es lo tremendamente extrovertida que es. Su don de gente se ve en la primera palabra que cruzas con ella. Casi 1,80 de estatura y con un atractivo singular que sigue acompañándola en su agencia de viajes inaugurada en enero de 2023 a la que ella ha llamado 'La Agenzia', con 'z' tal como se pronuncia esta palabra en Arahal. Antes de hacerlo, fue trabajadora del sector durante años. La vida da tantas vueltas que a ella la ha traído de nuevo a la Avenida del Verdeo, número 14, a un local donde hace años estuvo la agencia de viajes Ecuador, en la que trabajó varios años creando una importante cartera de clientes, precisamente por su manera de ser. Y antes de esto, después de quedarse sin trabajo durante la pandemia de Covid (cerraron todas las agencias de viajes), entró en una fábrica de aceitunas donde estuvo dos años. Rosa no se arruga fácilmente ante las adversidades. De la boda dice que «aquellos días fueron tremendos, recibía, además de las solicitudes de amistad, mensajes de todo tipo preguntándome cómo me iba a casar sola. Entonces pensé, Dios mío de mi alma como se presente cualquier loco voy a montar el Belén», cuenta Rosa con el humor que la caracteriza. Vive en su pueblo, pendiente de sus padres que son ya mayores, de los que no tiene intención de retirarse. Paco, su pareja, llegó a su vida para darle tardes de paseos, comidas familiares y más amor de lo que ella misma pensaba . «Estaba segura de no ser una mujer de pareja pero ya ves. Lo conocí en una despedida de soltera durante el Covid y siempre bromeo y le digo que llegó a mi vida cuando no tenía ni gusto ni oído» y se ríe. «Ahora no busco tanto la felicidad como la tranquilidad, aunque una cosa llega con la otra. Por fin tengo paz mental». No obstante, de vez en cuando se monta en un avión con otros compañeros de agencias de viajes para conocer los países y rincones que después tiene que vender. Y vuelve a ser aquella joven que viajaba por el mundo, a la que le gusta cantar en reuniones, reírse y hacer reír. De la boda le quedan muchos y buenos recuerdos, porque decidió pasar de las críticas. Además la boda con ella misma dio hasta para una película. Está segura que Icíar Bollaín, actriz y directora de cine, se basó en su historia para la película 'La boda de Rosa' que se estrenó dos años después (2020) en los cines españoles. En ella cuenta la historia de Rosa (le pusieron hasta el mismo nombre a la protagonista), interpretada por Candela Peña, una mujer de 45 años que ha vivido siempre para los demás y decide cambiar y marcharse a su pueblo natal para casarse con ella misma. Una trayectoria de vida que ha necesitado mantener con el mismo objetivo: ser libre y hacer lo que se le antoja mientras no dañe a nadie. El día que se casó con ella misma, su familia y el grupo fiel de amigas la vistieron de novia, con un traje ibicenco con la espalda descubierta . La peinaron y cuenta que «me puse en el pelo unas flores blancas que mi madre tenía en un jarrón». así es ella. Guarda las fotos de todo el proceso, poniéndose la liga, saliendo de casa donde la esperaban las vecinas para aplaudirla, la celebración en el campo familiar, con catering incluido, flores, DJ, pulseras de regalo, su nombre en grande letras con luz propia y hasta un chef angoleño preparado para hacer de maestro de ceremonia que, por cuestiones inesperadas, tuvo que ser sustituido por Rafael, el hermano de Rosa, actor, profesor de inglés y con un sentido del humor tan excepcional como el de ella. «Fue muy emocionante y ese día dije que no se puede amar a nadie bien si no empiezas por ti misma. Lo sigo manteniendo, hay que valorarse». Este fue el objetivo para quien lo entienda y para quién no. Porque ella fue consciente en todo momento de que hubo gente que la insultó, que se metió con ella a nivel personal sobre todo por las redes sociales. Pero seis años después no se arrepiente de nada e insiste, «fue una fiesta de cumpleaños especial, cumplía 40» y, después de un desengaño amoroso tuvo claro que amarse y comprometerse con una misma es el mejor de los comienzos. Un año después de la boda tuvo otra de sus excéntricas ideas: bautizar al primer niño y celebrarlo. «Había pensado comprar un muñeco Reborn, de esos que parecen bebés de verdad» . Pero se quedó sólo en una idea, quizás pensando en que podía volver a liarla. De hecho, durante los últimos días, después de que en Asturias se hayan celebrado tres bodas de sologamia, la han vuelto a llamar varios medios. «He recordado esos días en los que me reconocían incluso paseando por Sevilla. Pero ahora estoy centrada en mi trabajo, es temporada alta, y en mi familia». Aún así, Rosa de Lima Benjumea lo dice con una socarrona sonrisa pensando quién sabe qué.

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