Abel Antón rememora los 25 años de su oro mundial en maratón por las calles de Sevilla

Abc.es 
Si veinte años no son nada, como cantaba Gardel, 25 tampoco lo son tanto. Hay recuerdos que permanecen intactos, sin que les afecte la pátina del olvido. Como si el tiempo, en efecto, no hubiese pasado. La memoria no olvida los lugares en los que se ha sido feliz y Abel Antón, sevillano de corazón , lo fue y mucho en la capital hispalense hace ahora justo 25 años. Aquella gesta sigue siendo inenarrable. El sábado 28 de agosto de 1999, cuando el Mundial de Atletismo que inauguró el estadio de la Cartuja agotaba ya sus últimos capítulos, el soriano le ponía el broche al campeonato ganando el oro en maratón. Un histórico título mundial, el segundo de su prodigiosa carrera tras el conquistado dos años antes en Atenas , que el atleta, acompañado de su familia y amigos, ha recordado este miércoles recorriendo las calles de Sevilla a bordo de un autobús panorámico de la empresa City Sightseeing. Así, en un tour guiado, ha repasado Antón los pormenores de aquella carrera, sus rivales, la estrategia que utilizó y cómo la ciudad, en pleno agosto todavía, se echó a las calles para llevarlo en volandas hasta el tartán que ya no existe del entonces llamado Estadio Olímpico, donde lo esperaban 65.000 espectadores . Fueron días de vino y rosas para Abel Antón desde que el 24 de agosto llegara a la capital hispalense y detectara ya la enorme expectación que había generado el maratón masculino y su sola presencia entre los candidatos al oro. De aquella experiencia en una Sevilla que soñaba aun con los Juegos Olímpicos , surgió un vínculo que ya es eterno entre el soriano y esta ciudad. Un nexo irrompible. Todo humildad, Antón, cada vez que habla de Sevilla, transmite un cariño sincero y verdadero. «Os agradezco a los que me habéis seguido tantos años porque vento siempre al Maratón de Sevilla . Soy presidente de honor de esta prueba, de cuyo éxito me enorgullezco, como sucede con la Media Maratón. Estoy aquí para recordar ese 28 de agosto de hace 25 años, cuando entré por esa puerta que da acceso al estadio . Casi me confundo ese día, pero no, lo había ensayado y sabía que tenía que entrar por ahí», comentaba Antón a modo de anécdota. «El Estadio estaba a reventar, con 65.000 espectadores. Fue un Mundial maravilloso. Había unas 200.000 personas por las calles de Sevilla esperando el maratón , con mucho ambiente y en torno a los atletas ya que habíamos ganado dos años antes el Mundial en Atenas. Así que llegábamos a Sevilla con muchas expectativas que luego se cumplieron con creces. Ganar un Mundial de atletismo siempre es especial, pero hacerlo además en casa es algo que sucede muy poquitas veces . De hecho, la última vez fue hace 25 años y por eso sigue siendo súper emocionante», admitía el soriano poco antes de arrancar el recorrido por las calles que conformaron el trazado de aquel maratón del 28 de agosto de 1999, que empezó a las 18.45 horas y se desarrolló bajo unas condiciones realmente extremas: 36 grados de temperatura y 50 por ciento de humedad. En los meses previos, el campeón del mundo se preparó a conciencia y a la hora de la verdad llegó mejor en mejor forma física que ninguno de sus competidores . Era otro atletismo, también muy competitivo. No estaba tan masificado en las pruebas comerciales ni, por supuesto, el maratón, la más dura de las especialidades, era aún heredad de los africanos, como en la actualidad. Antón corrió los cinco primeros kilómetros en 17.15; los 10, en 33.13; los 15, en 48.42; los 20, en 1:04.58; los 25, en 1:20.17; los 30, en 1:35.49; y los 35, en 1:51.34, para fijar un crono en meta de 2:13.36 . Siempre bien posicionado, yendo de menos a más, hidratándose bien y controlando en todo momento el grupo de cabeza, fue evidentemente quien mejor se adaptó a las condiciones. Y como mejor prueba de ello, su recta final, cuando en el kilómetro 37 superó al italiano Modica y el japonés Sato para ya encaminarse en soledad, pero animado siempre por los sevillanos que se agolpaban por las calles, hasta el estadio de la Cartuja, donde selló su segundo oro mundial . Una proeza que, de vuelta a Sevilla, la ciudad que siente como su segunda casa, el soriano ha repasado hoy recorriendo el camino de la nostalgia.

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