Sánchez adelanta el congreso del PSOE a este otoño en plena fractura por el cupo catalán
Las críticas se suceden dentro del PSOE y Pedro Sánchez mueve ficha. El secretario general socialista ha decidido adelantar el Congreso Federal de su partido a este otoño, con noviembre como la opción preferida, para reforzar su liderazgo interno, en un momento de parálisis legislativa, y, de paso, activar la renovación de las direcciones regionales. Algunas, como la de Aragón, le ha supuesto al presidente del Gobierno serios dolores de cabeza. Anoche, sin ir más lejos, la Ejecutiva Regional de Aragón aprobó un manifiesto crítico con el cupo catalán y la posibilidad de conceder a Cataluña una financiación privilegiada respecto al resto de comunidades autónomas de España. En este contexto, y tal y como ha adelantado 'The Objective' y ha confirmado este viernes Europa Press, Sánchez ha tomado la decisión de anticipar sus planes para renovar las federaciones del PSOE. En un momento delicado para el socialista, con las investigaciones judiciales a su entorno más cercano, su fragilidad parlamentaria y el runrún interno en sus filas por las concesiones al independentismo, Sánchez decide adelantar el Congreso Federal, máximo órgano del partido, a este otoño, pese a que el último se celebró en octubre del 2021 en Valencia y no habría necesidad de convocarlo hasta finales del año que viene. Con este movimiento, Sánchez toma la iniciativa antes de que pueda conformarse una alternativa interna y con tiempo suficiente para controlar los ritmos de la renovación socialista. Y es que tras el Congreso Federal, deberán sucederse los congresos de las distintas federaciones, donde el PSOE quiere meter mano para deshacerse de perfiles críticos y poner nuevos rostros en los territorios donde le ha ido mal electoralmente, como la Comunidad de Madrid o Andalucía. Sánchez aprovecha la coyuntura actual antes de saber si tendrá presupuestos o no, pero consciente de que cada vez es más evidente que su frágil mayoría en el Congreso se resquebraja. Junts sigue exigiendo que se aplique la ley de amnistía al prófugo Carles Puigdemont –el Supremo no lo contempla para el delito de malversación– y al Gobierno se le abren otros frentes como la amenaza de José Luis Ábalos –molesto con la auditoría de Transportes que lo señala en el caso Koldo– de empezar a votar en conciencia, y no en base a la posición que marque el PSOE, partido al que ya no pertenece tras ser expulsado, precisamente, por la detención de su antiguo asesor por el presunto cobro de mordidas por la venta de mascarillas durante la pandemia del Covid-19. A las dificultades externas, a las que habría que añadir a Podemos, cada vez más incómodo en su apoyo al Ejecutivo, se suman las internas. La investidura de Salvador Illa , que puede verse como el último gran éxito de Pedro Sánchez para desactivar al independentismo, es un arma de doble filo. A cambio, ha prometido una «financiación singular» que amenaza con quebrar la igualdad fiscal de los territorios de España y que ha puesto pie en pared a varias federaciones socialistas, como Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y, de manera más sutil, Asturias. Sánchez reunirá el lunes a la Comisión Ejecutiva Federal en Ferraz para aprobar la celebración de un Comité Federal el primer fin de semana de septiembre. Será ahí donde se sienten las bases del 41º Congreso Federal, que, todo apunta, se celebrará en noviembre en Sevilla. Precisamente en Andalucía, con Juan Espadas cuestionado, el PSOE tiene mucho terreno que recuperar ante el PP.