El Castillo de San Servando cumple 150 años como Monumento Nacional

Abc.es 
El 26 de agosto de 1874 el castillo de San Servando (o mejor dicho, sus restos) fue declarado Monumento Nacional , constituyéndose en el primer castillo de España acreedor de tal reconocimiento. Pero la razón de la distinción siempre fue más prosaica que estética: el terrible abandono secular que sufría, que había degenerado en su uso como polvorín, corral para guardar ganado, cantera para expoliar sus piedras para otras construcciones, etc. Dejadez y abandono inveterados e institucionalizados ( transitó por tristes y hueras tutelas de catedral, ayuntamiento…), que llegan a su cénit en 1873, cuando se decide sacar el inmueble a subasta por 3.500 pesetas, siendo salvado por la campana de su completa destrucción y casi segura desaparición, gracias a la intervención de la comisión provincial de Monumentos, auspiciada con más entusiasmo que medios por algunos amantes de Toledo entre los que destacó Santiago Camarasa , quienes impulsaron dicha declaración. De no mediar la declaración hubiera sido derruido y utilizado el terreno para cualquier uso, o simplemente convertido en el castillo privado de algún potentado que lo hubiera remozado y sacado a flote para uso privativo. La protección oficial patrimonial de 1874 no significó que se multiplicaran las inversiones en la ciudad en general ni en el castillo en particular, que tuvo en esa época como pequeños destellos palpables la reparación de la puerta del Sol en 1867, la reconstrucción de San Juan de los Reyes y el rescate de la mezquita del Cristo de la Luz. La declaración de San Servando vino acompañada por una fiebre de declaraciones también en Toledo : La puerta del Sol se declaró «Monumento Nacional Histórico y Artístico» por Real Orden de 13 de marzo de 1878. Un año antes, por Real Decreto de 1 de mayo de 1877, lo sería la Sinagoga del Tránsito. Todas traían causa de la Ley 9 de septiembre de 1857 y su artículo 161.La clave del arco de esas declaraciones radicaba en que las mismas tenían por primordial objetivo impedir la venta, y obligaban al Estado a realizar obras de conservación y restauración. La declaración de San Servado fue el pistoletazo a siete edificios más que se declararon monumentos nacionales en Toledo a lo largo del último tercio del XIX . Entre 1900 y 1936 se sumarán otros veintiocho. Fiebre que se convertiría en delirio con la orden de 21 de diciembre de 1921 del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, que otorgó la categoría de monumentos nacionales a las murallas, torres, puertas y puentes históricos de la ciudad, blindando monumentalmente la ciudad. De hecho, llegó a plantearse el declarar todo Toledo como Monumento Nacional , lo que hubiera implicado un inaudito blindaje con el pasado, tal como firma una carta de cinco de mayo de 1926 de la Casa del Pueblo de Toledo, que un siglo después se mantiene inquietantemente joven: «Llevar a la práctica tal proyecto en este País del expediente inacabable, es tanto como demorar indefinidamente toda clase de trabajos de construcción. Por otra parte, no siendo Toledo ciudad de grandes fortunas, ni de hombres espléndidos, serían irrealizables en su mayoría los proyectos estéticos que a los propietarios particulares impusieran las entidades oficiales, disminuyendo considerablemente el número de nuevas edificaciones y reparación de viejos edificios. Demora y disminución de los trabajos de construcción, serían pues, los efectos inmediatos de la declaración de Toledo Monumento Nacional. (…) En fin, declarar a Toledo Monumento Nacional sería calzarlo con la bota de hierro del chino, embalsamarlo en vida , extender la esquela mortuoria de la ciudad, momificarla. Con el corazón y la mirada en el porvenir, nosotros nos oponemos con un rotundo NO». Aquellas declaraciones colaboraron a la imagen que hoy aún perdura en Toledo de ciudad de postal, física o virtual, ya que las declaraciones ayudaron a contribuir a forjar la imagen estética paisajística, romántica y decadente de la ciudad tan acendrada en el imaginario del turista y del viajero, sin duda no carente de encanto . Pero lógicamente la otra cara es que también redundan en la imagen estática de la ciudad que, si bien concitan logros, a modo de hermosa y promocional pedrea en la lotería de las vanidades a las que somos tan proclives los humanos en general y los toledanos en particular, como el de 'la vista más hermosa del mundo' , no escapa a nadie que si rascamos un poco en la foto encontramos muchas venas averiadas y articulaciones oxidadas en modo de edificios ociosos, infrautilizados, cuando no directamente ruinosos. Son sombriamente esclarecedores los versos de Zorrilla de 'A buen juez mejor testigo', publicados originalmente en 1838: Más lejos se ve el castillo de San Servando, o Cervantes, donde nada se hizo nunca y nada al presente se hace.Gracias a la figura aún no suficientemente ponderada de Eduardo Lagarde Aramburo , «el arquitecto toledano más polifacético que haya existido nunca», según los grandes estudiosos y enamorados de Toledo José Luis Isabel y Enrique Sánchez Lubián , al fin nos ponemos manos a la obra. Lagarde fue arquitecto, militar, dibujante, cartelista, humorista gráfico, restaurador de la cúpula del Hospital Tavera, del internado para niñas huérfanas, conservador de las ruinas del Alcázar, responsable de la reconstrucción del Alcázar, San Juan de los Reyes, Santa Clara, la Concepción Francisca, el Hospital de Santa Cruz, San Lucas, San Miguel, la plaza de Zocodover y… de un castillo de San Servando, ya inexistente por dentro y a punto de estarlo por fuera sin más esqueleto que tres desbaratados lienzos de muralla, al que añade un colegio y donde actúa como mejor considera que demanda la ciudad y su personal ideal de restauración, ingeniándoselas para desabrochar los siempre férreos corsés de las opiniones enojosamente literales de la Dirección General de Bellas Artes, en su ingrato papel de cancerbero de la legislación patrimonial. Como indica Rafael del Cerro Malagón en uno de los artículos de ABC de la serie dedicada al castillo de San Servando, en 1943, con el aliento de la Academia de Cultura del Frente de Juventudes, se empieza alimentar la idea de atraer a Toledo a un alumnado rural alejado de la Enseñanza Media, a fin de instruirles y paliar la pérdida endémica de talento de la España de posguerra rescatando a alumnos brillantes, todo ello tamizado, obviamente, según el ideario falangista. El hasta entonces relegado castillo de San Servando era emplazamiento idóneo para la empresa. Propicio para integrar aulas, constituir un internado, supone un enclave pintiparado para cimentar un relato formativo compatible con el imaginario de Reconquista y Cruzada del régimen franquista. Un escenario simbólico aderezado por un fascinante pasado de monjes, guerreros, escritores, por el que habían desfilado armas y letras desde el Cid Campeador, Alvar Fáñez, pasando por Alfonso VI, hasta Zorrilla, Galdós o Góngora , solo podía aportarlo con cierta verosimilitud un lugar con una mística como la de San Servando. Concluida su gran reforma, entre los años 1945 y 1958, se convirtió finalmente en colegio menor . Como recuerda Rafael del Cerro Malagón, en su primer año acogió 230 alumnos: 80 internos, 50 mediopensionistas y 100 externos. Casi todos expedientes destacados becados por ayuntamientos, Diputación y Frente de Juventudes, no admitiéndose la continuidad en el centro cuando quedasen materias pendientes. Desde entonces ha tenido diversos usos y reformas públicas , que hay que destacar y dar su justo y relevante valor en una sociedad en la que cada vez se denuesta más lo público como sinónimo de caduco e ineficiente, que han imprimido a los muros y al alma de San Servando de una vida, una Historia llena de historias y un uso práctico y popular que le han salvado del destino, al que estaba abocado, de ser una ruina histórica más , si no de un simple recuerdo ajeno de foto antigua que amarillea. Adscrito actualmente a la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, fue primera y fugaz sede de las Cortes Regionales hasta su traslado al convento de San Gil, residencia universitaria hasta 1997, y albergue juvenil , uso actual, llegando a ser reconocido, entre otros galardones, como mejor albergue de España en 2021 , con el sello de excelencia Compromiso con sociedad y medioambiente REAJ y Hostelling International en 2023, o con el sello de Compromiso de Calidad Turística del Gobierno de España SICTED 2024. Aunque posiblemente el mejor signo de vitalidad y orgullo de este paraje y peaje milenario sea que, con un aforo de 94 plazas y 37 habitaciones, tan solo en 2024 haya sido lugar de paso y estancia de seres humanos de todas las regiones de España y países de todos los continentes , teniendo una demanda sostenida entre alta y muy alta durante todo el año, a lo que sin duda contribuye su singularidad y enclave estratégico en Toledo, tratando también de contribuir a la edad de plata cultural que vive la ciudad los últimos años colaborando con eventos como el Erato Fest, Candlelight, Moonjunefest, Toledo Ciudad Mágica , distintas presentaciones de libros… En suma, tratar de aportar un pequeño grano de arena al disfrute turístico e intelectual de cualquier persona que se acerque a una de las ciudades más hermosas y fascinantes del mundo como fue, es y seguirá siendo, si el tiempo y la autoridad lo permiten, Toledo.

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