Mbappé descorcha la botella
A 1 de septiembre, el Bernabéu rumia cuando su equipo se marcha al descanso con un empate sin goles frente al Betis. Hay ciertos pitidos en la grada, runrún que se palpa en el ambiente desde los primeros minutos. Otra vez ese Madrid aletargado, en el que la presión en campo contrario es una carrera individual de cada jugador como si estuvieran compitiendo en los 100 metros, en el que defienden siete y atacan tres , en el que los córners los saca Rodrygo y al que con bastante poco el rival se le presenta en su propia área. Este Madrid está tan raro como esos chavales que van a la piscina y a la playa con calzoncillo debajo del bañador. Tan raro como que un futbolista que te asegura cincuenta goles por temporada haya tardado tres partidos y medio para descorchar la botella . Mbappé ha necesitado catorce disparos a portería para inaugurar su cuenta realizadora, pero a ver quién es el guapo que le para ahora. Un doblete suyo evitó que Ancelotti se fuera al parón con la corbata más cerca de la nuez que del pecho . Eso no quiere decir que no tenga trabajo. Para empezar, el trabajo defensivo. Ancelotti logró convencer a la BBC que para ganar títulos había que bajar a defender. El histórico 0-4 al Bayern de Pep en Múnich no hubiera sido posible si Bale, Benzema y Cristiano no hubieran sudado corriendo hacia atrás. De momento, Vinicius, Rodrygo y Mbappé no muestran demasiada predisposición. Ellos sabrán. Es imposible en el fútbol moderno levantar trofeos si el 30% del equipo defiende con la mirad a . El Betis rompió el hielo en el Bernabéu con un cabezazo de Ruibal a los diez minutos. Remate por encima del larguero. No tuvo más llegadas de peligro en la primera mitad, pero tampoco sufrió. Solo los desmarques al espacio de Mbappé alteraban mínimamente los latidos de Pellegrini, que no es precisamente el entrenador más expresivo del mundo. Lo intentaba el francés por derecha e izquierda. También por el centro, pero siempre había una pierna de un bético de por medio para que su disparo no llegara a portería. Era cuestión de tiempo. La mejor del Madrid fue un cabezazo de Militao que le botó justo delante a Rui Silva. La detuvo en dos tiempos. Precisamente con Eder se entretuvo unos segundos Ancelotti durante la pausa de hidratación, pero estaba tan plano el partido que el aficionado quitó sus ojos del campo y los llevó al videomarcador 360. Allí estaba Belllingham, desde su palco privado, mandando un beso al madridismo . Su baja y la de Camavinga duelen como ese amor de verano que termina con la vuelta al cole. La gran novedad en el once de Ancelotti fue la entrada de Ceballos . Estuvo en la rampa de salida en los últimos días de mercado, con el Betis entre sus pretendientes, y Ancelotti prometiéndole los minutos. De momento, 66 ante su exequipo, pero de mejorable rendimiento . Mucha pelea, pero poca participación en la elaboración y varios errores no forzados en campo propio de los que te cuestan una eliminación en un cruce de Champions. En la segunda parte, como ante el Valladolid, el Madrid subió un par de marchas y el Betis se estiró con la entrada de Vitor Roque y Cardoso . Así que el partido solo podía ir a mejor, y así fue. Vini estrelló un balón en el palo y Courtois tuvo que detener dos remates de los andaluces. Apostar al 0-0 era perder dinero. Enhorabuena a los que no cayeron en la tentación Fue en el 67 cuando Mbappé se quitó todos los demonios. Conducción de Rodrygo por la derecha, taconazo de Valverde desde la frontal del área , desentendimiento de Vinicius -que estaba en fuera de juego- y definición con la izquierda de Kylian. La asistencia fue mejor que el remate, pero en lo simbólico no había color. El Bernabéu se vino abajo. Por fin. 1-0. Gol de 'Kiki'. Ocho minutos después, el VAR dio luz a un penalti de Rui Silva sobre Vinicius. Mientras Alberola miraba el monitor, el brasileño le decía a Mbappé que le tocaba a él. Fuerte y a la izquierda del portero luso. 2-0, doblete y tres puntos . El cascarón se ha roto. Y el bicho viene con hambre .