Propofol
Un chute de Propofol subvencionado con fondos públicos es lo más parecido a uno de esos pinchos con caña que tanto abundan en las fiestas patronales con las que se despide el verano de los pueblos y ciudades de media España. Un agente anestésico de acción rápida con el que todo desaparece y, como zombies, nos lleva a ese estado de catatonia que, después, intentamos prolongar a lo largo del curso. Una caña caliente en vaso de cartón y un arroz pasado se transforman en la respuesta a todas nuestras necesidades. Un esfuerzo titánico por lograr lo que ni queremos ni necesitamos pero que hace sonreír a los parroquianos cuando, por fin, se acodan sobre el hueco de una barra... Ver Más