Abde marca la diferencia

Abc.es 
En 1910, pocos años después de que se fundara el Sevilla Balompié y el Betis Football Club—antecedentes del Real Betis Balompié—, el reportero sevillano del periódico El Liberal, que firmaba con el seudónimo de «Goal-keeper», argumentaba que el «football» estaba calando en la ciudad porque era más «democrático» que otros «sports». El tenis, las regatas, el tiro a pichón (considerado en esa época un «sport») o la hípica requerían de ciertos medios económicos para practicarlos, pero para jugar al fútbol solo hacía falta un descampado, un balón y 22 locos por el deporte. Además, el azar, las decisiones del árbitro o que el equipo más poderoso pudiera tener un mal día propiciaban que cualquier equipo pudiera proclamarse vencedor. Evidentemente, según se ha profesionalizado y mercantilizado el fútbol, el dinero y el poder resultan determinantes. Al final de temporada, cada club suele ocupar el lugar que le corresponde en función de su presupuesto. Sin embargo, siempre hay sorpresas. A diferencia de lo que ocurre en otros deportes, en el fútbol no siempre gana el mejor, el más poderoso, el que desplegó mejor juego. Y, como dijo Pellegrini en los días previos al partido, solo vencerían al Leganés si el Betis jugaba al mismo nivel y con la misma intensidad como cuando se enfrenta al Real Madrid o al Barcelona. La escuadra verdiblanca necesitó 74 minutos para batir a Juan Soriano, el guardameta del Leganés. Sin William Carvalho —lesionado a los 23 minutos de partido—, ¿quién podría llevar la batuta para hilvanar jugadas ofensivas? Pellegrini apostó por un currante del fútbol: Altimira. Pero ni él ni Marc Roca están llamados a ejercer de faros. El único que rompió una y otra vez con la correosa defensa madrileña fue Abde, el más incisivo y peligroso atacante bético durante todo el partido. El Chimy Ávila también estuvo laborioso. A Assane, sin embargo, se le hubiera sacado mejor provecho de extremo: no tiene sangre de «killer» de área. En la segunda parte, los béticos salieron convencidos de que, o sudaban la gota gorda y movían el balón con más rapidez, o no conseguían su primer triunfo en Liga. En el minuto 60, Pellegrini dio entrada a Vitor Roque, Bellerín y Lo Celso, que revolucionaron el partido. Bellerín asistió al mejor del encuentro, Abde, que marcó a placer: justo premio. Y en el minuto 86, Vitor Roque anotó el segundo tanto al despejar el portero el enésimo tiro envenenado del marroquí. El Lega vendió cara su derrota, evidenciando que el fútbol es, efectivamente, uno de los deportes profesionales más democráticos. Como en la vida real, el más débil siempre tiene las de perder: dispone de una plantilla más corta, no tiene presupuesto para firmar a estrellas consagradas. Como dijo el técnico del Leganés, Borja Jiménez, tiene que fiarlo todo a la humildad, la agresividad, el trabajo, la fe y la ilusión. Lo hermoso del fútbol es que, no importa que tu sueldo sea diez veces superior al del rival: si no sudas la camiseta y das tu mejor versión, no lograrás doblegarle. «Es importante saber que podemos mirar de tú a tú a cualquier rival… hay que creer», dijo el joven entrenador del Lega antes del partido. No puede obviar que sus jugadores se sepan inferiores a los de equipos como el Betis, pero sí puede conseguir que, aun así, sus pupilos tengan fe. Y ya se sabe que la fe mueve montañas. Claro que no contaban con Abde, que aunó esfuerzo, motivación y desparpajo. El extremo cuajó su mejor partido como verdiblanco. Por fin se convenció de que la calidad sin esfuerzo no da frutos. Es cierto, el fútbol es un deporte democrático: cualquiera puede ganar si se esfuerza lo suficiente. Pero al final suele vencer quien cuenta con algún jugador inspirado que destaca sobre la media y marca la diferencia.

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