El nuevo 'traje' para el Casco Histórico de Córdoba costaría 312 millones de euros a 20 años vista

Abc.es 
No es la carta a los Reyes Magos. Pero se parece. El Ayuntamiento de Córdoba ha dado a conocer esta semana el avance del Plan de Gestión del Casco Histórico , elaborado por la UTE Patrimonio Vivo. Se trata de una especie de hoja de ruta o de plan estratégico para las dos próximas décadas y con el reto de salvar a una zona tan emblemática como amenazada por la despoblación y el envejecimiento; el uso y mantenimiento de su vasto patrimonio ( 732 bienes protegidos , de los que un centenar lo están bajo la normativa estatal o autonómica) o la presión turística, principalmente. Este primer documento, detallado estos días por ABC, se irá completando hasta final de año -fecha en la que se quiere aprobar- con la participación de colectivos afectados: vecinos, profesionales y expertos en la materia así como los grupos de la oposición. Aunque ya ha tenido una primera y llamativa lista de agentes a los que se le ha consultado su opinión por el estado del Casco. Este programa llega además en un momento idóneo para el Ayuntamiento ante los ojos de la Unesco (tras las dudas que le suscitó la polémica de las placas solares). Aunque el plan se ciñe a la zona Patrimonio de la Humanidad , que abarca 80 hectáreas (desde la medina a San Basilio y saltando al Puente Romano ), es extrapolable a todo el conjunto histórico -uno de los más grandes de europea con unas 120 hectáreas de superficie-. En unos días la ciudad acogerá la reunión mundial de las organizaciones que engloban a las urbes con sello Unesco y, obviamente, este planificación es una magnífica tarjeta de presentación de Córdoba ante los 200 congresistas de 60 ciudades que reflexionarán sobre la conservación de los bienes y valores universales. No hay que olvidar que es la ciudad como más títulos Patrimonio Mundial. Tan es así que el análisis de las 278 páginas que tiene el documento inicial destila un relato muy encajable a los protocolos Unesco y sus teóricos, mucho discurso de cambio climático, tecnología, cultura contemporánea y hasta participación ciudadana; y, de manera sorprendente, menos énfasis del esperado en problemas muy en boga como los desajustes de la presión turística (tasas, pisos, vandalismo...), o añejos como servicios básicos para vivir en una zona cargada de historia : desde residencias de mayores, aparcamiento, los propios patios -un bien de la Unesco dentro de otro bien protegido-, colegios o nuevos productos turísticos y usos, entre otros aspectos. Los redactores del proyecto han hecho primero un diagnóstico de cómo se encuentra la zona antigua basándose en los planes y documentos ya existentes al respecto, en los sistemas de análisis e indicadores que maneja el Consistorio para testar esta parte de la ciudad y en las opiniones vertidas por una lista de agentes y mesas de trabajo. Con toda la información en la batidora se han estipulado 70 factores que afectan al bien en mayor o menor grado y 64 líneas de actuación con proyección económica y temporal, así como señales hacia quienes deben impulsarlas, se pueden beneficiar o les puede interesar. Y la cuenta de todo ello asciende a la nada desdeñable cifra de 312 millones de euros (casi el presupuesto de un año de la matriz del Ayuntamiento). Un 'traje' nuevo para salvaguardar los valores que hicieron que en 1984 y 1994 la Unesco protegiera tanto a la Mezquita-Catedral como a su entorno histórico más directo pero también al resto de la faz monumental e histórica de la antigua medina y ajerquía, intramuros, pero también hacia fuera mirando al río -la asignatura pendiente- y vinculando este corazón urbano con otros puntos de la ciudad (la llamada manzana verde de Parque Cruz Conde por ejemplo), la Sierra o el yacimiento de Medina Azahara , otro de los bienes incluidos en la Lista Mundial del Patrimonio. Las tareas de costura, coser y descoser, se van a prolongar durante casi 20 años. La medida a más largo plazo contemplada llega a 17 y curiosamente es el refuerzo de la Oficina del Casco para implementar este plan gestor. Los antecedentes en Córdoba sobre la aplicación de este tipo de programas -que todavía pueden engordar las medidas propuestas y su coste total en este último periodo de aportaciones- no señalan cierto optimismo. El mismo Plan General de Ordenación Urbana de 2001, casi 25 años después, tiene una parte importante de suelos residenciales y equipamientos sin acometer. El Plan Especial del Casco Histórico , cuya actualización se contempla en el grueso de directrices de esta hoja de ruta, tampoco ha visto completar todos los fines que puso por escrito. Ni por inversión pública, ni mucho menos por la privada. Atesoraba una amalgama de propuestas y líneas maestras muy parecidas (y más pormenorizadas en aspectos urbanísticos y patrimoniales) que se han quedado por el camino. Y ni que decir tiene los intentos baldíos de los sucesivos planes estratégicos de la ciudad, que han ido encallando y tropezando con los mismos proyectos inacabados. En este contexto nace un nuevo intento de sanar las heridas por las que sutura el Casco y de la primera diagnosis se buscan medicamentos como las viviendas para jóvenes o reactivar los centenares de solares vacíos o derruidos -con una normativa poco laxa cuya modificación tampoco aparece en este Plan de Gestión-, la dotación de servicios básicos para la población mayor o aquella que quiera irse a vivir a las viejas collaciones fundacionales. O como reverso a la foto estática, la apuesta por la industria cultural y la tecnológica inyectada en una trama muy singular pero que puede dotarla de alicientes. De esos 312 millones iniciales, las medidas directas para rehabilitar viviendas o impulsar la captacion de nuevos residentes sobrepasan los 25 millones de euros. Casi 100 millones tienen nombres y apellidos en emplazamientos cuya rehabilitación es urgente y sobre la que a diferentes velocidades se trabaja. Desde los 25 millones del Plan Director de la Mezquita a las murallas deterioradas, Regina, Santa Clara, el Pósito de la Corredera, Caballerizas y los usos ecuestres, la parcela vacía de Miraflores y el entorno de la Calahorra y el plan especial del Alcázar para el que se fijan 40 millones de euros en aras de expandir su huella al río, recuperar itinerarios y jardines históricos. La apuesta por las zonas verdes, nuevos espacios libres, árboles y reblandecer pavimentos o mantener edificios se suma a un uso más cultural y ambiental del río, el canal del Guadalmellato o la Sierra. Unos 120 millones de factura que incluyen corredores de conexión de fuera hacia dentro. Y, además, un capítulo de medidas para reflotar un comercio tradicional perdido.

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