Un Julio César muy «sui generis»

Abc.es 
Cuando vamos al teatro no debemos dejarnos seducir por el título, pues uno va a ver un Julio César, creyendo que se va a encontrar con una tragedia de Shakespeare y luego se da de bruces con una comedia de ocurrencias en la que juegan con la ficción y la historia y no ve por ningún lado a Shakespeare ni la tragedia y ni siquiera al personaje histórico tal cual lo habíamos conocido. La portuguesa Companhia do Chapitô no engaña y presenta su «Julio César» particular, una creación teatral colectiva basada en eventos de la vida de este personaje histórico, al que también reinventan con su lenguaje de comedia, de manera que el espectador poco avisado es incapaz de distinguir dónde está lo histórico y dónde lo imaginado. Todos sabemos quién fue Julio César tanto en su vertiente civil como en la militar: un general y estadista romano, miembro del Primer Triunvirato, que dirigió los ejércitos romanos en la conquista de la Galia, que luego derrotó a su rival político, Pompeyo, en el contexto de una guerra civil. Más tarde se proclamó dictador perpetuo de Roma, cargo que ocupó poco tiempo, ya que fue asesinado por un grupo de senadores que lo consideraron una amenaza para la República en los muy famosos idus de marzo. Los portugueses, inspirándose en la historia y la leyenda tomándose todas las libertades que les ha venido en gana para la construcción de su comedia y abusando del «desrigor histórico», lo que vienen a mostrarnos es la desmitificación de un mito o, como ellos mismos dice, «la desconsagración de un monstruo histórico: Julio César ». Se presenta como un antihéroe, un fantoche, una caricatura. No nos queda muy claro si lo que nos presentan es un tirano que debe morir o un héroe crudamente asesinado por Bruto y sus compinches conspiradores. En cualquier caso, lo que parece es que Julio César y las escuetas pinceladas sobre los hitos de su vida militar y política son un puro pretexto para crear un espectáculo, en el que la fisicidad llena de dinamismo y el humor conforman su esencia. En la comedia parece que no hay héroes ni villanos, hay circunstancias y personas astutas que se buscan la vida y también hay otras menos astutas que hacen lo que se les dice; y a su lado, gente virtuosa que hace lo que hay que hacer. No se decantan ni por unos ni por otros, digamos que juegan a presentar el asunto en razón de la igualdad y sin hacer moralina. Entre lo histórico lo documental y lo paródico, la Companhia do Chapitô nos ofrece un espectáculo original y llamativo que hay que decodificar más en la vía del divertimento que en el de la ilustración. Claro que nos citan el triunvirato junto a Craso y Pompeyo , la guerra de las Galias, la batalla de Farsalia, el paso por Egipto con Marco Antonio, el abandono de Calpurnia o los idus de marzo con el asesinato, pero todo ello se ofrece mediante una parodia esperpéntica de los diferentes personajes que, ayudada con el mínimo de narración también con su toque de humor, logran que los espectadores se lo tomen con gracia y unos sonrían y otros se desborden en carcajadas. Todo ello nos lleva a pensar relajadamente sobre la historia real y a creernos lo que los creativos quieren hacernos creer con su arte, que se acerca más a los dibujos de Astérix y Obélix que a un tratado historiográfico serio. Los gags se suceden en la obra. Uno destacado es cuando el actor que encarna a Bruto reproduce en su estilo de clown la hipnótica escena del film El gran dictador, en la que Charles Chaplin resulta ser un trasunto de Hitler «jugando» a dar puntapiés al globo terráqueo. Otro momento desternillante es el cruce del río Rubicón por las tropas comandadas por César o su relación amorosa con Cleopatra. El contexto teatral puramente dicho es minimalista: un escenario vacío totalmente, un vestuario grisáceo y algunos elementos para dar a entender simbólicamente que el personaje es egipcio, galo o romano o un guante plateado que nos puede dar a entender que es un arma. Sobre esa ausencia o mínimas referencias, se desarrolla la dramaturgia de creación colectiva donde el trabajo físico, ya sea individual o coordinado por los tres actores, es la esencia de una propuesta teatral que tiene un trabajo profundo en la expresión corporal, el gesto y el movimiento. Por supuesto es un teatro físico que utiliza el cuerpo para contar historias, a menudo sin necesidad de palabras y poniendo énfasis en el gesto como medio principal de expresión que a veces acompañan con meros sonidos prescindiendo de texto alguno. Se apela a la imaginación del público, que construye el espectáculo con los estímulos gestuales de los tres actores. La obra es muy visual e incluye el mimo y hasta un tipo de danza o movimiento coordinado, que les sirve para expresar emociones; estas a veces toman un cariz cómico y estaríamos acercándonos a la pantomima. Todo el conjunto conforma su propia magia, consiguiendo una manera única de conectarse con los espectadores, que también son parte activa en algún momento de la representación. El trabajo interpretativo que llevan a cabo Jorge Cruz, Pedro Diogo y Susana Nunes es superlativo, pues nos solo nos cuentan diversas historias con sus variados registros emocionales, sino que con el mismo vestuario y en las mismas circunstancias escénicas, sin atrezo alguno, son capaces de encarnar una veintena de personajes haciéndolos perfectamente perceptibles para los espectadores. Un gran trabajo el suyo. La Companhia do Chapitô ha dejado sobre las tablas del Teatro de Rojas una muestra de su gran profesionalidad, de su profundo conocimiento de las más variadas técnicas teatrales, de su saber transmitir mensajes y emociones y de su estupenda complicidad con el público, que ha cerrado la obra con un largo aplauso puesto en pie. Título: Julio César . Autor: Creación colectiva. Compañía: Companhia do Chapitô. Dirección: José C. García y Cláudia Nóvoa. Intérpretes: J orge Cruz, Pedro Diogo y Susana Nunes. Iluminación: Bruno Boaro y José C. García. Escenario: Teatro de Rojas.

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