Trastornos de aprendizaje: Las tres hipótesis tras el aumento del 26 por ciento de diagnósticos de dislexia, TDAH y discalculia
En España, se estima que los trastornos del aprendizaje han aumentado más de un 26,6% desde 2019 , afectando hasta la fecha a 29 de cada 1.000 estudiantes en la infancia y adolescencia, como indica el informe anual del Sistema Nacional de Salud, elaborado por el Ministerio de Sanidad. Esto supone un gran desafío para las familias y profesores que pueden verse perjudicados por la falta de recursos y herramientas necesarias. Además, los últimos datos de Eurostat, sitúan a España como el segundo país de la Unión Europea con más abandono escolar prematuro, solo por detrás de Rumanía. Estos datos corresponden a jóvenes de entre 18 y 24 años que dejan la educación y la formación, lo que subraya la importancia de actuar con rapidez para combatir esta problemática y poner solución antes de que se produzca. «España debe abordar esta cuestión desde una perspectiva integral que permita a los niños contar con recursos eficientes para la atención temprana y que les prepare e impulse a superar las barreras que limitan su desarrollo académico y emocional», señala Javier Bergón, CEO y fundador de los centros anda CONMiGO , referentes en metodología terapéutica integral. Según el Ministerio Nacional de Salud, han aumentado un 26% los trastornos de aprendizaje. ¿Cuáles exactamente? En efecto, según datos recientes de esta institución, los trastornos de aprendizaje que han registrado un aumento incluyen, principalmente, la dislexia, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y la discalculia. La dislexia, que afecta la habilidad para leer y comprender textos, es uno de los más comunes y suele manifestarse en dificultades para decodificar palabras y reconocer patrones en el lenguaje. El TDAH , por su parte, impacta en la capacidad de concentración y control de impulsos, interfiriendo en el rendimiento académico y en la organización de las tareas escolares. Otro trastorno relevante es la discalculia, que se manifiesta en dificultades para entender y realizar operaciones matemáticas, afectando la habilidad para manejar conceptos numéricos y patrones de cálculo. También se observa un aumento en trastornos de procesamiento auditivo y visual, que dificultan la interpretación de la información recibida y pueden afectar tanto la lectura como la comprensión. Este incremento de los trastornos de aprendizaje destaca la importancia de una detección temprana y de terapias integrales que aborden estas dificultades desde la infancia, favoreciendo el desarrollo académico y emocional del niño. ¿A qué creen ustedes que es debido? El aumento en los trastornos de aprendizaje se debe a una combinación de factores, como mejoras en el diagnóstico, cambios en el estilo de vida y el impacto de la tecnología en el desarrollo infantil. Lo queramos ver o no, la mayor exposición a pantallas y menos tiempo para el juego y la interacción directa afectan habilidades esenciales para el aprendizaje. Además, el estrés y la presión académica, junto con las secuelas de la pandemia, han intensificado las dificultades en áreas como la concentración y el rendimiento. Estos factores subrayan la necesidad de intervenciones integrales que aborden tanto la salud mental como el desarrollo académico, promoviendo un enfoque más completo en el apoyo a los niños. ¿Quienes suelen ser los primeros en detectar las dificultades de aprendizaje de los niños, las familias, los padres...? Las primeras señales de dificultades o trastornos del aprendizaje suelen ser detectadas por las familias, especialmente los padres, y por los profesores. En casa, los padres pueden notar comportamientos inusuales, como dificultad para concentrarse en tareas sencillas, problemas al seguir instrucciones o frustración con actividades de lectura o matemáticas. Al estar en contacto cercano y cotidiano con el niño, los padres suelen ser los primeros en observar estos signos y en buscar apoyo. En el entorno escolar, los docentes también juegan un papel crucial, ya que interactúan con el niño en un ambiente estructurado que facilita la observación de habilidades específicas, como la lectura, escritura y resolución de problemas. Los maestros pueden identificar patrones de bajo rendimiento, falta de atención o dificultades para adaptarse al ritmo académico, y su conocimiento de las etapas de desarrollo les permite detectar si esas conductas se ajustan a lo esperado o si es necesario profundizar en una evaluación profesional. La colaboración entre padres y docentes es clave para una detección temprana y efectiva, facilitando el acceso a intervenciones adecuadas para el niño. ¿Desde qué edad se recomienda empezar con terapias complementarias? Se recomienda iniciar las terapias complementarias desde edades tempranas, idealmente entre los 3 y 4 años, cuando el niño comienza a desarrollar habilidades de comunicación y comprensión que pueden aprovecharse en un entorno terapéutico. Las intervenciones tempranas son especialmente efectivas en casos como el trastorno del espectro autista (TEA) o retrasos en el desarrollo, ya que, al actuar en los primeros años de vida, se pueden fomentar habilidades esenciales de interacción social, lenguaje y regulación emocional. En otros trastornos, como el TDAH o la ansiedad, suele ser adecuado comenzar al inicio de la etapa escolar, ya que es cuando estas dificultades tienden a notarse más en entornos estructurados. No obstante, cada caso es único, y una evaluación temprana permite decidir el momento óptimo para iniciar la intervención, ajustándose a las necesidades individuales del niño y favoreciendo así un desarrollo emocional, social y académico más estable. Las familias con este tipo de hijos, necesitan apoyo psicológico y que les ayuden a trabajar las dinámicas familiares, porque no pueden hacerlo solos, como otros padres. ¿Esa ayuda, en qué consiste o debería consistir? Las familias con hijos que tienen dificultades de aprendizaje deben contar con apoyo psicológico y orientación para gestionar mejor las dinámicas familiares. Este apoyo tendría que incluir asesoramiento psicológico individual y grupal, donde los padres aprendan sobre el trastorno específico, técnicas de comunicación y estrategias para enfrentar desafíos cotidianos. En nuestro centro, por ejemplo, a esto se le añade la opción de asistir a talleres de habilidades parentales para trabajar la empatía, la paciencia y la regulación emocional, promoviendo así la autoestima y autonomía del niño. tan tocada en estos menores. En algunos casos, también se brinda terapia familiar para mejorar la comunicación y resolver conflictos en el hogar. El tipo de apoyo más común es el asesoramiento y los grupos de apoyo, que permiten a los padres compartir experiencias con otras familias y sentirse acompañados. Este enfoque integral ayuda a construir un ambiente familiar positivo y adaptado a las necesidades del niño. Somos el segundo país de la Unión Europea con más abandono escolar prematuro (datos de jóvenes entre 18 y 24 años) ¿Cuáles son las necesidades de los centros educativos en España para que no se produzca este abandono? Para reducir el abandono escolar en España, los centros educativos necesitan una combinación de recursos psicológicos, educativos y de apoyo familiar. Primero, es fundamental reforzar el apoyo emocional y psicológico con orientadores y psicólogos que puedan identificar y tratar problemas como la ansiedad y el estrés académico, factores clave en el abandono. Además, se requieren programas educativos más flexibles, como opciones de formación profesional y currículos prácticos, que se adapten a distintos estilos y ritmos de aprendizaje, motivando especialmente a quienes no encajan en el modelo tradicional. También es necesario crear un entorno inclusivo y positivo, donde todos los estudiantes se sientan valorados y apoyados. La colaboración entre la escuela y las familias es esencial para que los padres se involucren activamente y respalden el proceso educativo, fomentando así un sentido de pertenencia y reduciendo la probabilidad de que los jóvenes abandonen sus estudios. ¿Se estudian las dificultades de aprendizaje en la carrera del profesorado? Sí, en la carrera de Magisterio o Educación, que forma a futuros profesores, se abordan las dificultades de aprendizaje, aunque la profundidad y enfoque pueden variar según el programa y la especialización. Los planes de estudio suelen incluir asignaturas relacionadas con la psicología del desarrollo, la pedagogía inclusiva y la educación especial, donde los estudiantes aprenden a identificar y entender diferentes dificultades de aprendizaje, como la dislexia, el TDAH y la discalculia, así como a aplicar estrategias básicas de intervención y apoyo. Sin embargo, muchos docentes señalan que estos contenidos a menudo son generales y que la formación inicial no siempre proporciona herramientas prácticas para enfrentar la amplia gama de necesidades educativas especiales que pueden encontrarse en el aula. Por esta razón, muchos profesionales optan por formarse más a fondo en estos temas mediante cursos de especialización o posgrados en pedagogía terapéutica, psicopedagogía o atención a la diversidad, para poder responder de manera efectiva a los desafíos de aprendizaje y ofrecer un apoyo inclusivo en el entorno escolar.