Cómo un tipo con deudas y cubierto de polvo en una cocina cambió para siempre el trabajo de oficina
Nos encontramos en 1938. El mundo está al borde de la Segunda Guerra Mundial, las radios no dejan de dar noticias preocupantes y mientras todos discuten sobre geopolítica, Chester Carlson (1906-1968) libra su propia batalla: la guerra contra la copia manual. En aquellos momentos cualquier oficinista podía confirmar que copiar documentos era tan divertido como ver crecer el pasto: tedioso, aburrido y con el riesgo de desarrollar una curvatura espinal permanente. Chester Carlson era un joven abogado poco glamuroso y con muchos problemas económicos, cuya mayor ambición consistía en encontrar una manera de copiar documentos sin tener que transcribirlos a mano. Y es que en el primer cuarto del siglo XX copiar significaba sentarse con una pluma, tinta y una... Ver Más