Praderas de posidonia oceanica a vista de satélite
El Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha desarrollado junto al Centro Aeroespacial Alemán (DLR, Berlin) una herramienta para monitorizar mediante imágenes de satélite las praderas de fanerógamas sumergidas, un estudio que ha sido publicado recientemente en la revista GIScience & remote sensing. La Posidonia oceanica es una planta marina endémica del Mar Mediterráneo distribuida hasta los 45 metros de profundidad, que no solo es importante por mantener las aguas transparentes y proteger a las costas de su erosión, sino también por su importante rol en la mitigación del cambio climático. Estas plantas marinas pueden retirar CO2 hasta 35 veces más rápido que los bosques tropicales, pero, ¿y por qué es importante monitorizar Posidonia oceanica? «Esta reina del Mediterráneo, es la planta marina con mayor capacidad de secuestro de carbono de todo el planeta. Es decir, es la planta marina que más rápido elimina CO2 con menor superficie. Se estima que, en el último siglo, hemos perdido alrededor de un 15 por ciento de la extensión total de plantas marinas del Mediterráneo, principalmente debido al fondeo de embarcaciones en zonas de pradera por el desconocimiento de su importancia, y cuyo detrimento sigue siendo tendencia, reduciendo su capacidad como mitigadoras del cambio climático», afirma Mar Roca Mora, investigadora del ICMAN-CSIC. Pongámonos en contexto. Desde la época preindustrial, los niveles de CO2 atmosféricos se han elevado de forma exponencial, generando un calentamiento del planeta Tierra. Parte del CO2 atmosférico es disuelto en la columna de agua, donde los organismos fotosintéticos marinos son los encargados en convertir y retirar una pequeña parte de dicho gas. En el caso de las fanerógamas marinas como Posidonia oceanica, convierten el carbono disponible en el agua en carbono orgánico depositado bajo sus raíces en condiciones de baja disponibilidad de oxígeno, lo que permite la baja degradación del carbono por las bacterias y, en caso de no ser alterado, permanecer cuasi intacto por miles y miles de años (stock de carbono). Monitorizar la extensión de estas praderas marinas es esencial para conocer el estado de conservación, cambios debidos a impactos, planificación de medidas de conservación y evaluación de las políticas públicas aplicadas. Sin embargo, la amplia extensión que supone abarcar todo el Mar Mediterráneo supone un reto en la actualización cartográfica de estos ecosistemas con métodos subacuáticos tradicionales compuestos por buques oceanográficos, buzos e instrumentación submarina. Frente a este reto, las imágenes de satélite de alta resolución pueden ser un excelente aliado como herramienta de apoyo a los métodos de campo, permitiendo abarcar mayores extensiones sin necesidad de acudir a cada una de las praderas. Las imágenes ópticas del satélite Sentinel-2 del programa Copernicus de la Agencia Espacial Europea a 10 metros de resolución de píxel suponen un cambio de paradigma en la monitorización de nuestras costas, no solo en la parte emergida sino también hasta varias decenas de metros de profundidad en condiciones de buena visibilidad. En el trabajo publicado por el ICMAN-CSIC, gracias a la combinación del conocimiento sobre la física de luz y el agua, las técnicas de computación masiva en la nube para procesar 3.500 imágenes de Sentinel-2 y el uso de algoritmos de machine learning, se puede llegar a conocer la señal del fondo marino y caracterizar diferentes tipos de ecosistemas bentónicos. Concretamente, se ha caracterizado la señal de Posidonia oceanica hasta los 30 metros de profundidad estimando su extensión (505,6 km2) con una precisión del 92,5% respecto a los datos oficiales en el Mar Balear. Sin embargo, la importancia de este estudio no reside en actualizar dicha cartografía en el Mar Balear, puesto que es una región bien estudiada, sino el usar todos los datos disponibles como un paso preliminar de validación metodológica para el desarrollo de una herramienta de acceso abierto para el Mar Mediterráneo. Otro aspecto importante reside en la profundidad. Este estudio ha desarrollado una batimetría regional de acceso abierto compilando la información existente, demostrando la importancia de dicha variable en el modelo. Este dato ha permitiendo optimizar la detección de la planta subacuática en las zonas más someras, así como derivar su tasa de secuestro de carbono anual en 227 toneladas de carbono, una pequeña contribución más a la retirada de las altísimas emisiones de CO2 que hoy en día siguen en aumento. 12,27±2,1 millones de toneladas de carbono orgánico es el dato de stock estimado bajo las raíces de estas plantas en el Mar Balear hasta los 30 metros de profundidad, por lo que la degradación de las praderas supondría una fuente de emisión de carbono cuya pérdida no se podría equilibrar hasta pasados miles de años. Los mapas de secuestro de carbono nos muestras la prioridad en proteger las praderas menos profundas, las cuales están mucho más expuestas al anclaje de embarcaciones de recreo, y además son las que más actúan como sumideros de carbono debido a la mayor capacidad fotosintética. Debido al reto que supone la escasez de estos datos batimétricos actualizados, los satélites pueden ser de nuevo ayudas en esta tarea, donde la batimetría derivada de satélite puede proporcionar información clave que ayude a monitorizar zonas menos estudiadas como la costa mediterránea africana o simplemente donde los datos no estén accesibles. Sin embargo, la teledetección también cuenta con limitaciones, debido a que lo que medimos es la cantidad de luz reflejada, teniendo limitaciones en la detección de estas plantas en la sombra de acantilados, zonas muy profundas o de aguas turbias. «Estas técnicas de computación de imágenes satelitales costeras pueden ser de gran ayuda para apoyar el seguimiento de las praderas marinas del Mediterráneo. La replantación de estas praderas supone una acción relevante, pero lo es mucho más actualizar la información para conservar las ya existentes, evitando que millones de toneladas de carbono secuestrados bajo sus raíces sean devueltos al agua y parte siga su recorrido hacia la atmósfera. Este hecho transmutaría su papel de mitigadores del cambio climático a emisores de gases de efecto invernadero», concluye la investigadora del ICMAN-CSIC.