Compras compulsivas: cómo controlar esta posible adicción, camuflada en estas fechas

Abc.es 
La verdad es que hay muchísima gente que ya las comenzó antes de navidades y las rebajas … Hay muchos que rematan ahora y otros que aún no tienen nada (los perezosos, desmotivados….) pero no por eso no son menos compulsivos cuando llega el momento. ¿Qué cantidad de dinero tienes para gastar y cómo vas ya a día de hoy? La mayoría se han pasado de presupuesto…. Imaginaros las tiendas y centros comerciales, llenos de gente , luces más que nunca y más colorido, gente con cara sonriente la mayoría (algunos acompañantes obligados, menos sonrientes)... es un compendio de ingredientes para que se nos activen todos los circuitos neuronales de la gratificación por comprar. Las personas deprimidas usan las compras, entre otras cosas, para sentirse mejor, pero este ratito solo es eso, un ratito, que pierde esa capacidad de gratificación en poco tiempo y vuelta al ánimo depresivo o vuelta a las compras para recuperar el chute de endorfinas, y así un círculo vicioso. Así funciona: comprar nos estimula y genera endorfinas… Comprar por obligación no nos chuta, eso no. Las compras compulsivas son un acto de comprar sin necesidad, para uno mismo u otros, haciéndolo impulsivamente por lo que decía antes, para obtener una gratificación. Pueden llegar a interferir con llevar una normalidad, ya que cada vez son más fáciles a través de aplicaciones y no solo presencialmente en las tiendas. Por mi parte, pienso que el disfrute es incomparable si se hace en un sitio concreto y menos a través de la pantalla de un ordenador. Disfrutar de poder comparar colores, tactos, sensaciones ,ver la cara de los otros, o nuestro propio placer es genial, siempre y cuando se haga con miramiento y un plan establecido. Aunque la ventaja de comprar ante una pantalla es la comodidad de no moverte, y la privacidad. He de decir, que no ver el dinero que gastamos, no ver los billetes o las monedas, nos frena menos o nos da más alas a la hora del desmadre… Tanto en pantalla como en tienda, podemos dejarnos llevar por lo que nos apetecería y no por lo que necesitamos. Es un efecto contagioso el que se produce en centros comerciales en estas épocas. Ves las bolsas de los otros, las marcas de lo que llevan, la cantidad que llevan y sientes la sensación de que tu te estás perdiendo algo y te das otra vueltecita (maldita). Miras y miras y compras sin necesidad hasta «por si acaso»... Estás en tu salsa, en la salsa del consumismo a lo loco… y con la excusa de que son los reyes, navidad, rebajas, el día de los enamorados o a saber qué otra fecha «trampa» o lo que te inventes para tranquilizar a tu conciencia que se altera, pero no a tu bolsillo. La verdad es que existe un tipo de personalidad más tendente a las compras compulsivas durante todo el año que ahora se estimula por muchas vías, tanto publicitarias por TV, redes, ofertas... y el nivel de autocontrol, si es que existía un poquito, se anula ahora. Se siente malestar después, la necesidad de «acoplar» todo lo comprado, porque en parte no se compra solo lo que se necesita, sino hacia lo que sentimos el impulso de comprar sin saber muy bien ni para quién, ni para cuándo. Intentamos justificarnos con nosotros mismos y con los demás que nos llaman la atención por el gasto en compras (pareja o padres por ejemplo). Todos los compradores compulsivos saben que lo son, y lo hacen durante todo el año aunque según el grado de patología, la cantidad gastada de dinero varía. Existe la conciencia de serlo y de intentar controlarse, pero a medida que se produce la dopamina y nos sentimos eufóricos, nos es imposible controlarnos. Es como el adicto a las máquinas tragaperras, al tabaco, al alcohol, a los videojuegos, a la cocaína ... exactamente igual. ¿Y qué podemos hacer para tener control y no desviarnos del presupuesto? Hay que establecer un tope de dinero para gastar. Está claro que es conveniente dejar un margen posible mínimo de ampliación. Ese margen no debe ser la excusa para gastar más. Prohibirnos y ser estrictos con nosotros mismos puede producir un efecto de reactividad que nos haga perder el control total. Así que mejor no poner un límite fijo estricto y estar pendiente de hablarnos mentalmente y ejercer todas las estrategias de autocontrol que podamos. No comprar sobre la marcha, no comprar bajo un estado de ánimo impulsivo, ni depresivo ni eufórico previo… que esto nos hará desmadrarnos y después vendrá con total seguridad el sentimiento de culpa. A veces se compra sobre la marcha sin ni siquiera tener un «para después». Por eso se recomienda tener una lista y no intentar cubrir nuestros problemas del tipo que sea,con compras: hay que aprender a gestionar las emociones. Hay que ser sincero con uno mismo y saber que lo que estás haciendo es liándola una vez más. Acumular, gastar, culpa, problemas con tu pareja, familia o contigo mismo y con tu economía -y sin un marcha atrás- porque siempre que uno se plantea devolver lo comprado, casi siempre ya ha pasado el plazo o aparece el pensamiento de ¿Y si lo necesito después?, como perfecta excusa para quedarnoslo. Así que sabiendo lo que puede pasar, o si ya eres comprador compulsivo, hazme un poquito de caso o nada, tú verás... la verdad es que mejor que tu nadie, para saber que estás metido en un problema de adicción y que sería recomendable que buscases a un profesional pensando en ti y en tu bolsillo. El dinero está mejor contigo que con otros y tu bienestar emocional va a mejorar como no te imaginas. ¡Hala! ¡A disfrutar del autocontrol!

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