Sanidad pública. No se vende, se defiende

Sanidad pública. No se vende, se defiende

Tras este lema surgido de la Marea Blanca hace ya más de una década, se esconde uno de los valores que nos define como sociedad y que nos enorgullece como país. Un lema sencillo, acuñado en un aula cualquiera del Hospital 12 de Octubre de Madrid por una de las tantas plataformas y asociaciones que organizaron a la sociedad civil y a los profesionales sanitarios al calor de la defensa de nuestro mayor tesoro: la salud y la sanidad pública. 

Decía hace poco Juanlu Sánchez en su podcast “Un tema al día”, que son muchas las veces que decimos que la sanidad pública es la joya de la corona y que las joyas, o se cuidan o se venden. Bien, pues ha llegado el momento no sólo de cuidarla más que nunca, sino también de evitar que otros la vendan. 

Han sido muchos años viendo cómo, tras argumentos falaces cuando no fragrantes mentiras, algunos falsos patriotas han estado malvendiendo nuestra sanidad, nuestra joya, al peor postor. Al postor que se lleva mordidas, al que se lo lleva crudo, al que se lo lleva a paraísos fiscales para regocijo de fondos buitre, al que revende nuestra salud en el mercado de segunda mano, al que desprecia lo común a cambio de beneficios obscenos, al que antepone el lucro privado al artículo 43 de la Constitución. Al que, desde posiciones institucionales de representación de la ciudadanía, prefiere rendir cuentas ante cualquier consejo de administración antes que en su propio consejo de gobierno que representa a esa ciudadanía. Porque han sido muchos años viendo el deterioro de nuestra sanidad pública de la mano de quienes tenían la encomienda de protegerla y ahora es el momento de protegernos de ellos. 

La sanidad pública no se vende, se defiende. Un lema sencillo con altas dosis de sentido común que debe materializarse, tomar cuerpo y hacerse ley. Una ley que proteja nuestro sistema sanitario de los cuatreros de lo común que privatizan nuestro derecho a la protección de la salud, pero sobre todo que proteja nuestra salud garantizando que los esfuerzos de todo un país no se nos escapan por el sumidero del lucro incesante. Y para eso debemos legislar no solo para invalidar la ley 15/97 sino para ir más allá y garantizar la integridad de nuestro sistema nacional de salud, tantas veces amenazado por la corrupción institucional y tantas veces privatizado y vendido al peor postor de manera impune. No es el mercado, amigos. Es el paciente en lista de espera que paga con tiempo lo que el mercado quiere que pague con dinero, es la cama de UCI o la incubadora de un prematuro de 26 semanas, es el paciente diabético que se descontrola o la insuficiencia cardiaca que se descompensa, son los profesionales que no pueden más y siguen tirando de vocación para dar lo mejor de sí, es el investigador precario que tiene que irse fuera, es el pediatra que falta en el barrio al que ya no tienen acceso las familias… Es lo más sagrado a proteger, la salud. Porque nos importa y porque nos va la vida en ello.

Y en su defensa también debemos recuperar su mayor esencia, la universalidad. Nadie está a salvo si no estamos todos a salvo, lección recordada por la pandemia que nos retrotrae al fatídico año 2012 cuando el Partido Popular decidió cercenar este derecho universal por mor de sus políticas austericidas que pusieron en jaque nada menos que a la ética de todo el sistema nacional de salud y de paso al código deontológico que nos guía a los profesionales sanitarios que nos impide discriminar a los pacientes por ninguna condición.

La sanidad no se vende, se defiende. Un lema sencillo que nos define como sociedad y que nos apela como Gobierno. Lo haremos ley y será otro motivo de orgullo más.

Читайте на 123ru.net