Las novedades de Germán: metarreseñas sobre el arte de reseñar

¡Atención editoriales y lectores! Collazos desvela en este artículo cómo elige los títulos a reseñar

Cada dos semanas en elDiario.es - Las novedades de Germán: reseñas literarias a la moda 'brat'

Las ciento cuarenta y cuatro páginas, de Alfonso Barguñó Viana (H&O). Cuando uno es un crítico literario de mi talla (de mi talla profesional, se entiende, la cual es incluso mayor que la que uso en pantalón) es fácil que los textos de contraportada de la mayoría de libros publicados produzcan hartazgo, sensación de déjà vu y, venga, voy a decirlo, sopor. ¿Ejemplos? Una historia en la que el amor y el destino se entrelaz— bah, pasando. Una novela en la que el protagonista deberá enfrentarse a sus propios— tío, qué chapa, joder. Por primera vez en la Historia de la Literatura un narrador se compromete a escribir sobre los pormenores de la producción de un libro —eh, quieto “parao”, ¡vais fuertes, H&O!, vendiéndonos a los lectores que esta propuesta de Barguñó Viana (montar un texto alrededor de prosaicos elementos bibliográficos como el papel, la tinta, el código ISBN de un libro) no se ha hecho nunca, que es original, y así os desmarcáis y tenéis toda mi atención como lector. Además, que me pienso copiar y hacer lo mismo yo aquí: también “por primera vez en la Historia de la Crítica”, Germán Collazos se compromete a contaros cómo suele pergeñar las alabadas reseñas que escribe para este ilustre medio digital.

Rojo sangre (ed. de Servando Rocha; La Felguera). Lo primero que hago es escoger qué libros incluir para cada una de mis entregas de Las novedades de Germán. ¿En base a qué criterio? Debería ser en base a que sean buenos libros (aunque a veces incluyo alguno regulero solo porque me ha inspirado un buen chiste) o a que haya un número paritario de autores y autoras (que, cutre de mí, no he podido cumplir en esta ocasión) pero la mayoría de las veces suelen ser libros que me parecen potentes, impactantes, fuertes en su originalidad y sorpresa, un criterio que no debe ser muy diferente al que utilizaban los directores de los periódicos de sucesos que tan populares fueron en nuestro país (ya saben, semanarios como Los Sucesos o El Caso que recogían la espantosa crónica de la delincuencia cotidiana para deleite de la España de la época) y cuyas cabeceras más impresionantes y morbosas aparecen ahora recopiladas en esta adictiva antología del verdadero true crime español.

Incomprendidos, de William & Jim Reid (trad. de Ibon Errazkin; Contra). Una vez leídos y analizados los libros escogidos (deberíais ver mis apuntes, que suelo anotar en servilletas de esas de Gracias por su visita que pillo en el bar), es hora de ponerme a escribir sus reseñas, para lo cual cada crítico literario tenemos nuestros pequeños rituales que nos ayudan a acometer tan ardua tarea con alegría y placer. ¿Uno de mis hábitos socorridos? Ponerme música de fondo, en concreto la de grupos míticos del rock alternativo como son los imprescindibles The Jesus and Mary Chain: su historia completa se cuenta de manera sincera e hilarante en este volumen que recoge la trayectoria de una banda que conquistó el mundo pero que comenzó su andadura en el poblacho escocés de East Kilbride (tan triste y anodino, me cuenta mi colega Miguel Alcázar —quien vive a cinco minutos de allí— que solo da para darse a las drogas, ponerse a inventar heterónimos, o montar estupendas bandas de música de estilo shoegaze).

Deep me, de Marc Antoine Mathieu (trad. de Irene Oliva Luque; Salamandra Graphics). Musiquita puesta y todo (“Under the april skiiiiees…” que cantan los Reid) puede bien suceder que la cosa no fluya, y en esos casos me quedo atascado, mohíno, presa de ese bloqueo creativo que en español graciosa y metafóricamente relacionamos con quedarse en blanco. Yo entonces sufro lo indecible, aunque me lo voy a empezar a tomar mejor después de descubrir que el jeta de Mathieu se ha quedado “en negro” en su último libro y aun así se lo ha aplaudido la crítica internacional: Deep me es un tebeo muy chulo que explora los límites de la forma gráfica y los rincones más oscuros de la mente presentando un gran número de viñetas en negro (en plan, ¡que no hay nada dibujado en ellas!), ante lo cual solo cabe preguntarse si estamos ante una auténtica sinvergonzonería o una genialidad sin parangón.

Jailhouse Rock, de Jorge Barco Ingelmo (Isla Elefante). Pero si no me quedo en blanco —ni en negro— y la cosa fluye… ¡Ay, si la cosa fluye! El tiempo se detiene, el mundo exterior deja de existir, y yo para escribir mis reseñas me encierro en casa durante tantas horas que acabo pensando en mí como uno de esos presos privados de libertad que desde sus cárceles tan solo saben del mundo exterior por medio de la televisión. Es sobre estos sujetos sobre los que gira este curioso y fascinante poemario, de título rocanrolero y escrito por un funcionario de prisiones que utiliza su conocimiento del tema y sus poderosos versos (“Qué difícil ser preso / a los ojos del mundo. / Y eso que hay presos en sus casas / creyéndose más libres”) para hablarnos de un mundo —el de los centros penitenciarios— que tan desconocido nos es en realidad.

La comedia inmortal, de Ágnes Heller (trad. de Aurora Echevarría Pérez; Seix Barral). ¡Y ya está! Escritas las reseñas, ya solo queda mandárselas a mis superiores en elDiario.es y esperar, ¿esperar a qué?, a que se publiquen y a que, entrega tras entrega, consigan brindarme la fama inmortal que me permita ingresar en el olimpo de la historia del humor [nota del corrector: ¡menudo flipado eres, Germán!]. Por lo menos, sueño con ello mientras leo este fascinante ensayo de Ágnes Heller, un apasionante recorrido por la obra de los más grandes cómicos de la historia de la humanidad: Aristófanes, Shakespeare, Chaplin, Woody Allen y demás genios del humor que, ensombrecidos en vida por sus propias obras dramáticas o por las de otros contemporáneos más intensitos y seriotes, ahora recordamos como nuestros referentes imperecederos en el campo de la sabiduría, la inteligencia y la felicidad.

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