Las navegaciones: un anhelo de conocimiento

La America's Cup vuelve a Europa desde Oceanía. Llega a Barcelona desde Auckland (Nueva Zelanda) donde se celebró la edición anterior. Constatamos así, una vez más, que el mar une a personas de todos los continentes, de todos los pueblos. Esta gran regata se ha celebrado en años anteriores en Europa, América y Oceanía y demuestra que el espíritu de las navegaciones interoceánicas sigue vivo. Quizás por eso tiene tanto atractivo para el público en general: porque es reflejo de un anhelo multisecular de conocimiento mutuo. Y este reto siempre conlleva una combinación de inteligencia, aventura, esfuerzo, ilusión y visión de futuro. Hace ya más de cinco siglos, en 1519, se reunieron las Cortes en Barcelona y el joven rey Carlos I -que después sería el emperador Carlos V- juró los fueros catalanes. Aquí se tomaron las últimas decisiones sobre la expedición que Fernando de Magallanes estaba organizando en Sevilla, con el experto piloto Juan Sebastián Elcano; y aquí se enteró el italiano Antonio Pigafetta de la importancia del proyecto y se unió él. La America's Cup nos recuerda a aquella flota de cinco naves y unos doscientos cincuenta hombres que zarparon en 1519 desde Sevilla, para llegar hasta Asia, cruzando el océano Atlántico, recorriendo las costas de América, surcando el océano Pacífico, atravesando el océano Índico, bordeando las tierras de África. Una flota que estaba conformada por tripulantes procedentes de diversos países y continentes, a modo de una Babel flotante por la diversidad de lenguas, y con una encomiable profesionalidad con una clara distribución de responsabilidades y roles. Juan Sebastián de Elcano encabezaba la nao Victoria -¡qué nombre tan apropiado! - que en 1522 logró regresar a Sevilla habiendo realizado la más grande hazaña de la historia: la Primera Vuelta al Mundo. Con él, Pigafetta nos trajo sus apuntes, que son una fuente imprescindible de conocimiento sobre Marianas, Filipinas, Indonesia, Malasia, Brunéi. Elcano, infatigable, se embarcó en la nueva expedición, que salió de La Coruña en 1525, con el sanjuanista García Jofre de Loaysa al frente. En su segunda navegación por el océano Pacífico, Elcano falleció, habiendo hecho testamento a bordo, gracias al cual sabemos que tenía libros científicos en latín. Estamos, pues, en vísperas del quinto centenario del fallecimiento del gran navegante Juan Sebastián Elcano, en aguas del Pacífico, en 1526. La navegación atrae a los que navegan y a los que no. La navegación tiene un atractivo especial. Tiene algo, o mucho, de heroico, desde la Odisea de Homero hasta hoy. En cierto modo, la Primera Vuelta al Mundo lograda por Elcano y la Copa del América son nuevas odiseas.

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