El Real Madrid pasa del atasco a la fiesta ante el Valladolid (3-0) en el debut de Mbappé
Como esas mañanas en las que cuesta salir de la cama y hay que aplazar varias veces la alarma del teléfono, al Real Madrid le costó despertar en su vuelta a casa después de las vacaciones.
Pero los partidos ante el vigente campeón de Liga son largos para los rivales y lo vivió el Valladolid en la segunda parte. En la plantilla blanca hay varios despertadores y uno de ellos dio un paso adelante para encarrilar la victoria. Fue Valverde, aunque en realidad tuvo mucha culpa Ancelotti, que antes de que Arda Güler tirase la falta en la frontal del área, dijo desde el banquillo que hiciesen una acción indirecta para el cañón de Fede. Su disparó iba con mucha fuerza y la dirección la mejoró Juric con un toque involuntario que complicó del todo a Hein. Por fin encontraba el Real Madrid el gol en una tarde poco fluida hasta ese momento y el uruguayo se iba a celebrar con su entrenador, que le dedicó un: «te lo dije» muy elocuente.
A balón parado desequilibraban los locales un partido de esos que se le complicaban en las últimas temporadas y que amenazaba con ese mismo guion en una primera parte muy densa. Contra rivales que se cierran muy bien tácticamente y que lo de atacar es secundario para ellos, ha encontrado algunas dificultades el Real Madrid y no fue distinto ante el Valladolid hasta el intermedio.
Los de Pezzolano le daban las bandas a su rival y allí, ni Rodrygo en un lado ni Vinicius en el otro encontraban petróleo. Y en el centro del ataque, Mbappé, en su estreno en el Bernabéu como local, queriendo agradar pero algo desconectado todavía de sus compañeros de delantera. Pudo cambiar la historia de su debut muy pronto el francés, porque cazó un balón bombeado a la espalda de los centrales, pero su remate cruzado, de primeras, no iba suficientemente fuerte. Siempre que arrancaba, le buscaban sus compañeros, pero no tuvo demasiadas opciones y con el paso de los minutos la cosa iba siendo más complicada. El Bernabéu estaba deseando aplaudir a su nueva estrella, a la que recibió con una gran ovación cuando sonaron por megafonía las alineaciones. Sus carreras darán victorias pronto, aunque de momento, el que acertó en su primera arrancada fue Brahim.
El internacional por Marruecos corrió desde su propio campo a un balón de Militao, chocó con el central como si fuera un «9» puro, bajó la pelota y la puso de vaselina, con muchísima clase. Si el malagueño entró picado por no haber sido el sustituto de Bellingham, le funcionó la motivación, porque pidió oportunidades al mismo tiempo que sentenciaba el partido con un golazo. Y poco después, fue Ceballos, otro que venía desde el banquillo, el que sacó el balón en una gran acción en su propia área, después conectó con Brahim, que avanzó otra vez y le dejó el balón a Endrick. El brasileño estaba debutando con el Real Madrid y en sus primeros minutos clavó la pelota en el palo corto a Hein, que no esperaba ese latigazo tan ajustado. El chico acababa de entrar para que Ancelotti acabase el partido con tres delanteros distintos a los que lo empezaron. Los de refresco se encargaron de que lo que parecía una tarde cualquiera terminase en aplausos, porque se esperaba a Mbappé a Vinicius y a Rodrygo pero aparecieron desde el banquillo Brahim y Endrick secundando a Valverde, el primero que hizo despertar al campeón.
Arda Güler, titular
El Real Madrid tiró de profundidad de banquillo para sumar su primera victoria en la Liga, mientras todos los futbolistas van cogiendo la forma. La baja de Bellingham la solventó Ancelotti con la titularidad de Arda Güler, buena noticia para el turco, que quiere minutos de verdad después de los de fogueo del final del curso pasado. Sus mejores acciones fueron cuando ya esperaba Modric en la banda para entrar y golpeó el suelo con rabia cuando se le escapó un remate que pudo ser gol después de un buen centro desde la derecha. El partido ya se estaba abriendo, con el Valladolid por detrás en el marcador poniendo a Raúl Moro en el campo, su estrella en la jornada anterior. Pero ya era tarde para los de Pezzolano. A campo abierto mató el Real Madrid con los chicos del banquillo.