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Iglesias y organizaciones reciben a refugiados durante la escasez de albergues en Toronto

Elvia Malagón es becaria del programa Richard C. Longworth del Pulitzer Center.

TORONTO — A primera vista, la habitación del hotel parece la de un hotel económico estándar, con dos camas, un televisor y un mini refrigerador.

Pero este hotel —ubicado en las afueras de Toronto— no está abierto al público. Es gestionado por Homes First, organización sin fines de lucro con sede en Toronto, y las casi 400 personas que viven en sus habitaciones son “solicitantes de asilo”, migrantes que huyeron de la persecución en sus países de origen.

En una de las habitaciones, una mujer descansa en la cama mirando su teléfono, mientras otra trabaja en el piso en un rompecabezas de la serie “Friends”.

“Mientras tenga un techo dónde quedarme, estoy agradecida”, comparte Clarissa, de 65 años, que vive en el hotel rehabilitado.

Este espacio es una de las formas en que las organizaciones sin fines de lucro y las iglesias del área de Toronto están interviniendo para alojar a los migrantes en medio de la escasez de albergues.

Las imágenes de migrantes durmiendo en las calles de Chicago el verano pasado fueron noticia justo cuando la Municipalidad enfrentaba su propia crisis: cientos de personas durmiendo dentro y fuera de las estaciones de policía.

En Chicago, más de 43,000 solicitantes de asilo han llegado a la ciudad en busca de refugio. Muchos fueron trasladados en autobús como parte de una maniobra política de la administración del gobernador republicano de Texas, Greg Abbott.

Muchos de los solicitantes de asilo con los que habló el Chicago Sun-Times dijeron que consideraban Toronto un lugar acogedor para los migrantes. Muchos volaron por su cuenta a Toronto y luego solicitaron asilo.

En cuatro años, Ontario —la provincia en la que se encuentra Toronto— ha experimentado un aumento de casi el 140% en el número de solicitantes de asilo, el término que muchos utilizan en Canadá para describir a alguien que pide estatus de refugiado al gobierno.

Los problemas de Toronto y Chicago ponen de manifiesto la necesidad en aumento de cubrir necesidades básicas como vivienda y trabajo, conforme aumenta el número de desplazados en todo el mundo.

Anne Woogler, directora fundadora de una organización que da alojamiento a los solicitantes de asilo, observó las disparidades entre los solicitantes de asilo y los refugiados patrocinados por el gobierno que solicitaron el estatus en el extranjero. El nivel de persecución, miedo y trauma eran a menudo similares, pero los dos grupos no tenían derecho a los mismos beneficios, dijo.

“Los refugiados patrocinados eran los afortunados”, dijo Woogler, de Matthew House. “Tenían estatus permanente a su llegada, recibían vales para muebles nuevos, ropa nueva, todo nuevo cuando se mudaban. Recibían el trato de un Rolls-Royce, mientras que los solicitantes eran como los que viajan de aventón”.

Se pueden ver las pertenencias de la gente en las ventanas de un hotel —antes un Knights Inn— que está gestionando Homes First, organización de vivienda sin fines de lucro con sede en Toronto. Las casi 400 personas que viven temporalmente en las habitaciones del hotel son “solicitantes de asilo”, migrantes que huyeron de la persecución en su país de origen.

Ashlee Rezin/Sun-Times

Un enfoque holístico de la vivienda

Homes First ha puesto más énfasis en ayudar a los clientes refugiados a encontrar un trabajo estable, dijo Michael Potvin, director de servicios al cliente. Esto ha supuesto que, en promedio, los refugiados permanezcan en sus albergues durante aproximadamente un año, aunque el aumento de los precios de los alquileres también podría estar influyendo, dijo Lacey Kerr, subdirectora de servicios al cliente.

Como promedio, un apartamento de un dormitorio en Toronto cuesta $2,377, aproximadamente unos $1,737 en moneda estadounidense, según el sitio web inmobiliario Zumper.

En el sistema de albergues de Toronto, cerca del 50% de las personas permanecen más de seis meses, posiblemente por el aumento del costo de la vivienda, dijo Gord Tanner, director general de Toronto Shelter and Support Services.

Kerr y Potvin señalaron que Homes First no fija un plazo de estancia, y añadieron que una política de 60 días —como la aplicada en Chicago— podría generar inestabilidad.

“Creemos que un límite de 60 días provocaría que la gente se quedara sin hogar durante más tiempo porque iría de un refugio a otro y cambiaría el proceso de gestión del caso, en el que un trabajador ayuda al cliente a seguir el proceso legal para reclamar su estatus o conseguir permisos de trabajo”, explicó Potvin.

La alcaldesa de Toronto, Olivia Chow, afirmó que este tipo de organizaciones lideran la labor de ayuda a los solicitantes de asilo.

“No es sólo asilo”, destacó Chow. “Se trata de ayuda legal, alojamiento, sentido de comunidad, búsqueda de empleo, vivienda permanente, inmigración, cómo pueden reunirse con sus familiares, por ejemplo. Así que es un enfoque holístico y ese es siempre el mejor enfoque”.

Los albergues siguen llenos

Para buscar una cama en un albergue de la ciudad, muchos esperan fuera del centro de admisión. Una tarde, tres personas dijeron que buscaban el estatus de refugiados en Canadá.

“Tengo frío”, expresó una mujer.

Esta primavera, Toronto seguía lidiando con la escasez de camas. A mediados de abril, no conseguían asignar una cama a unas 263 personas al día, y aproximadamente el 27% de esa población se identificaba como solicitante de la condición de refugiado, explicó Tanner, de Toronto Shelter and Support Services.

La Municipalidad contrata a organizaciones como Homes First, la Cruz Roja Canadiense y Costi para prestar servicios de bienvenida a la población refugiada, explicó.

“Intentamos separar los sistemas lo mejor que podemos”, dijo Tanner sobre los solicitantes de asilo y la población sin hogar. “Los servicios de apoyo son, creemos, muy distintos para las dos poblaciones”.

Al igual que Toronto, Chicago separó a los solicitantes de asilo de las personas sin hogar, pero ha sido objeto de críticas por pagar millones de dólares a una empresa de Kansas que ha supervisado muchos de sus albergues, en lugar de contratar a organizaciones locales. Las personas que viven en los albergues también han denunciado las condiciones en que se encuentran, según informó WBEZ.

Un grupo de personas sentadas frente al centro de admisión de Toronto, en el 129 Peter St., donde muchos solicitantes de asilo y refugio acuden en busca de servicios de alojamiento del gobierno.

Ashlee Rezin/Sun-Times

Las iglesias abren sus puertas

Cuando Nadine Miller, directora ejecutiva de la Iglesia Pilgrim Feast Tabernacles, en los suburbios de Etobicoke, se enteró de que había refugiados durmiendo en las calles de la ciudad el verano pasado, pensó que la iglesia podría alojar a algunos de ellos durante dos o tres semanas.

Sus esfuerzos duraron siete meses y albergaron a unas 1,000 personas, dijo Miller. Entre los solicitantes de asilo había muchos que huían de naciones africanas como Etiopía y Kenia.

El trabajo pasó factura.

Pilgrim Feast Tabernacles perdió su espacio físico después de que los funcionarios de la ciudad dijeran a la iglesia que costaría unos $36,600 estadounidenses volver a convertir la propiedad en un refugio, dijo Miller. La iglesia ya se enfrentaba a una deuda creciente de $1.2 millones tras pedir préstamos basados en estimaciones de cuánto le reembolsaría el gobierno, dijo Miller.

La iglesia alquila otro local para celebrar sus servicios. Aun así, Miller, que se mudó de Jamaica a Canadá cuando era niño, cree que la misión de ayudar a los refugiados era necesaria.

“Todo lo que he aprendido hasta ahora, me enseñaron que [no ayudar a los recién llegados] está mal”, dijo Miller sobre la ayuda de Canadá a los migrantes. “Y porque me enseñaron que eso está mal, sé que no es una buena imagen para nosotros en el escenario mundial. Tenemos que hacerlo mejor, podemos hacerlo mejor”.

Miracle Arena For All Nations es otra iglesia que ha creado un refugio. Esta iglesia cristiana recibe a menudo a dignatarios vinculados a países como Liberia y Ghana.

A mediados de abril, dos módulos blancos ampliados y con calefacción albergaban a unos 40 solicitantes de asilo que dormían en literas. En otro pequeño edificio de recreo, una mujer trenzaba el cabello de otra mientras los niños de la iglesia y del refugio jugaban al aire libre.

Según Kofi Danso, pastor principal de la iglesia, ésta se ha visto presionada para cerrar el refugio.

Las autoridades locales han denunciado a Miracle Arena por infracciones de construcción, lo que pone en peligro a la iglesia, según Danso. Pero él y otros responsables de la iglesia se mantienen firmes en que no dejarán de alojar refugiados, y el refugio permaneció abierto en junio.

“La pregunta es: ¿a dónde se van?”, preguntó Danso.

Refugiados y sus familias viven en refugios improvisados en el centro de adoración cristiano Miracle Arena For All Nations en Vaughan, a las afueras de Toronto

Ashlee Rezin/Sun-Times

Un llamado a la acción

Tanner, de Toronto Shelter and Support Services, dijo que ellos, al igual que muchos defensores de los refugiados, están presionando para la creación de un centro de recepción regional que sirva como primer punto de contacto para los solicitantes de refugio.

“Eso es realmente lo que buscamos y esperamos que nuestro gobierno federal apoye el funcionamiento, para que tengamos algún tipo de respuesta coordinada a la llegada de personas y su distribución y conexión con las comunidades”, destacó.

Aunque Canadá tiene fama de apoyar a los inmigrantes, Gauri Sreenivasan, codirectora ejecutiva del Consejo Canadiense para los Refugiados, afirmó que los solicitantes de asilo no reciben la atención que merecen.

“El sistema que está más roto y es más disfuncional en Canadá es la falta de un sistema para los solicitantes de refugio”, dijo Sreenivasan.

El Consejo Canadiense para los Refugiados aboga por la creación de centros de acogida cerca de las principales ciudades, junto con viviendas de transición y de corta duración, en lugar de alojamiento en hoteles sin organizaciones de servicios sociales en lugares como las Cataratas del Niágara y Windsor, dijo Sreenivasan.

“La gente ha estado literalmente dando vueltas en hoteles (durante) tres meses, seis meses, nueve meses, 12 meses. Han perdido citas porque el gobierno los ha trasladado de hotel en hotel, así que tenemos este tipo de escenarios que son de pesadilla”.

El Proyecto Soluciones para la Democracia es una colaboración entre WBEZ, el Chicago Sun-Times y el Centro para un Gobierno Eficaz de la Universidad de Chicago, con el apoyo financiero del Pulitzer Center. Nuestro objetivo es ayudar a nuestra comunidad de radioescuchas y lectores a participar en las funciones democráticas que los afectan y emitir un voto informado en las elecciones de noviembre de 2024.

Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago

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