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Los programas deportivos para los jóvenes estudiantes de Chicago son valiosos, pero pronto podrían perderse

El deporte enseña tantas lecciones de vida que constantemente se usan expresiones y clichés deportivos. Hay uno para cada conversación sobre el éxito, la adversidad y el valor del trabajo en equipo: Mantén la vista en la pelota, toma una por el equipo, cambia la jugada ... Probablemente pueda identificar cinco más.

El poder del deporte y del juego para enseñar estas lecciones de vida empieza pronto, tan pronto como se puede reunir a los niños en actividades organizadas y supervisadas por adultos solidarios. Los estudios confirman que el deporte y el juego favorecen el crecimiento social y emocional de los niños y mejoran el rendimiento académico a largo plazo (otra metáfora relacionada con el deporte).

He visto el impacto a lo largo de mis dos décadas de trabajo con Urban Initiatives, organización que crea y gestiona actividades deportivas y recreativas para miles de niños de Chicago.

Entre los participantes se encuentran muchos jóvenes estudiantes de las Escuelas Públicas de Chicago (CPS, por sus siglas en inglés) que, de otra manera, no tendrían acceso a las ligas escolares de baloncesto, a los partidos de fútbol de fin de semana o a otros tipos de diversión supervisada. Esto se debe a que CPS no ofrece deportes extraescolares organizados para los niños hasta quinto año.

He tenido esperanzas de fomentar el desarrollo saludable de más niños a través del deporte gracias al aumento de la financiación gubernamental a las escuelas de Illinois para hacer frente al impacto del COVID-19. Se dispuso de algunos fondos de ayuda de emergencia para deportes y actividades recreativas, que han marcado diferencias significativas en la vida, y la felicidad, de muchos niños de vecindarios económicamente desfavorecidos.

Esa financiación se está agotando ahora. Mis colegas y yo en Urban Initiatives estamos escuchando de los administradores escolares que puede que tengan que recortar la programación deportiva, lo que significa menos oportunidades para que los niños sean niños, y para que aprendan mientras juegan. Como resultado, organizaciones como la nuestra tendrán que depender más de la financiación privada para dar a los niños acceso al deporte, o muchos se quedarán sin él.

La última crisis presupuestaria es otro recordatorio que los deportes infantiles y el juego en general están subestimados por nuestra sociedad. Esto ha sido así durante décadas, dada la comprensible presión ejercida sobre los administradores escolares y los maestros para que destaquen las lecciones en la escuela con el fin de mejorar los resultados en lectura y matemáticas.

La investigación demuestra el valor del deporte

Sin embargo, la investigación sigue respaldando el valor del deporte. En varios estudios recientes se muestra cómo el deporte organizado se asocia con una mejora de la capacidad cognitiva, índices más altos de graduación de la escuela secundaria y una mejor salud física y mental; esto último podría suponer un ahorro estimado de $80,000 millones en costos médicos directos y pérdidas de productividad.

Mi equipo trabaja con niños en entornos supervisados que van desde los campos del Distrito de Parques de Chicago hasta las aulas durante el recreo.

Partiendo de nuestra propia experiencia, éstas son seis formas en las que la participación en deportes y juegos organizados ayuda a criar niños más sanos.

  1. El deporte construye comunidades exitosas. O como suele decirse, el trabajo en equipo hace que trabajar sea un sueño. Todos estamos mejor como estudiantes o compañeros de trabajo cuando compartimos responsabilidades y combinamos talentos individuales. Los deportes ejemplifican esa lección: yo te paso la pelota, tú marcas, los dos ganamos. Poder disfrutar del éxito en grupo es el aspecto que tiene una sociedad sana.
  2. El juego organizado regula las emociones. A través de los juegos, los jóvenes jugadores aprenden el autocontrol y el acto de reflexión, que sustituyen a la rabia por la frustración o al llanto por el fracaso. Los deportes tienen reglas y entrenadores que instruyen, así como compañeros de equipo que modelan el buen comportamiento.
  3. La práctica mejora las habilidades. Los jugadores aprenden a driblar o a tirar a la canasta del mismo modo que aprenden las tablas de multiplicar: sencillos ejercicios y repeticiones supervisados por un instructor.
  4. El niño que aprende un movimiento en la cancha traerá seguridad al salón de clases. El trabajo duro es su propia recompensa. Los deportes enseñan resiliencia y empuje alentando a los niños a superar las adversidades y las expectativas. Es maravilloso ver a niños que sudan y se sienten bien por su esfuerzo. Una vez que se hagan adictos a este sentimiento, les dará beneficios durante toda la vida.
  5. El buen entrenamiento es enseñanza y tutoría. Mi organización destaca el papel de los adultos solidarios como líderes capacitados. No lo hacemos para desarrollar equipos ganadores, sino para alimentar el desarrollo social y emocional de los niños. Los maestros del salón de clases también lo hacen, pero la relacionabilidad y la sencillez de los juegos permiten a nuestros entrenadores colar las lecciones.
  6. Divertirse importa. Para nosotros, la competencia está sobrevalorada. La victoria puede ser agradable, pero no hay que insistir en ganar. Hay competencia en todas partes de la vida, incluso en el salón de clases. Los niños de Chicago necesitan divertirse más y sonreír todo lo posible.

Con los fondos del COVID a punto de agotarse, los gobiernos estatales y locales deben tomar decisiones cuidadosas sobre dónde invertir los recursos educativos limitados. La atención se centrará en el aprendizaje académico, por supuesto.

Pero en este momento decisivo, no podemos ignorar los hechos. Los organismos gubernamentales, y los financiadores privados cuya ayuda es esencial, deben dar un paso al frente. Nuestros hijos necesitan lectura, escritura, deporte y juego.

Jim Dower es cofundador y director ejecutivo de Urban Initiatives.

Los puntos de vista y opiniones expresados por los colaboradores son personales y no necesariamente reflejan los del Chicago Sun-Times o cualquiera de sus afiliados.

El Sun-Times acepta cartas al director y artículos de opinión. Consulta nuestras directrices.Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago

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