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Eike Immel, de ganar millones en el Manchester City a sobrevivir de los subsidios sociales

Las historias sobre futbolistas que pasan de millonarios a la bancarrota   son abundantes. En esta ocasión, el protagonista es el exportero internacional alemán Eike Immel , que a lo largo de sus veinte años como profesional ganó millones de euros que se acabaron volatilizando, llevándole a vivir actualmente de los subsidios sociales que recibe. Noticia Relacionada Fútbol estandar Si Inversiones, separaciones y falta de formación, la ruina de los futbolistas José Carlos Carabias A lo largo de sus dos décadas en activo, Immel disputó 670 partidos defendiendo los colores del Borussia Dortmund , Stuttgart y Manchester City, formando parte de la selección alemana , con la que ganó la Eurocopa de 1980 y fue subcampeona del Mundial de España 82 y México 86 , siempre con rol de suplente. En la Eurocopa de 1988 fue el portero titular de la Mannschaft, cayendo en semifinales ante los Países Bajos, que se proclamarían campeones al batir a La URSS en la final. Ositos de peluche en la portería Al margen de sus éxitos deportivos, hay un detalle que permanece en la memoria de los aficionados: el portero nacido en Stadtallendorf tenía la peculiar costumbre de colocar un osito de peluche en la portería, a modo de talismán. Tras su retirada en 1997, Immel se dedicó a la buena vida: Coches de lujo , interminables partidas de póker , gastos incontrolados y todo tipo de excesos . Hasta que varios errores financieros, una fractura de cadera y algunos problemas personales le llevaron a vivir una pesadilla que acabó en la ruina económica . Tal y como ha develado en el programa de televisión ' Über Geld spricht man doch ', Eike Immel, de 63 años , ha tocado fondo y actualmente vive de las ayudas públicas: «Ahora vivo con 1.136 al mes de prestaciones, de los que 573 euros van para pagar el alquiler y 562 para otros gastos. Es una verdadera lucha llegar a fin de mes... A veces sólo me quedan 2 euros en la cuenta corriente». Immel también ha confesado que su situación es tan precaria que un amigo suyo le ayuda dándole de comer gratis en su restaurante y que todos los muebles de su apartamento se los han regalado porque no podía permitirse comprar unos nuevos. El exportero internacional es consciente de que él es el principal responsable de haber acabado en su actual situación : «Hice cosas que cualquier persona normal diría que no pueden ser ciertas... No había pensado lo suficiente en el futuro. Gestionar el dinero nunca ha sido uno de mis puntos fuertes », comenta, añadiendo que «el dinero no era una preocupación para mí en el pasado. Me dedicaba a vivir la vida. A veces mi factura de teléfono móvil ascendía a 10.000 euros al mes», sentencia.

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