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"Anora", de Sean Baker, Palma de Oro en un palmarés de Cannes inmaculado

¡Ya era hora! Se impuso la sensatez de premiar nuevas voces, cineastas que llegaban a la sección oficial con ganas de abofetear a los grandes maestros, que, en esta 77ª edición del Festival de Cannes, se han dormido en los laureles (Coppola, Cronenberg, Schrader). El jurado presidido por Greta Gerwig demostró que se tomó en serio su trabajo, y, cosa nada frecuente, su palmarés coincidió a pies juntillas con las predicciones de la crítica. Con la excepción, algo disparatada, del premio al mejor guion a “La sustancia”, de Coralie Fargeat, y la sorpresa del premio al mejor actor para el estupendo Jesse Plemons por una película, “Kinds of Kindness”, que generó encendidos odios (no compartidos por este crítico), todo se desarrolló según lo previsto, y la extraordinaria “Anora” ganó una merecida Palma de Oro.

Desde su primera proyección para la prensa, “Anora” se erigió en una incontestable película de consenso. Sean Baker subvierte los principios de la comedia romántica, retrata la vida de una trabajadora sexual sin juzgarla, aborda las relaciones de poder económico y de clase en los vínculos afectivos, y factura una obra generosa, expansiva, capaz de contentar a sensibilidades tan distintas como la de Gerwig, el actor Omar Sy y el cineasta Juan Antonio Bayona, entre otros miembros del jurado. Habría sido precioso que fueran George Lucas y Francis Ford Coppola quienes le dieran la Palma de Oro a Sean Baker, porque entonces los supervivientes del Nuevo Hollywood le habrían cedido el testigo a un digno heredero de su espíritu.

Lamentamos la ausencia de la magnífica “Caught By The Tides”, del chino Jia Zhang-ke, pero, por lo demás, fue un palmarés inmaculado. Las estupendas “As We Imagine As Light” y “Grand Tour” se llevaron premios importantes, a pesar de que, sobre todo el admirable filme de Miguel Gomes, parecía un candidato demasiado radical para hacerse un lugar en el pódium. “Emilia Pérez” confirmó su condición de ‘crowdpleaser’ con dos premios, destacando especialmente el reconocimiento colectivo a sus cuatro actrices principales, representadas en el escenario por la española Karla Sofía Gascón, que dedicó el galardón “a todas las personas trans que estamos sufriendo todos los putos días”. Esa reivindicación política tuvo una lógica secuela con un premio especial para “La semilla de la higuera sagrada”. Parecía inevitable que, si Mohammad Rasoulof había llegado tan lejos, escapando de la cárcel en Irán, el jurado reconociera el valor simbólico de su gesto político. Aquí no se celebraba el cine sino la denuncia, el coraje y la resistencia. Amén.

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