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Guerra comercial de la UE contra China: coches eléctricos más caros y ciudadanos más pobres

Guerra comercial de la UE contra China: coches eléctricos más caros y ciudadanos más pobres

Para proteger a los ineficientes fabricantes de automóviles eléctricos en Alemania, vamos a perjudicar no solo a los consumidores europeos sino a los eficientes productores españoles de porcino

Las guerras comerciales no perjudican a todos salvo acaso a aquellos productores independientes que reciben la protección arancelaria. Por un lado, perjudican a los consumidores del país que establece los aranceles, los cuales han de pagar precios más elevados por la producción extranjera o, alternativamente, comprar la más cara producción nacional; por otro, perjudican a los productores extranjeros, los cuales no pueden vender en los mercados nacionales o solo hacerlo contra una contracción de sus márgenes de beneficios. En última instancia, pues, los aranceles contraen el tamaño del mercado, socavan la división internacional del trabajo y nos vuelve a todos más pobres (salvo, como digo, a los productores nacionales insuficientes que logran protección frente a la competencia extranjera).

Eso es lo que va a ocurrir, de hecho, con los aranceles que pretende imponer la Unión Europea contra los vehículos eléctricos chinos: que el proceso de reemplazo del coche con motor de combustión por el coche eléctrico (que, para más inri, pretende ser impuesta a partir de 2035 por Bruselas) va a resultar aún más cara de lo que ya iba a ser. Por consiguiente, más empobrecimiento sobre las familias europeas, las cuales tendrán que adquirir los más caros y peores vehículos eléctricos europeos o que pagar un sobreprecio en forma de aranceles. Pero las guerras comerciales pueden generar incluso más perdedores de los previamente identificados. Si la imposición de aranceles por parte de un país conduce a la imposición de represalias arancelarias (formales o informales) por parte de otros países, entonces el número de colectivos perjudicados se dispara. Y eso es lo que podría terminar ocurriendo también en este caso: China amenaza con investigar las exportaciones europeas de carne de cerdo, previsiblemente para acabar estableciendo nuevas restricciones. Por consiguiente, los damnificados de esta guerra comercial también serán los productores europeos (especialmente españoles) de carne de cerdo. Para proteger a los ineficientes fabricantes de automóviles eléctricos en Alemania, vamos a perjudicar no solo a los consumidores europeos sino a los eficientes productores españoles de porcino.

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