Irán se encamina a una segunda vuelta en las elecciones con un mano a mano entre un reformista y un ultraconservador
El reformista Masoud Pezeshkian lidera este sábado ligeramente el recuento de votos en las elecciones presidenciales iraníes, seguido muy de cerca por el ultraconservador Saeed Jalili, en unos resultados que apuntan a una segunda vuelta.
Hasta el momento se han contado 14.704.620 votos de unos 37.000 colegios electorales de las elecciones presidenciales celebradas ayer tras la muerte del mandatario Ebrahim Raisí en un accidente en mayo.
Pezeshkian, que pertenece al bloque reformista que busca una apertura gradual del país, lidera el recuento con 5.955.781 votos, seguido de cerca por Jalili con 5.560.321.
En tercer lugar aparece el que fuera el favorito cuando comenzó la campaña electoral, el pragmático conservador Mohammad Baqer Qalibaf, con 1.891.385, y el cuarto candidato es el clérigo Mostafa Pourmohammadi con 111.967.
Estos resultados parecen abocar a una segunda vuelta de las elecciones presidenciales, ya que ningún candidato lograría el 50 % de los votos, tal y como requiere la ley iraní.
Esa segunda vuelta se celebraría el viernes 5 de julio. Pezeshkian, cirujano de 69 años de la minoría azerí y exministro de Sanidad, comenzó con pocas expectativas pero ha ido ganando peso con un mensaje de acercamiento a Occidente y críticas al velo, a lo que se ha sumado el apoyo del bloque reformista.
El ultraconservador Jalili, ex jefe negociador nuclear iraní de 58 años, ha sido descrito como un “verdadero producto de la Revolución Islámica” y se muestra opuesto a Occidente.
El presidente iraní tiene capacidad de decisión en cuestiones nacionales y en menor medida en política exterior y de seguridad en Irán, donde Jameneí ejerce de jefe de Estado con vastos poderes.
El ganador de las elecciones tendrá que hacer frente a un momento geopolítico muy complejo, con la guerra en Gaza y las tensiones por el acelerado programa nuclear iraní, entre otras cuestiones.
Las elecciones se celebran en medio del descontento popular por la mala situación económica, la falta de libertades y un profundo desapego a la República Islámica, que apuntaban a una baja participación.
Esta apatía entre los 61 millones de votantes preocupa a la República Islámica, que otorga una gran importancia a la participación en las elecciones como muestra de su legitimidad y respaldo popular.
En las elecciones parlamentarias de marzo se registró la participación más baja en los 45 años de la República Islámica, cuando solo un 41 % del electorado acudió a las urnas, mientras que en las presidenciales de 2021 votó un 48 %.