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Sexilio: «Cuando me fui de mi pueblo y llegué a Madrid por fin pude ser yo mismo al 100%»

Sexilio: «Cuando me fui de mi pueblo y llegué a Madrid por fin pude ser yo mismo al 100%»

El 7,8% de la población LGTBIQ+ de España se ha visto obligada a abandonar su lugar de nacimiento por motivos de orientación sexual o identidad de género. Sergio, de 24 años, se «exilió» a Madrid dejando atrás una adolescencia compleja y en busca de ser bailarín. Lo consiguió

«Los homosexuales que somos de pueblo, según lo que he vivido yo en primera persona y también a través de comentarios de muchas otras personas que conozco, no tenemos una adolescencia al uso. Cuesta poder expresarte tal y como eres, ir de la mano con tu novio o vestir de determinada manera. Por eso, cuando llegué a Madrid pude ser yo mismo 100%.

Así explica Sergio Rodríguez, bailarín profesional y estudiante de Fisioterapia, lo que fue su sexilio. Una palabra que quizás alguien no haya escuchado todavía y que se refiere a la migración por motivos de orientación sexual o identidad de género, abandonar el lugar natal para poder vivir sin preocupación de ser insultado, vejado y maltratado por estas cuestiones.

«Cuando llegué a Madrid, para mí fue una liberación, no es que no estuviera cómodo del todo en mi pueblo, mi familia y mis amigas me apoyaban, pero sentía que tenía que salir de allí, no estaba a gusto del todo y también tomé la decisión por motivos profesionales quería ser bailarín», dice este joven procedente de un pueblo de Extremadura que ahora baila con grandes artistas y elabora coreografías para diversos espectáculos de éxito.

Y es que reconoce que allí "no era yo mismo, me estaba descubriendo y no me veía capaz de mostrarme como quería. No fue hasta que llegué a la capital cuando salí realmente del armario, pude verbalizarlo a los 20 años».

Insultos en redes sociales

Durante la entrevista con LA RAZÓN relata cómo fue su «compleja» adolescencia: «No me faltó el cariño de los míos, pero tenía la sensación de que, cuando iba por la calle, en el instituto o en cualquier contexto alguien me iba a insultar, como solía ocurrir. En el recreo siempre había algún grupo que decía: ‘‘Mira al marica ese con sus amigas’’. Luego también venían los insultos a través de las redes sociales de manera anónima, se metían conmigo, con que bailara...».

Pero todo aquello le hizo fuerte (a la fuerza, claro está) y supo lidiar con ello. No le afectó a los estudios, como suele ocurrirles a otros jóvenes, ya que «los suyos» nunca le fallaron y le impulsaron a seguir adelante con sus sueños. Eso sí, le costó luchar contra el estigma que le había perseguido durante su infancia. «Me apunté a clases de baile en una escuela fuera de Madrid, no quería que me viera nadie. Poco a poco fui quitándome los miedos», reconoce el extremeño que recientemente también ha trabajado con el artista Jorge González en su propuesta musical para el Benidorm Fest.

Para él, el problema del sexilio es algo muy serio para el que no existe más solución que la educación en igualdad. «Las políticas que se llevan a cabo o las iniciativas como el Orgullo de Pueblo están genial, pero no dejan de ser cosas puntuales, la clave está en la educación desde pequeños, enseñar a que todos somos iguales. Me preocupa, de hecho, ver a grupos de jóvenes que son muy intolerantes», lamenta.

«Nosotros hemos realizado un estudio sobre este fenómeno preguntando a personas del colectivo si han tenido que cambiar de país, municipio o provincia por motivo de su orientación. En base a ello, se puede dimensionar el problema y hemos conseguido unos datos que son parciales y siempre mejorables, pero que reflejan esta realidad. El 7,8% ha sufrido el sexilio y un 16,8% del colectivo ha valorado la opción de moverse de su lugar de origen», detalla el secretario de Organización de la Federación Estatal LGTBI+, Ignacio Paredero.

Éxodo en las Castillas

Tal es el problema, que el Gobierno encargará un estudio para medir el alcance real de este fenómeno en España: causas, consecuencias y experiencias de los propios afectados.

«Las comunidades autónomas desde la que emigran principalmente personas por su orientación sexual o identidad de género son principalmente Extremadura, Castilla y León y Castilla La Mancha. Por su parte, las comunidades receptoras de este colectivo son Madrid, Barcelona, Baleares y Canarias. Es una tendencia generalizada que también afecta, por ejemplo, a los matrimonios del mismo sexo. Donde menos se registran es en las Castillas y Extremadura, mientras que donde más matrimonios homosexuales se producen es en Madrid, Barcelona y las islas», concreta Paredero.

Según este experto, son factores clave para la migración del colectivo las zonas de baja densidad de población, aquellas donde el censó está más envejecido y las áreas rurales. «La explicación es que en estos lugares es donde existe, de manera general, porque también hay excepciones, una menor apertura a la diversidad. Es algo inevitable, simplemente por tema generacional, las zonas más jóvenes y dinámicas son las que resultan más atractivas para la población LGTBIQ+. También es donde hay más anonimato y donde la colectividad LGTBIQ+ es más fuerte y está más desarrollada», añade el portavoz de FELGTBI+ .

El estudio de esta organización ahonda también en la brecha de sexo a la hora de abandonar el luchar de nacimiento. Así, en el caso de ellos, son un 9,7% de los hombres CIS los que deciden dar el paso, mientras que las mujeres apenas suponen un 4,8. Aunque, sin duda, el colectivo que más sufre el sexilo es el de las personas transexuales, que llegan hasta el 20%

Alarmante despoblación

«El éxodo de las zonas rurales agrava la situación de la despoblación rural, ya que, precisamente las zonas de las que más personas del colectivo LGTBIQ+ abandonan su pueblo o ciudad provienen de las zonas con más problemas de despoblación y envejecimiento».

Por este motivo, según nos cuenta este experto «es necesario que haya más políticas para impedir que esto ocurra, que las personas no se vean obligadas a huir por su orientación sexual. Hay que fomentar las políticas de diversidad y de igualdad, hacer que estas sociedades sean más tolerantes. En muchos municipios se están produciendo además retrocesos importantes. Es un drama que siga saliendo cada vez más gente de las zonas rurales», puntualiza Paredero.

Sergio, por su parte, ha participado en alguna ocasión en la iniciativa Orgullo de Pueblo, que lleva la fiesta de la igualdad a los lugares más recónditos de la geografía española. Es más, este año, el joven formará parte de la organización del orgullo en su pueblo: «Para mí es una emoción enorme, estoy muy nervioso, pero a la vez ilusionado. Será el 13 de julio y ya estamos con todos los preparativos en marcha. Mis padres también están muy emocionados. Seguro que será una experiencia inolvidable», comenta a este diario.

Y es que, para Sergio, sus padres son una piedra angular en su vida. Son sus mayores fans por todo lo que ha conseguido «aunque, a veces la superprotección duele». Y lo dice porque, para que él no sufriera, sus progenitores le aconsejaban no vestir de un modo determinado «o no pintarme las uñas».

«Sé que lo hacen con todo su cariño, pero al principio se ponían de los nervios. Yo mismo, cuando iba al pueblo a visitarles, decidía cambiar mi vestimenta, pasar más desapercibido para no llamar la atención y que no pueda decirme nada nadie, pero ya no es así. No se puede vivir de tapado, hay que ser como cada uno desee sin miedo a que te insulten o te juzguen por ello. El problema lo tiene el que no respeta, no los que queremos ser felices y vivir en paz», reflexiona a punto terminar nuestra entrevista. El joven tiene una agenda que echa humo, «estoy en temporada alta, que estamos en el Orgullo» dice con humor.

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