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Estas son las razones para no volver al Museo de Antropología

Estas son las razones para no volver al Museo de Antropología

La última decisión del ministro de Cultura en su tarea descolonizadora de museos es la creación de dos comités de expertos

El señor Urtasun, a la sazón ministro de Cultura, empieza a provocarnos cansancio moral. Después de mi (mala) experiencia en el taller drag del Museo de Antropología, que resultó ser una burda pantomima para insistir en el borrado de la mujer y la supremacía blanca, el ministerio sigue adelante con su intención descolonizadora de museos y colonizadora de mentes. Todo va a ser tocado por la varita mágica de la resignificación, para bochorno no solo de quienes participamos en sus talleres, sino también de quienes visiten este museo y el de América.

Urtasun ha impulsado, según informa «El País», dos comités de expertos para actualizar y descolonizar el Museo de América y el de Antropología. La idea es elaborar un informe técnico con propuestas sobre la narrativa, los conceptos y las piezas exhibidas. Avanzan que no tendrán competencias jurídicas. Es decir, no podrán plantear la devolución de los objetos que consideren controvertidos, pero sus conclusiones serán la base para que ambos museos arranquen en 2025 con una muestra permanente renovada.

Su mala lectura histórica recuerda a la demolición de estatuas del Black Lives Matter en Estados Unidos. Aquí se repite una majadería similar que destapa el mal ajuste de cuentas con el pasado que hace la izquierda en España. Asistimos a un auténtico atropello cultural que delata la ignorancia y el limitado nivel cultural de quien lo propone. La intención de cambiar el pasado responde al deseo de imponer un pensamiento único para llevarlo a dogma de fe o verdad inviolable. No hay nada peor, como decía el Premio Nobel Pérez Esquivel, que el monocultivo de mentes. Borrar el pasado, aunque tenga episodios deplorables, nos empobrece. También la radicalidad de quienes se revuelven contra la historia cobijándose en el manto de la modernidad.

¿Quiénes serán los expertos? ¿Acudirán a fuentes científicas? Si, como adelanta la noticia, cada comité incluye al director del museo, a dos de sus trabajadores y a otros profesionales especializados en arte racializado, feminista, colonial y queer, ya tenemos la respuesta. Urtasun pasa por alto que no hay mejor arma que el conocimiento de la historia en sus contextos concretos, en lugar de comités endogámicos, rígidos e impermeables a todo lo que no proceda de su campo de visión.

Como quedó claro en el taller drag, estos profesionales despliegan un extraordinario relato echando mano de la miseria emocional con un lenguaje agresivo y superficial que se expande con la fuerza de un virus biológico. Estamos ante una manipulación psicológica que recurre a la falsedad como parte de su propaganda, como ocurrió en la Primera Guerra Mundial con el bulo de las fábricas de jabón humano. Pero Urtasun tiene enfrente a la oposición, que resiste cualquier tentativa de adoctrinamiento.

¿Hablamos del expolio que ha sufrido nuestro patrimonio? ¿Por qué no menciona a millonarios como William Randolph Hearst, que compró por 500 pesetas la reja del coro de la catedral de Valladolid que hoy luce el Museo Metropolitano de Nueva York? Arrampló también con el claustro del monasterio cisterciense de Santa María La Real de Sacramenia, en Segovia. Se encaprichó y lo desmontó piedra a piedra. Con las piezas se acabó construyendo un salón de fiestas en Miami. El desmantelamiento es mucho más amplio, pero poco parecer importar a este gobierno.

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