«Francia no tiene cultura del compromiso, así que va a ser difícil formar una coalición»
«¡Ingobernable!», titulaba en portada el diario Le Parisien el lunes 20 de junio de 2022. En la segunda vuelta de las elecciones legislativas del día anterior, la coalición presidencial de Emmanuel Macron, Ensemble (Juntos), había obtenido 245 diputados en la Asamblea Nacional, por los 137 de la NUPES (la Nueva Unión Popular Ecológica y Social de Jean-Luc Mélenchon, germen del Nuevo Frente Popular) y los 89 del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. Macron perdió entonces una mayoría absoluta que jamás volvería a recuperar. Invocó el presidente el artículo 49.3 de la Constitución para eludir el debate parlamentario más veces de las debidas. Impuso su ley a golpe de decreto –no en vano, la entonces primera ministra, Élisabeth Borne, pasó a la posteridad como Madame 49.3–, y consiguió sacar adelante algunas reformas con apoyos puntuales de la derecha tradicional de Los Republicanos y la extrema derecha. Sorteó el bloqueo pese a la acumulación de mociones de censura, pero superó el escenario de ingobernabilidad que hacía presagiar la primera plana de Le Parisien. El escenario que abren las legislativas del pasado domingo es mucho más complejo, sin embargo, y Macron lo tendrá aún más difícil. Ariane Bogain, especialista en política francesa y profesora en la Universidad de Northumbria, analiza unos resultados electorales históricos en conversación con LA RAZÓN.
Francia salva, de nuevo, una bola de partido en las urnas para frenar a la extrema derecha. Y lo hace contra todo pronóstico, cuando parecía que el frente republicano estaba más agrietado que nunca. ¿Qué ha sucedido para que la sociedad francesa haya reaccionado de esta manera?
Quedó demostrado que el frente republicano, que parecía agotado tras las presidenciales y legislativas de 2022 –dado que a los votantes les fastidiaba tener que votar siempre «en contra de» en lugar de «a favor de»– sigue vivo y coleando. Es la principal lección: el frente republicano fue mucho más eficaz de lo previsto. Y esto demuestra que, pese a la normalización y la transversalización de la extrema derecha en Francia, sigue dando miedo a demasiados votantes, que hicieron lo que tenían que hacer para bloquearla: un voto táctico. Esta vez funcionó porque había, además, una sensación real de que la extrema derecha estaba muy cerca del poder, de que la posibilidad de tener un primer ministro de extrema derecha era real. Los votantes decidieron que no querían eso, y por eso el frente republicano funcionó.
El Nuevo Frente Popular dio la sorpresa de la noche con una victoria histórica, y el macronismo se mostró sólido. ¿Por qué no supieron verlo las encuestas? ¿Qué cambió entre la primera vuelta y la segunda?
Las encuestas subestimaron la fuerza del frente republicano. No pensaron que sería tan eficaz como lo había sido en el pasado. Pensaron que los votantes no querrían volver a votar en contra en vez de a favor. Así que el ganador de la noche no fue la izquierda, sino el frente republicano, y su fuerza no se tuvo en cuenta en la predicción. Diría también que la extrema derecha no se ayudó a sí misma, porque vimos cómo sus candidatos se alejaban de sus medidas sociales y volvían a su programa central: el nativismo, la preferencia nacional. Justo lo que habría asustado a los votantes más moderados que podrían haber estado tentados de votarles. También vimos demasiadas polémicas con muchos de sus representantes, que exhibieron su racismo, antisemitismo u homofobia. Y eso habrá convencido a muchos votantes de que, a pesar de sus esfuerzos por normalizarse, siguen siendo un partido profundamente de extrema derecha, un partido profundamente peligroso.
Ningún bloque cuenta con la mayoría, ni absoluta ni relativa, para gobernar en solitario. ¿Qué escenarios se abren ahora? ¿Cuál cree que es el más probable? Macron deberá cohabitar.
Esta es la gran pregunta. Nadie sabe lo que va a pasar. La nueva Asamblea Nacional está aún más fragmentada que la anterior. Nadie tiene mayoría absoluta y puede que el bloque de izquierdas tenga el mayor número de escaños, pero está muy lejos de la cifra mágica de 289, así que nadie puede gobernar por su cuenta. La izquierda en particular no puede decir, «bueno, ganamos ayer, por lo tanto, vamos a tener un primer ministro y vamos a aplicar nuestro programa». No pueden decir eso porque no pueden hacerlo, porque no tienen los números en la Asamblea Nacional para aprobar sus leyes. Así que la única solución es una coalición. Pero, en primer lugar, Francia no tiene una cultura de compromiso, así que va a ser difícil formar una coalición. En segundo lugar, la ideología programática de los tres bloques principales es muy diferente. Y dentro del propio bloque de izquierdas, también hay diferencias bastante significativas. Por ejemplo, sobre Ucrania, la Unión Europea o la energía nuclear. Así que la pregunta clave es: ¿a quién encontrarán para hacer una coalición? ¿Qué tipo de coalición? ¿Será una coalición propiamente dicha como la que tienen en Alemania, con un programa, unos objetivos claros? ¿Será una especie de caso por caso? ¿Qué programa? Y esta es la pregunta clave. Está muy bien decir que necesitamos una coalición, vale, pero ¿con qué programa? ¿Qué van a hacer exactamente? Por ejemplo, la reforma de las pensiones. La izquierda quiere anularla. Vale, bien, pero ¿con quién vas a pactar eso? El bloque de Macron no va a querer, y el bloque de la derecha republicana tampoco. Entonces, ¿qué? Los posibles escenarios son tres: una coalición entre la izquierda y los miembros más escorados a la izquierda del bloque centrista; una coalición entre el bloque centrista con el Partido Socialista y los Verdes con el respaldo de la derecha republicana; o un Gobierno técnico como el que tenían en Bélgica o en Italia, para colocar a una figura de consenso que más o menos dirija el país, sin emprender ninguna reforma, y esperar a la siguiente disolución.
El macronismo descarta a Mélenchon y Mélenchon descarta al macronismo. ¿Quién quedará en pie?
No creo que Mélenchon llegue a primer ministro, y no es porque Macron no lo quiera. Si Mélenchon fuera el líder de una mayoría absoluta, Macron no tendría elección. Tendría que nombrar a Mélenchon. La razón por la que Mélenchon, en mi opinión, no va a convertirse en primer ministro es porque los miembros del bloque de izquierdas que no forman parte de su partido, La Francia Insumisa, no lo quieren. Y quedó muy claro durante toda la campaña. Si escuchas al Partido Socialista, a los Verdes, al Partido Comunista, queda claro que no quieren a Mélenchon. Y eso es porque no es lo suficientemente proclive al acuerdo. Es una figura demasiado controvertida, asusta a muchos votantes y no sería capaz de reunir una coalición con su nombre. Así que me quedaría boquiabierta si llegara a primer ministro, pero no creo que lo haga porque tiene demasiados oponentes, incluso dentro de su propio bloque de izquierdas.
¿Qué nombres pondrías encima de la mesa para ser el próximo primer ministro? ¿Hollande, Tondelier, Berger, Faure...?
Creo que tendrá que ser alguien lo suficientemente consensuado como para reunir a su alrededor a otros partidos o al menos a otros individuos de otros partidos. Una especie de figura a lo Jean Castex, el antiguo primer ministro durante la época de Covid-19. Es decir, alguien no demasiado controvertido y lo suficientemente equilibrado como para mantener unida una coalición (si es que la hay) que seguramente estará plagada de conflictos.