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Una brújula para no perder el norte

Una brújula para no perder el norte

Las propiedades de la magnetita se conocían en China desde el primer milenio, pero no será hasta el siglo XII cuando encontremos tanto en Europa como en Oriente su uso en brújulas

Una brújula es un instrumento de navegación que consiste en una pequeña caja que contiene una aguja imantada que señala el norte magnético de la tierra, norte que debe distinguirse del norte geográfico de la tierra señalado en los mapas en los que la superficie terrestre se representa como plana, por lo que tenemos que convertir el acimut en rumbo. La diferencia entre el norte magnético y el geográfico es la declinación magnética, declinación que viene indicada en la leyenda de los mapas y que debemos tener en cuenta al orientar nuestro mapa en la dirección a la que pretendemos ir. La mayoría de las brújulas de calidad posee un limbo giratorio que permite corregir la declinación magnética de modo que cuando consultemos la brújula no tengamos que pensar los grados de diferencia entre el norte geográfico y el magnético ya que han sido corregidos previamente.

El origen de la brújula no está muy claro, algunos creen que las propiedades de la magnetita ya se conocían en China en el primer milenio antes de Cristo, hecho que no es extraño ya que occidente en el siglo VI a.C tales de Mileto señalaba las propiedades de la magnetita y su capacidad para atraer el hierro, aunque en occidente el fenómeno no tuviese aplicación práctica. Sin embargo, en China las propiedades de este mineral ya se sistematizaron en el siglo I, en un texto del tiempo de Wang Mang de la dinastía Hsin ( 9-23 d.C) , a través de un invento que llamaron «Cucharon de su Majestad». Éste objeto consistía en una especia de cuchara de hierro que colocada sobre una placa de bronce que la hacía girar, cuando se detenía la parte cóncava señalaba al sur y el mango al norte magnético.

Al margen de su uso en rituales cortesanos se utilizó en rituales de adivinación como se indica en el texto de Wang Ch’ung del 83 d.C. Sim embargo los usos de la magnetita en este periodo en China no reflejaban las propiedades geográficas del mineral. Hay que esperar al siglo XI para encontrar referencias a una protobrújula china, en el texto de Wu Chin Tsung Yao donde se describe un cuenco lleno de agua donde flota un pez de madera en el que se ha encajado una piedra imán. Se tienen constancia de uso en la navegación en China en el siglo XII. Pero, ¿cómo se navegaba antes de la existencia de la brújula? Tanto griegos como romanos se orientaban por la posición del mar y de las estrellas, al igual que los vikingos que además seguían rumbos fijos siguiendo a las ballenas y enviando cuervos a las costas para determinar la proximidad de la tierra. Pero todos estos sistemas no eran exactamente fiables y los barcos en ocasiones se perdían.

Medidas de rumbos

En Europa la primera mención a la capacidad del magnetismo para señalar la dirección la realiza Alexander Neckam (1157-1217), en su obra "De naturis rerum". Neckam fue un sabio inglés considerado el último representante del renacimiento del siglo XI y uno de los fundadores de la escuela inglesa de filosofía y ciencias naturales a la que más tarde pertenecería Roger Bacon. En el mundo árabe, la primera mención de la brújula aparece en un manual comerciantes, el "Libro de los Tesoros de los Mercaderes", escrito por Baylak al Kibkhi en el Cairo en 1282, donde menciona el uso de la brújula en un barco cuarenta años antes, es decir en 1242. La brújula seca para navegación fue inventada alrededor de 1300 atribuida a la figura mítica de Flavio Gioia, un personaje que probablemente nunca existió. En el siglo XIV, apareció la rosa de los vientos un disco con marcas de divisiones de grados y subdivisiones que señalaba 32 direcciones celestes atribuida a Raimundo lulio.

Al principio en la rosa de los vientos no había un norte establecido pero a partir de 1504, con la carta náutica de Pedro Reinel se coloca sobre la rosa de los vientos la flor de lis que permitía orientar el mapa al norte. En el siglo XIX, Sir William Thomson independiza la brújula del movimiento del barco, colocando la aguja sobre la rosa de los vientos llenado la caja con aceite para disminuir las oscilaciones. Ya en el siglo XIX aparece la brújula giroscópica, alguna de estas brújulas incluye un transportador que permite tomar medidas exactas de rumbos directamente en un mapa.

Si bien la brújula ha sido un objeto indispensable en barcos y travesías, actualmente existen sistemas más precisos de geolocalización como los G.P.S (Global Position System), que permiten conocer la ubicación exacta gracias a la recepción de señales de diferentes satélites y diseñar desplazamientos entre dos puntos aumentando la seguridad. Hoy todo el mundo utiliza el GPS hasta en las ciudades, pero en los lugares donde no hay buena señal conocer el uso de la brújula facilita que lleguemos a buen puerto sin perder el norte.

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