El renacimiento del conde de Foxá: el "gordo" que "ganó la guerra y perdió los manuales de literatura"
Agustín de Foxá es -fue- un lujo de España, tal y como recoge Ignacio Ruiz-Quintano en el prólogo de la editorial Renacimiento a su más famosa novela, 'Madrid de Corte a Cheka', por la cual es principalmente (re)conocido el conde de su propio apellido.
Pero, en contra de lo que parece, el diplomático y escritor madrileño no sólo dejó escrito este magnífico relato donde novela los comienzos de la Guerra Civil vividos en primera persona. De hecho, 'Madrid de corte a cheka' iba a formar parte de una tetralogía de historia contemporánea española al modo de los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós.
Así, 'Misión en Bucarest', que acaba de reeditar primorosamente la editorial sevillana Renacimiento, se trata de una suerte de continuación inconclusa de las aventuras de José Félix Carrillo, esta vez protagonizadas por Julio Vega, supuesto representante diplomático de la República española en Rumanía (agente doble del franquismo), quien es un trasunto del autor; que, como Julio Camba, hizo relato de prosa bon vivant de allí por dónde pasó en su carrera como dignatario: Rumanía, Finlandia, Argentina...
Una obra inacabada, quizás por la reconocida pereza del autor, que iba a ser prolongada en 'Salamanca, cuartel general', título de la tercera entrega de sus episodios; novela que solamente se quedó en eso: en su nombre. ¿Podríamos esperar de ella algo parecido a 'La leyenda del César visionario' de Francisco Umbral pero tomando partido por el bando nacional? Quizás.
Las aventuras amorosas y políticas de Julio Vega en el país del conde Drácula y de los coches Dacia, que tienen mucho de las vivencias personales del propio Foxá, fueron publicadas por primera vez en 1965 por Prensa Española, de manera póstuma. En 2009 se recuperaron por la editorial sevillana Aportes, y una vez agotadas sus existencias, la también hispalense Renacimiento, con Abelardo Linares a la cabeza, reedita quince años después estas peripecias consulares, cínicamente antisemitas (no se olviden que es ficción), acompañadas de seis breves cuentos o relatos del marqués hasta la fecha prácticamente desconocidos para el gran público.
Esta novela interruptus, en su argumento, por las celada que el protagonista le tiende a los simpatizantes de la causa republicana española, hace pensar en el reciente 'Mil ojos esconde la noche', de Juan Manuel de Prada, donde la misión del protagonista, el falangista Fernando Navales, es la de embaucar "a los rojillos" exiliados en el París de la II Guerra Mundial. La estructura, de gran relato inconcluso y cuentecillos agregados, sin embargo, evoca 'Gente que se fue', de David Gistau.
Los relatos se tratan de 'Olor a cera', relatillo taurino donde Agustín de Foxá da salida a sus amplios conocimientos de tauromaquia en una narración castiza y de signo trágico entre la Sevilla de la Alameda de Hércules de Joselito y la Madrid de Las Ventas; amén del fantástico (en todas sus acepciones) 'Viaje a los efímeros', donde el autor se atreve con el género fantástico, entre la distopía y la sátira, en la senda del irlandés Jonathan Swift y sus 'Viajes de Gulliver'.
También podemos disfrutar del excelente y angustioso 'Hans y los insectos', entre la fábula y el elemento fantástico, donde el autor toma partido abiertamente por la dispendiosa cigarra en su conflicto con la ahorrativa hormiga. En 'Santarán', donde cuenta la historia de la pareja de indios que Colón se trajo de América para presentarlos ante los Reyes Católicos, y en 'El Lobizón', donde se aborda desde una perspectiva original la leyenda del hombre lobo, hay reminiscencias de su coetáneo Jorge Luis Borges; su enciclopedismo, su prosa encajada de diamantes y piedras preciosas nos evocan al padre de 'El Aleph'.
'El Príncipe Pablo', por último, es un relato decadente, de un miembro de una realeza desaparecida de unos territorios bálticos, exiliado en París, que Foxá bien conoce por su etapa de diplomático en Finlandia y cuyo testimonio Renacimiento recogió en 'A orillas del lago Ladoga'
Como dijo Andrés Trapiello en su enciclopédico ensayo 'Las armas y las letras', el conde de Foxá fue uno de los principales escritores que, por alinearse abiertamente con el bando nacional, "ganó la guerra pero perdió los manuales de literatura".
Ello condenó durante muchos años la literatura (narración, teatro, poesía) del autor de 'Cui-Ping-Sing' a los polvorientos altillos de las bibliotecas. Le pasó a Chaves Nogales por irse con la tercera España: cuya basta y excelente obra, más allá del 'Belmonte', ha sido exhumada y celebrada.
"Y la tercera clase de hombres: aquella que no quería a España ni 'fascista' ni 'comunista', sino 'ginebrina', 'afrancesada', y 'masónica'... Yo no pido a la juventud que aniquile o fusile a tal clase de hombres. Yo solo exijo a esa juventud que los deje cumplir su propia voluntad, lo que ellos mismos pidieron al Destino. ¡Ni con la España roja ni con la futura España de nuestra Falange nacional! ¡Que se queden sin patria!", expresó Foxá, por cierto, acerca de esta tercera España.
Afortunadamente hoy, gracias a la labor de personas de la cultura como Abelardo Linares o el prologista de este compendio Luis Alberto de Cuenca, tenemos fácil acceso a la excelente obra de Foxá, además editada con el primor que se merece, como artículos de lujo.