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Karol G se corona como reina latina y se cura el "cora" en el Bernabéu

Karol G se corona como reina latina y se cura el

La Bichota enciende el coliseo madridista con cuatro conciertos consecutivos que la coronan como la reina indiscutible del género urbano en español

Hace una década larga, cuando los que se supone que saben más de esto comenzaron a hablar de “género urbano” para agrupar -no sin un tufo de racismo inherente- a todo aquello que les sobraba por venir de los márgenes, pocos podían imaginar que la primera persona en llenar el renovado Santiago Bernabéu durante cuatro noches seguidas sería una mujer, colombiana y reina del reguetón a este y al otro lado del charco. Karol G, en paisa, se presentaba anoche en el icónico coliseo madridista para, en cierto modo, cerrar un círculo tanto vital como profesional.

“Mañana será bonito”, el celebrado disco que le valió un porrón de Grammys (Latinos y de los prestigiosos de verdad) la pasada temporada de premios también daba nombre a su espectacular gira, que la ha visto llenar de banderas latinoamericanas los pabellones y estadios más importantes de Europa. “¿Y qué si somos todos latinos?”, replicaba la cantante y productora durante uno de sus shows en Alemania, encendida ante los ociosos comentarios en redes sociales que la ¿acusaban? de no tener tirón entre los nativos. Los nativos, lo que no entienden algunos, han sido capaces de asimilar la cultura de la Bichota (y no al revés), desde sus sonoros e intrascendentes “hijueputas” hasta los dejes más trascendentales del vallenato, el merengue o la cumbia, para vibrar con lo que también sienten como suyo. Le moleste a quien le moleste. Le joda a quien le joda.

Por eso, y con esa actitud altiva pero monísima en rosas, conejitos, abejitas y margaritas, Karol G fue capaz de hacerse oír mejor que nadie todo el centro de un Bernabéu recién alicatado, ahí mismo donde hace unos días Mbappé solo pudo igualarle el poder de convocatoria dejando las entradas gratis. “TQG”, el himno de revancha feminista que levantó junto a Shakira en el momento más ridículo de la segunda, para salvarla quizá en buena pose de sororidad, se dejó sentir en Chamartín como el preludio de la noche de emociones que la natural de Medellín tenía planeada para su público y que comenzó dos horas antes de que dieran las nueve y treinta de la noche y saliera, puntual, al escenario en forma de flor que plantó en el verde. No, el Bernabéu no le quedó grande. Antes, su productor Ovy on the Drums (uno de los mejores del género), había amenizado la espera y también el agobio, por la olla a presión en la que se puede convertir el estadio madridista en verano cuando al aire le da por no seguir el ritmo de la música.

Y si bien lo profesional hacía coronar a Karol G como reina del género, lo personal también parecía encontrar un cierre en sus cuatro conciertos del Santiago Bernabéu, curándose por fin del “cora” y entregándose ante un respetable mucho más emocional de lo que uno podría esperar. Al final, como estudio sociológico, pocos lugares aciertan a ser mejores que un concierto masivo: la fan -en femenino- de la colombiana se vistió anoche con “outfit” discotequero, con las heridas románticas todavía abiertas y con una disposición absoluta a llorar por las oportunidades perdidas y los sueños encontrados. A las numerosas camisetas de la selección cafetera, amarillo chillón Valderrama, se sumaron ayer sombreros de vaquera y mucho, muchísimo rosa, epatando y empatando con el espíritu “cuqui” que parece dominar este cierre de era de la colombiana: si vamos a llorar, que sea de felicidad.

Lo cuqui y lo barroco

“Piensas que yo me quedé tranquila, y los tengo haciendo fila”, gritó desde bien adentro la colombiana para continuar su show de la mano de uno de esos primeros “pegaos” duros en todo el mundo como “Mi cama”, para luego revisar temas de este último disco como el dramático “X si volvemos” y cerrar un excelente y vertiginoso primer tramo con “Tusa”, la canción que firmó junto a Nicki Minaj justo antes de que estallara la pandemia y que, de algún modo, nos salvó de morir de aburrimiento al ritmo de las goteras en el encierro. Y es que uno, abrumado por la inmensidad del coliseo blanco, se llega a cuestionar si toda esta parafernalia de conciertos (aunque nos dé igual que sea Karol G. Taylor Swift, Luis Miguel o Duki), no será acaso una respuesta reaccionaria y barroca a aquellos meses de oscuridad absoluta, cuando uno, también, tuvo que ir a conciertos de “punk” con asiento asignado, mascarilla e imposibilidad absoluta de caos.

Al cierre de esta edición, y después de que el estadio se viniera abajo con las primeras palabras en prosa de la colombiana sobre el escenario, Karol G comenzó a bajar a lo melódico con el que quizá sea el tema más potente y mejor escrito de su último álbum, “Amargura”, en el que a partir del tema “La cura” del histórico Frankie Ruiz habla de una ruptura de esas que escuecen incluso cuando ya no duelen, como quien avanza que va a llover por aquella peladura de rodilla infantil. En Madrid por gris que se pusiera el cielo no llovió, más allá de la “torraera” de sudor que lleva atada a sí la jungla de cemento de la Castellana, pero sí que jarrearon lágrimas durante la canción, gritada como un bolero de Jaramillo o un medio tiempo de Paquita, la del Barrio.

Barroca, orgullosa y sinuosa, reivindicación de la curva a sancocho, pesas o bisturí, Karol G no dejó siquiera que la presencia de su infame ex pareja en la ciudad (Anuel AA toca este fin de semana en un festival de reguetón en la Caja Mágica) manchara su récord ni su espíritu en femenino singular. Apenas hubo espacio, incluso en las mismas canciones que comparte con otros artistas, para “snippets” ajenos. Solo ella como absoluta reina latina, sin equis, sin invitados, “no sabos” ni “nepo-babies” por medio. Y, más allá de los datos, los golpes en el pecho y el colapso de “stories” de Instagram, la multitudinaria tetralogía de la colombiana en la nueva catedral de la música en directo en España viene también a significar un cambio de signo, la consagración del género urbano como el nuevo rock, nueva religión del popular llano. Y que soporten. “Mañana será bonito”, pero el presente lo domina Carolina Giraldo, Karol G para las más de 60.000 bichotas que se apropiaron anoche de la sucursal “fife” por excelencia.

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