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"A que no me pillas, cara de... ¿Papilla o tortilla?" El debate que divide España en los colegios

Cuando los niños son pequeños y juegan todos juntos en el patio del colegio, antes de que sus cerebros preadolescentes sean consumidos y monopolizados por los "smarphones", utilizan cánticos y expresiones que han ido pasando de generación en generación a lo largo de los años.

Estas rimas, poemas y formas de juego se han transmitido por tradición oral desde tiempos inmemoriales y, como veremos más adelante, muchas de ellas son comunes en los patios de los colegios de España y de países extranjeros, haciendo de ellos una cultura universal.

Poemas y cancioncillas de la infancia

Muchos de los juegos que realizan los niños sin la necesidad de utilizar la tecnología moderna (como mucho, una pelota o una comba) van acompañados de melodías y estribillos que marcan el ritmo de los mismos.

Hay algunos de estos poemas que tienen estrofas más impactantes que otros, como "En la calle 24" ("una vieja mata un gato con la punta del zapato") o "Don Federico". Otros, sin embargo, son mucho más inocentes, como el juego de palmas de "Choco choco la la".

La rayuela, el escondite inglés, la gallina ciega, polis y cacos, balón prisionero, teléfono escacharrao', el pañuelo, la comba, el ratón y el gato, el juego de las sillas, etc. Existen infinidad de modalidades de juego con las que los niños son capaces de llenar, el que siempre les parece corto, tiempo de recreo.

¿A que no me pillas, cara de...?

A veces estos juegos eran complicados, mientras que otras veces, como el caos del pasatiempo del que hablaremos hoy, simplemente se trata de molestar al otro un poco y "salir pitando" lo más rápido posible.

Y es que, muchas veces, lo más simple es lo mejor y lo más entretenido. Esta clase de ocio es fundamental para que los más pequeños aprendan a seguir unas normas de conducta con los demás, al tiempo que socializan, hacen deporte y refuerzan su creatividad y su astucia.

El gran cisma de divide España, metafóricamente y al menos entre los niños, es sobre qué expresión utilizan para insultar al otro e invitarle a que los persiga, iniciando una partida de "pilla pilla" improvisado.

Tomo comienza cuando un niño se acerca a otro, lo toca con la mano y sale corriendo mientras grita lo siguiente: "¿A que no me pillas, cara de...?". Existen fuertes controversias alrededor de qué palabra sigue al final de esta frase.

La cuenta oficial de "Yo fui a EGB" en Facebook, una saga de libros que ha sido todo un superventas en España por su explotación del factor nostálgico entre las generaciones de mediana edad, lanzaba esta pregunta hace años a sus seguidores.

La misma duda se han planteado numerosos usuarios de las redes sociales en los últimos tiempos. Existen, principalmente, tres bandos: cara de tortilla, cara de papilla y cara de morcilla. A éstos habría que añadirle las expresiones de quienes eran aún más originales de pequeños.

Aunque no sé sabe muy bien por qué, cantidad de generaciones han utilizado esta pequeña chanza o insulto suave parta animar a sus compañeros de patio a que les atrapasen. Cuál de las tres opciones es más adecuada, ofensiva o apetitosa ya queda en la opinión de cada uno.

El "pilla pilla" es internacional

Aunque podamos pensarnos que este juego de insultar al otra y salir corriendo evitando que nos atrape se da solo en los patios de colegio de España, lo cierto es que es una experiencia global.

Lidia Monfort León, quien lleva más de diez años escribiendo el blog "Mariposas en Noruega" explicaba cómo le llamó la atención la curiosa expresión que utilizaban los colegiales noruegos cuando jugaban al "pilla pilla".

Aunque las reglas son básicamente las mismas, en este país escandinavo los niños dicen "Ha det på badet, din gamle sjokolade", que vendría a significar algo así como "Adiós en el baño, viejo chocolate". Según explica la autora del blog, esta misma la utilizan los adultos para hacer reír a los más pequeños cuando están tristes por algo.

Ciertamente, no tiene mucho sentido al traducirlo literalmente, aunque al menos en noruego sí que rima, aunque tampoco se puede intentar buscarle una explicación racional a todo lo que hacen o dicen los niños.

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