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El ministro de Exteriores ucraniano visita China tras el incierto panorama electoral en EE UU

El ministro de Exteriores ucraniano visita China tras el incierto panorama electoral en EE UU

Dmytro Kuleba viaja por primera vez a Pekín, uno de los principales socios de Moscú tras la invasión, para explorar nuevas vías de paz

El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, aterrizó este martes en Pekín convocado por su homólogo Wang Yi, en su primera misión a China desde el estallido de la agresión rusa contra Kyiv en febrero de 2022. El propósito declarado de este encuentro de tres días es explorar todas las vías posibles para encontrar una solución política que ponga fin al conflicto armado en Ucrania. Pese a sus estrechos lazos económicos, diplomáticos y militares con Moscú, Pekín ha expresado en repetidas ocasiones su voluntad de desempeñar un papel mediador en la prolongada guerra, y se ha presentado como un interlocutor conciliador frente a los occidentales, a los que acusa de «echar leña al fuego» con su suministro de armas a Ucrania.

La visita de Kuleba, que se extenderá hasta el viernes 26 de julio, se produce tras las duras críticas de la OTAN a la ayuda económica china a Moscú y una semana después de que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, abriera por primera vez la puerta a conversaciones con Rusia.

El canciller ucraniano anunció a través de Instagram que el objetivo de su misión es entablar «extensas, detalladas y sustanciales negociaciones» con sus homólogos chinos, en un aparente intento por acercar posiciones y alcanzar un acuerdo de paz en el conflicto bélico que asola Ucrania desde hace ya tres años. «Debemos evitar planes de paz contrapuestos», declaró Kuleba. Según informó la oficina de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano, la agenda de la visita «tendrá como principal objetivo la búsqueda de vías para detener la agresión rusa y el posible papel que China pueda desempeñar en la consecución de una paz consolidada y justa».

La gira se perfila como un movimiento estratégico por parte de Ucrania, dado el delicado equilibrio que Pekín ha mantenido desde el inicio de la guerra en febrero de 2022, evitando tomar una posición clara a favor de Rusia o de Occidente. Algunos observadores consideran este movimiento como «inesperado», dada la estrecha relación entre China y Moscú y las maniobras desplegadas por los diplomáticos chinos para mantener las distancias con los altos cargos ucranianos. Sin embargo, para ciertos expertos políticos, este empeño podría representar una oportunidad única para desbloquear el conflicto y encauzar las negociaciones hacia una solución duradera.

La cita se enmarca en el proceso de diversas iniciativas de paz surgidas en los últimos meses, con el telón de fondo de la prolongación de los combates y la incertidumbre ante las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre, que podrían suponer el regreso del expresidente Donald Trump. Este último ha amenazado con limitar los flujos de ayuda a Ucrania y presionar para entablar conversaciones entre Kyiv y Moscú que puedan poner fin rápidamente a la contienda.

Fue hace un año cuando el máximo dirigente chino, Xi Jinping, comunicó al presidente ucraniano que «China siempre está del lado de la paz». No obstante, en la reciente cumbre internacional patrocinada por Suiza y convocada para buscar una solución pacífica a la guerra, el país asiático no estuvo presente en absoluto. En ella participaron delegaciones de 100 países, y desde entonces Ucrania ha declarado que confía en poder organizar otra en noviembre, en la que podrían acudir delegados de Moscú. La notoria ausencia de China fue aún más flagrante por el enorme esfuerzo de Pekín para intermediar en un acuerdo entre los países implicados en el conflicto.

El argumento esgrimido por Xi para justificar su inasistencia fue que en la convocatoria no estaban debidamente representadas todas las partes, es decir, Rusia, que no había sido incluida en la lista de invitados. Las relaciones entre Xi y Putin se han estrechado tanto que las voces críticas sostienen que no cabe esperar que el dirigente chino pueda mostrarse firme en su papel de pacificador.

En esta ocasión, el gigante asiático presentó junto con Brasil un plan de paz de seis puntos en las semanas previas en el que pedían la preparación de una conferencia de paz internacional independiente en la que estuvieran representados tanto Kyiv como Moscú. Esta alternativa diplomática llevó a Zelensky a proferir contra Pekín sus más duras acusaciones desde el estallido de la crisis, al afirmar que los esfuerzos chinos minaban las conversaciones de paz suizas al presionar a algunos países para que no asistieran y a otros para que no firmaran el comunicado final.

Con todo, China reconoce a Ucrania como un Estado soberano y no suscribe la narrativa rusa de que el país es una marioneta nazi de Occidente. También mantiene contacto directo con Kyiv, se ha pronunciado en contra de las amenazas nucleares rusas y no ha apoyado públicamente la invasión. Asimismo, ha afirmado vagamente que debe respetarse «la soberanía de todos los países», sugiriendo sutilmente que la injerencia podría no ser justificable. Pero, desde hace ya veintinueve meses, las esperanzas de una intervención política china para restablecer la paz en Europa se han visto frustradas.

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