World News

Crítica de "El buen italiano": mi patria es el mar ★★

Crítica de

Dirección: Eduardo de Angelis. Guion: Edoardo de Angelis y Sandro Veronese. Intérpretes: Pierfrancesco Favino, Johan Heldenbergh, Massimiliano Rossi, Luca Chikovani. Italia, 2023. Duración: 120 minutos. Drama.

El título en castellano de “Comandante” puede llamarnos a engaño. ¿Entiende lo mismo por “buen italiano” Giorgia Meloni que Mussolini? ¿Es acaso una traducción en clave irónica o quiere despojar al heroísmo de su componente ideológico? Si atendemos a la génesis de la película, el guionista Veronesi y el director De Angelis descubrieron la figura de Salvatore Todaro cuando, indignados por la xenófoba política migratoria de Matteo Salvini, se enrolaron en el movimiento de apoyo a los inmigrantes Corpo. Comandante de la guardia costera metido a capitán de submarino en los albores de la Segunda Guerra Mundial, Todaro salvó a los tripulantes de un barco belga, supuestamente neutral, que les había atacado. Para él la ley del mar estaba por encima de la ley de la guerra, y, guiado por el faro de su humanismo, prefirió contradecir el protocolo bélico y obedecer a su deber moral.

El buen italiano es, pues, el buen fascista. El fascista fascinado por las máquinas, como dictaba el futurismo, que se percibe a sí mismo como un iluminado, como un nuevo Mesías, como un protagonista de “La Ilíada”, como un vidente que cree más en la intuición que en las brújulas. El fascista que deja a un lado la política para sublimar sus principios heroicos. La película, que tiende a una estética ampulosa, se beneficia de la corpulencia, de la autoridad de Pierfrancesco Favino para impregnar de nobleza los dilemas morales de Todaro, haciendo de la integridad de sus principios una forma de estar en el plano. Resulta paradójico que, habiendo nacido como un proyecto de izquierdas, acabe navegando entre las aguas de la ambigüedad ideológica: es cierto que Todoro prefiere salvar vidas humanas a condenarlas en nombre de Mussolini, pero su mesianismo nos recuerda que, al fin y al cabo, lo hace porque encarna el patriotismo alucinado de una Italia que se adora a sí misma. Seguro que a Meloni le ha gustado “El buen italiano”.

Lo mejor: Pierfrancesco Favino aporta autoridad y solidez a su personaje.

Lo peor: su grandilocuencia estética engola y contradice su discurso humanista.

Читайте на 123ru.net