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El ejemplo de Steiner, el momento más emotivo de la historia de los Juegos Olímpicos

El ejemplo de Steiner, el momento más emotivo de la historia de los Juegos Olímpicos

Pocos se acuerdan de ella, pero ocurrió en los JJ.OO. de Beijín 2008 y aún sigue haciendo saltar las lágrimas a todo aquel que revisita el vídeo

Ya han dado comienzo los esperados Juegos Olímpicos 2024, que durante este año serán acogidos por la ciudad de París, y donde los atletas de más alto nivel de todo el mundo medirán sus habilidades para intentar llevarse la gloria (y el oro) a casa.

Tendrán lugar del 26 de julio al 11 de agosto, por lo que en poco más de dos semanas tendrán lugar todas las competiciones, de las que solo podrá salir un representante ganador por cada nación en cada prueba. Como es tradición ya desde hace muchos años, tan solo los tres mejores competidores o grupos de participantes pueden subir al podio. Dependiendo de la su posición, de mayor a menor, reciben una medalla de oro, plata o bronce.

Para esta edición de París 2024, los organizadores de los Juegos han puesto el foco en la innovación tecnológica, así como en la inclusión y la sostenibilidad. En tan solo unos pocos días, ya hemos asistido a eventos y momentos increíbles, como la Ceremonia de Inauguración a través del Río Sena o la medalla de bronce en judo para el español Fran Garrigós.

Aunque todos los olímpicos buscan el podio y la gloria para sus países tras años y años, incluso toda una vida para muchos, de entrenamientos e infinitos esfuerzos, para cuando lo logran, no para todos es un momento tan dulce. Han pasado ya unos cuántos años, por lo que puede que muchos no se acuerden, pero no es mal momento para recordar el que posiblemente sea el instante más emotivo de la historia de los Juegos Olímpicos, al menos de tiempos modernos.

La historia de superación de Matthias Steiner

Matthias Steiner nació en Viena (Austria) en 1982, y era una de las grandes promesas nacionales en halterofilia. Matthias estuvo entrenando desde pequeño el levantamiento de peso, una disciplina deportiva en la que destacaba enormemente por su fuerza.

Su carrera se vio frustrada por amor, después de que se nacionalizada alemán tras casarse con su esposa. Debido a unos problemas de papeleo y burocracia, Matthias no pudo competir a nivel internacional durante un tiempo.

A principio del verano de 2007, la esposa de Matthias tuvo un desgraciado accidente de coche, por el que perdió la vida en la carretera. Este trágico suceso destrozó por completo el corazón de Matthias, quien durante un tiempo pensó en dejar su carrera deportiva por el sufrimiento que estaba atravesando.

Sin embargo, Matthias Steiner se recompuso y transformó toda esa impotencia y esa tristeza en una determinación implacable, pues le había prometido a su esposa antes de que esta falleciera que sería el campeón de los Juegos Olímpicos.

Tan solo un año más tarde, Matthias participó en la disciplina de halterofilia en los Juegos Olímpicos de Beijín 2008. Durante la competición, este austríaco nacionalizado alemán demostró una fuerza de voluntad increíble, llegando a levantar 258 kilos de peso y llevándose a casa la medalla de oro indiscutidamente.

 

Nada más soltar la barra y sabiendo que era el nuevo campeón olímpico en halterofilia, Matthias echó a llorar desconsoladamente y salió corriendo a echarse en los brazos de su entrenador, uno de los grandes apoyos en los momentos más duros de su vida.

A pesar de haber alcanzado la máxima gloria deportiva, Matthias no podía dejar de llorar, y es porque había logrado al fin cumplir la promesa que años antes le había hecho a su amada y difunta esposa.

Una vez que estuvo en lo alto del podio olímpico, Matthias Steiner posó para las cámaras con la medalla de oro en una mano y una fotografía de su esposa en la otra, haciéndole el homenaje más bonito que se ha visto hasta el momento en la historia de los Juegos Olímpicos.

A pesar del momento más duro que atravesó en su vida, Matthias se recompuso y se refugió en el deporte como medio de superación del duelo tan grande por el que había pasado tan solo un año antes. Matthias Steiner demostró, en todos los sentidos posibles que, efectivamente, era el hombre más fuerte del mundo.

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