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ERC se la juega con la consulta

ERC se la juega con la consulta

La militancia republicana decide hoy si bendice el acuerdo con el PSC entre fuertes presiones de Junts y su entorno. El resultado de la votación condiciona el futuro de la formación y su liderazgo

Al final del día los catalanes sabrán si tendrán que volver a las urnas el 13 de octubre. La decisión final está en manos de 8.700 militantes de Esquerra Republicana que han pasado una semana con los sentimientos a flor de piel, acosados en las redes, recibiendo insultos de todos los calibres y con manifestaciones antes sus sedes.

La dirección se ha puesto las pilas tras la compleja reunión de la Ejecutiva del pasado lunes. Más de nueve horas de reunión para dar el visto bueno a un acuerdo que «abría el camino de la soberanía fiscal» y que «hacía avanzar» a Cataluña.

Las palabras siempre son importantes y poco se decía que con este acuerdo se investía a Salvador Illa como presidente de la Generalitat y que el independentismo no solo no abonaba el camino de la independencia sino que también ponía en fuera de juego el modelo del cupo vasco, porque Cataluña seguirá haciendo una aportación de solidaridad.

La consulta hace aparecer los fantasmas en un partido de solera asamblearia al que se le acusa siempre de tener un gen suicida. La dirección del partido liderada por Marta Rovira se ha pateado el territorio en estos días con asambleas con asistencia importante, porque el militante republicano sabe que se la juega.

Dar el sí es un paso de gigante en financiación y políticas sociales –cuestiones republicanas en argot del partido– aunque no serán gestionadas por ERC, que se irá a la oposición.

Dar el no es abrir una caja de Pandora que aboca a unas nuevas elecciones donde ERC será el gran damnificado porque no tiene líder y se diluiría ante el duelo Illa-Puigdemont.

Las encuestas son demoledoras. ERC podría perder de cuatro a seis diputados siendo superada incluso por el PP. Y el independentismo en general también saldría perjudicado.

Junts solo es fiero en las redes. En las urnas también puede perder representación en favor de la xenófoba y racista Aliança Catalana y en la calle el músculo de otrora es un grato recuerdo.

Los dos grandes actos convocados estos días en apoyo del retorno de Puigdemont han aglutinado a menos de 4.000 personas tanto en la manifestación de la Asamblea Nacional en Barcelona como el acto para su mayor gloria en Francia.

Las manifestaciones ante las sedes de ERC han sido patéticas. En la sede central de los republicanos en Barcelona apenas se juntaron 50 personas. El pressing a ERC sí que ha sido muy virulento porque los republicanos siguen teniendo un complejo de inferioridad frente a Junts.

La tropas junteras se han esmerado en calificar de traidor y de vender Cataluña «a los del 155» a todo aquel militante republicano que osara no solo decir que el acuerdo con el PSC es positivo, sino que se atreviera a decir que votaría que sí.

Raquel Sans, la portavoz parlamentaria de ERC, fue la primera que lo sufrió en sus carnes. Su delito, presentar el acuerdo en rueda de prensa. A este escenario complejo, donde ERC se juega su futuro, hay que sumar otro no menor. El partido está en ebullición ante el congreso de noviembre.

Marta Rovira se ha lanzado en favor del sí de las bases, aunque las voces discordantes vienen de su grupo, como la de la diputada del Congreso Pilar Vallugera. Oriol Junqueras, que se presenta a presidente del partido, ha optado por no mojarse. Lo mismo que hizo en 2017 en las horas previas de la convocatoria de referéndum o elecciones. Calló y ahora también lo hace.

El que fuera presidente de ERC ha alabado el trabajo de Rovira pero no ha sido claro con su voto. Reconoció que la militancia puede tener dudas y dice que estará vigilante para que se cumpla el pacto.

Junqueras se ha mantenido equidistante para no echar por tierra sus posibilidades en el congreso. Si se posicionaba abiertamente y era derrotado, su candidatura quedaba prácticamente inhabilitada.

Sin embargo, las dudas sobre el posicionamiento de Junqueras las diluía Gabriel Rufián al anunciar en redes su voto a favor. El resultado se conocerá a última hora de la noche. Si el voto es afirmativo se activará toda la maquinaria parlamentaria para que el día 7 empiece la sesión de investidura.

El poder del presidente del Parlament queda mermado hasta el 15 de agosto porque la Diputación Permanente es el órgano decisorio, por lo que Josep Rull no tiene demasiado margen para dilatar la convocatoria a la espera del cacareado, y nunca cumplido, retorno de Puigdemont.

Según sus últimas palabras está dispuesto a volver coincidiendo con la investidura. Ese es el último escollo para la investidura de Illa, porque la movilización que ansía Puigdemont no está ni se espera.

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