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Victoria Abril, de vuelta al teatro: una diosa en el inframundo

Victoria Abril ha regresado al teatro español con uno de los personajes mitológicos que más juego dan desde el punto de vista simbólico y psicoanalítico: Medusa. En la cultura griega esta criatura es representada como un monstruo con rostro de mujer que tiene serpientes por cabellos y transforma en piedra a quien la observa directamente a los ojos. Su origen es incierto. El poeta Hesíodo la mencionó por primera vez en "Teogonía", al explicar el origen del cosmos y de los dioses de los griegos, y cuenta que Poseidón la violó "en un suave prado, entre primaverales flores". Más tarde, Píndaro la describió como "la de las hermosas mejillas".

La versión más popular es la de Ovidio en su poema narrativo "Las metamorfosis", donde la describe como "hermosa doncella y sacerdotisa del templo de Atenea". Entre su pléyade de pretendientes estaba Poseidón, que la raptó, violó y dejó embarazada. Medusa fue entonces castigada por Atenea. Furiosa por la profanación de su templo, transformó su cabello en serpientes y le dio el maléfico poder de convertir en piedra a quienes la mirasen.

Pasó a ser una criatura ctónica, vinculada a las profundidades y al inframundo, la más conocida, y la única mortal, de las tres gorgonas engendradas por Forcis y Ceto en algunas versiones, o por Tifón y Equidna en otras. Perseo, nieto de Zeus, fue a buscarla a las profundidades de su cueva con un espejo de bronce para desafiar el hechizo pétreo de su mirada. El héroe se infiltró y le cortó la cabeza para entregársela a Atenea como escudo protector.

Ultrajada y condenada injustamente a ser una bestia del inframundo, Medusa es un símbolo actual de la traición y la criminalización de las víctimas de este tipo de violencia. Ha inspirado numerosas obras de arte, como una escultura del italiano Cellini, que representa a Perseo triunfante sobre el cuerpo decapitado de Medusa. También Rubbens y Caravaggio crearon sus propias Medusas decapitadas y ensangrentadas.

La tragicomedia se exhibe en el Festival de Teatro Clásico de Mérida este mes de agosto con una innovadora reformulación del mito clásico, explorando la historia desde la perspectiva del icono vencido y con una puesta en escena que combina humor, tragedia y plasticidad. Esta versión que recupera a Victoria Abril después de 45 años ausente está dirigida por José María del Castillo y, además de escenificar el mito, habla del miedo a lo diferente y de las verdades incómodas. "Mi Medusa es la historia de una mujer callada por la historia. Un personaje fuerte y poderoso que cuenta realidades que no siempre queremos escuchar", ha declarado.

"Medusa" podrá verse hasta el 4 de agosto en el Festival de Mérida y del 7 al 11. La obra llegará también al Teatro Arriaga de Bilbao del 6 al 8 de junio de 2025.

En el reparto, encabezado por Abril, están presentes Adrián Lastra, Mariola Fuentes, Ruth Lorenzo y la bailarina Elisabet Biosca, entre otros. Cuenta también con el Coro de Cámara de Extremadura y la coreografía de Aleix Mañé con música de Alejandro Cruz Benavides.

La intérprete ha celebrado este año sus bodas de oro de carrera. "He conseguido llegar a los 50 años de carrera sin morir en el intento. Los primeros 25 hice cine de autor; a los 40 el cine me abandonó como el desodorante. Pero el público llenó los teatros", comentó la actriz recientemente en "El Hormiguero", subrayando su resiliencia y versatilidad a lo largo de diferentes etapas de su vida profesional.

La actriz se mostró entusiasmada al hablar de "Medusa": "Voy a hacer un poco de justicia olímpica con Medusa; un personaje monstruoso, maldito, que no se sabe nada de ella, sobre todo cómo la convirtieron así". Victoria Abril ha reconocido que, cuando le llegó la propuesta, le sorprendió esta nueva mirada que ofrece el autor. "Cuando leí el guion dije: ¡Qué fuerte! Hace 2000 años que está esperando Medusa ser contada porque no ha habido ningún autor que se haya atrevido. Se hace siempre lo que diga el Olimpo, que sigue siendo el mismo, ayer como hoy, sigue siendo igual", señaló. Reconoció haber encontrado "grandes paralelismos" entre la historia de Medusa y su vida en momentos en los que "por hablar, por ejercer tu libertad, te tachan y te etiquetan".

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