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El «efecto Puigdemont»: un arresto para agitar la calle

El «efecto Puigdemont»: un arresto para agitar la calle

La incógnita ante el posible regreso del expresident reside en si será detenido antes de llegar al Parlament

El 22 de diciembre de 1976 fue detenido en Madrid Santiago Carrillo. Ocho meses antes había entrado en España de forma clandestina disfrazado. Regresó en coche por la frontera de La Junquera con una peluca, un bigote postizo y una barba de la misma guisa. Quería que lo detuvieran para poner en un brete al Gobierno de Adolfo Suárez, que sabía que si le arrestaban reconocería la fuerza del Partido Comunista de España. Fue rocambolesco pero es parte de la historia de España y de la Transición, que fue posible gracias al PCE que dirigía Carrillo desde hacía casi 20 años.

No pasará tanto tiempo esta vez. Carles Puigdemont volverá a España. Desde Junts per Catalunya se azuza la «perfomance» que se avecina pero, lógicamente, no dan detalle alguno, lo que ha generado multitud de teorías descabelladas. Alguna puede dejar de serlo porque Puigdemont también tiene su objetivo: volver para ser detenido y entorpecer al máximo la investidura de Salvador Illa, y, en buena medida, robarle el protagonismo. Lo que se desconoce es si Puigdemont vendrá disfrazado con peluca, barba y bigote como Carrillo.

Josep Rull marcó ayer la fecha de Pleno, el 8 de agosto. Hoy, la Diputación Permanente tendrá que votarlo, pero también marcó la fecha del regreso de Puigdemont. Un regreso que está lleno de incógnitas.

Detención en el Parlament o antes de llegar

Una posibilidad es que consiga entrar en el Parlament, por lo que la detención puede dilatarse porque alegará que no le pueden arrestar porque está ejerciendo sus derechos políticos. Una ventaja: el Pleno se desarrollará con normalidad e Illa será president. Si entra el día 8, la incógnita es si se encerrará en la Cámara para estar en el debate del día 9 (siempre que la jornada anterior se alargue), en el que intervienen todos los grupos y en el que intentaría tomar la palabra para arremeter contra el «Gobierno más españolista de la historia».

Otra incógnita: cómo entrará en el Parlament, ¿custodiado por Mossos d’Esquadra? Aquí surge la leyenda de la entrada secreta del Parlament cerrada desde hace años. La llave de la puerta la tiene Rull y como está cerrada, no está vigilada. ¿Entrará por ahí para no poner en un aprieto a los Mossos que custodian la Cámara?

La otra posibilidad es que sea detenido de camino al Parlament y no esté presente en el Pleno, ante lo que Junts boicoteará la investidura ausentándose, con algaradas de sus diputados. El president del Parlament, Josep Rull, de Junts, lo suspenderá y lo retrasará quizás esperando una pronta liberación del reo una vez comparezca ante el Supremo. Margen hasta el 26 de agosto. Si ese día no hay president, sí habrá elecciones el próximo 13 de octubre.

El papel de la Policía

Según reveló el diario Ara, los Mossos se pusieron en contacto con el abogado de Puigdemont para llegar a un acuerdo de cómo y dónde se le detenía para evitar situaciones conflictivas. No hubo acuerdo, porque el objetivo es generar el mayor ruido posible metiendo presión al Gobierno de Sánchez, a los jueces a los que acusa de prevaricación y convertirse en protagonista político en la investidura de Illa.

En las próximas horas se sabrá si la Policía se activa para detenerlo de forma inmediata o si se mantiene reactiva. Puigdemont trata de movilizar a sus partidarios para blindarse y poner trabas a su detención por el riesgo de disturbios callejeros. Sin embargo, esta presión puede ser menor de lo que esperan porque las últimas manifestaciones han tenido escasa participación. Además, los jardines del Parlament acogerán a los partidarios de Puigdemont los dos días que dure el debate, esté dentro o no.

Su papel tras la investidura

Todo apunta a que Puigdemont estará más tiempo en prisión que Carrillo, porque tras siete años huido el riesgo de fuga es evidente. En su entorno están convencidos que ese tiempo no se dilatará. No está tan claro en el Supremo. Pero, mientras esto sucede, Puigdemont será solo diputado de la oposición, o jefe de la oposición. No será president... Ya ha dicho que si no lo es –y no lo es porque Salvador Illa, con el apoyo de Sánchez, nunca aceptó ponerse de perfil a pesar de las amenazas de inestabilidad para el Gobierno de España– se retirará de la vida política, por lo que habrá que ver cuál será su siguiente movimiento.

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