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Alex Roca : «Hacer un maratón para mí es como ir a la luna»

Abc.es 
«Soy Álex Roca y el próximo 10 de agosto voy a correr el maratón popular de París vinculado a los Juegos Olímpicos. Es el reto más grande que nunca en mi vida me he propuesto». Así comienza la entrevista con Álex Roca (Barcelona, 1991), cuya historia sería una más si no hubiera sufrido una parálisis cerebral a los seis meses que le causó una discapacidad física del 76 %, lo que no le ha impedido haber conseguido cinco triatlones, cinco medios maratones, una Titan Desert y una Pilguim Race. Roca se comunica a través del lenguaje de los signos y tiene movilidad reducida en la parte izquierda del cuerpo. A la cita con ABC acude con Mari Carme Maza, su esposa y amiga. Ella es la que interpreta los signos de Álex y la que pone voz a sus pensamientos. —¿Lo importante es acabar el maratón? —Lo importante es que llevo un mensaje a París. Y este mensaje es que cuando veamos a una persona por las calles, aunque sea diferente físicamente, que le demos tiempo y nos permitamos conocer a aquel que tenemos delante. Y que dentro de diez años, cuando llegue a mi casa y haya caminado por las calles, vea respeto. Mi objetivo en París no es solo hacer aquello que me hace feliz. —¿Cómo encaja que todo el mundo piense que va a conseguir su reto? —Actualmente convivo con muchísima presión porque hay tanta gente que piensa que lo voy a lograr... Y yo no lo tengo muy claro. La presión me va bien. Me encanta que me digan que puedo porque me motiva para hacerlo, también me motiva que me digan que no puedo porque digo: 'mis narices'. Y lo intento. Pero tengo este objetivo para París, cambiar poco a poco el mundo. —¿Por qué cree que lo ven como un superhéroe? —Una de las cosas que más me impacta es que cuando alguien me ve se piensa que lo podré hacer. ¿Sabe por qué? Porque cuando nosotros trabajamos contra los prejuicios con acciones, los prejuicios desaparecen. Actualmente, cuando la gente me ve, aunque tenga un 76 por ciento de discapacidad física piensa que podré porque me conoce, pero ven a otra persona a la que no conocen con la misma discapacidad y creen que no va a poder hacerlo… Y yo no quiero esto. Quiero que cuando vemos a cualquier persona, tenga la discapacidad que tenga, pensemos que va a poder conseguir todo lo que se proponga. —¿Convertir los prejuicios en esperanza? —Mi mensaje no es para mí, sino para las personas que vendrán después de mí. Yo tengo una discapacidad, soy un matado de la vida que solo corre. Una de las razones por las que correré en París es porque me gusta y me hace feliz, pero básicamente, lo que quiero transmitir al mundo es que hago esto para que, dentro de diez años, cuando alguien quiera proponerse un objetivo se lo proponga sin miedo a lo que dirán. Quiero abrir caminos y enseñar a la sociedad que quien tiene un sueño tiene la oportunidad de intentarlo, tenga o no discapacidades o dificultades. Como yo... —Es un mensaje potente... —En París, aunque llegue último o no lo consiga, lo más importante, como en esta vida, es la confianza, soñar a lo grande y, a lo mejor, es mi último maratón. Nunca se sabe qué va a pasar, pero lo que sí sé es que lo voy a dar todo y que esto que hago ahora mismo me hace muy feliz. —¿En qué basa su fortaleza? —Una de las cosas más importantes que tengo es mi mente, es lo más poderoso que tenemos. Soy un cojo cojonudo con una gran confianza en mi equipo. Si yo corriera el maratón solo no lo conseguiría. Juntos vamos a crear un camino de inclusión y sobre todo de este cambio de prejuicios y mentalidad de esta sociedad. —Ya acabó el maratón de Barcelona hace poco más de un año... —Cuando me preguntan si quiero mejorar mi tiempo personal lo primero que pienso es que mi objetivo es acabarlo, porque la gente piensa que puedo volar, pero para mí hacer cinco o diez kilómetros es una locura y es muchísimo. Hacer un maratón es como ir a la luna, es un reto muy fuerte y sí que me gustaría rebajar mi tiempo, pero mi objetivo es acabarlo. —¿Le sirve la experiencia del maratón de Barcelona? —En Barcelona sabía el recorrido, tenía médicos cerca, mi gente, muchas cosas positivas, muchos beneficios... En cambio, París es una ciudad que yo no conozco, correremos a las nueve de la noche, con muchas subidas y bajadas, un 10 de agosto, donde habrá altas temperaturas y estamos trabajando en equipo para cuidar el sueño, la nutrición, la hidratación… Una de las cosas que me han ayudado es habernos concentrado en París para que mi equipo y yo pudiésemos darnos cuenta de cómo es el recorrido, cómo trabajar la nutrición, la hidratación, las horas de sueño, para que mi mente pueda organizarlo todo correctamente. Además, yo soy una persona soñadora pero que me gusta tenerlo todo controlado. Por ejemplo, si hago una carrera de 21 kilómetros me gusta haber visto antes todo el recorrido y ser consciente de lo que me voy a encontrar. —¿Tiene algún miedo? —No le tengo miedo al día de la carrera. A lo que le tenía miedo es al camino hacia París, al trabajo que había hasta entonces. Si trabajas bien todo el camino tienes que llegar, pero la gente no se acuerda de todo el trabajo que hay detrás. Sabemos que sufriremos y todo el trabajo tiene que estar hecho antes, pero el 10 de agosto tenemos que salir a disfrutar. Allí, centrados en la estrategia y en darlo todo. Es aquel día donde todo el trabajo hecho debe disfrutarse, con dos narices. —¿Qué es lo que más le está costando? —Ahora me siento genial, pero si me lo hubiera preguntado hace un mes lo estaba pasando realmente mal, no tenía motivación e incluso pensaba en si este objetivo merecía la pena. En cambio, durante las últimas semanas, he estado disfrutando. Esperaba cada lunes para que me llegaran los entrenamientos de mi preparador para ver qué tenía que hacer. Hace un mes y medio pensaba: 'vaya palo salir a correr'. La vida son épocas y no puede estar todo a tope de motivación. —Si acaba el maratón, ¿se tatuará los aros olímpicos? —Yo creo que no, pero algo haremos…

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