Tim Walz, el «coach» que habla sin rodeos
Tim Walz cuenta que se involucró en política después de que se le prohibiera la entrada a un mitin de George W. Bush. En 2004, cuando todavía era profesor, acompañó a los estudiantes a la manifestación y protestó cuando, según su relato, se les negó la entrada por haberse presentado como voluntarios para los demócratas.
En ese momento, ha dicho la fórmula vicepresidencial de Kamala Harris, “supe que necesitaba hacer algo”. Y entonces se convirtió en congresista y más tarde en gobernador, en una suerte de viaje accidentado con el que ahora ha prometido “devolver la sensatez política y terminar con la división”, según dijo en su discurso de presentación junto a la actual vicepresidencia.
El veterano, entrenador y profesor convertido en la respuesta demócrata al “exceso de diversidad” que representa Harris al frente de la candidatura, mostró una química excepcional en su primer discurso junto a la vicepresidenta en Filadelfia, solo horas después de que fue anunciado su nombre como compañero de ticket tras un proceso en el que solo al final figuró como favorito.
Ha trascendido que Harris no conocía bien al gobernador y excongresista de Minnesota, si es que conocía nada, antes de este proceso. Pero eso no ha sido impedimento para que en las entrevistas que sostuvieron antes de decantarse por él, la vicepresidenta haya quedado encantada con la forma directa y peculiar en la que habla Walz, y que lo hace un mensajero claro que equilibra la apuesta demócrata.
Se trata de un comunicador tan efectivo que en solo semanas logró acuñar la palabra “raro” como línea de ataque contra el expresidente Donald Trump y su compañero de fórmula, JD Vance.
Es un hombre blanco de 60 años que tiene una biografía de éxito rural con la que los demócratas esperan que millones de estadounidenses se identifiquen. Es veterano y fue profesor de geografía en una secundaria, es padre, esposo y abuelo. Y aunque parece una obviedad, lo cierto es que la misma Kamala Harris ha recibido ataques por no tener hijos propios, así que hasta el más mínimo detalle importa.
En su presentación, Walz sabía que su color de piel fue parte central de la elección y, como buen político, simplemente no lo ocultó y lo terminó aprovechando a su favor.
“Te veo ahí abajo. Veo a esos viejos blancos”, dijo, señalando en broma a otros en las primeras filas antes de entregar un mensaje bastante progresista:
“Algunos de nosotros tenemos edad suficiente para recordar cuando eran los republicanos quienes hablaban de libertad. Ahora resulta que lo que querían decir era que el gobierno debería tener libertad para invadir el consultorio de su médico. En Minnesota, respetamos a nuestros vecinos y las decisiones personales que toman. Incluso si no tomáramos la misma decisión por nosotros mismos, existe una regla de oro: 'Métete en tus malditos asuntos'”, sentenció.
Walz tampoco es de la élite de San Francisco. Lo dejó claro el martes por la noche. Y en un comentario improvisado, dio con lo que podría considerarse el elefante en la habitación: es un hombre blanco. Harris, por su parte, es una mujer negra y parte de su trabajo (el trabajo de todos los compañeros de fórmula) es testificar, brindar tranquilidad a los grupos que podrían ser escépticos con respecto a la persona que encabeza la lista.
Los demócratas se refieren a él como “coach” o entrenador, y buscan que todo EE UU, lo haga también si ganan las elecciones del 5 de noviembre. Los republicanos, por su parte, alistan sus caballos de batalla y escarban en su récord como gobernador para contrarrestar su encanto.