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Un prodigio llamado McLaughlin

Un prodigio llamado McLaughlin

La estadounidense repite oro en los 400 vallas, supera su récord del mundo y cada vez está más cerca de bajar de los 50 segundos

Dos días después de que se inauguraran los Juegos Olímpicos de Río 2016 Sydney McLaughlin cumplió 17 años. Y en Brasil estaba ella para competir, la más joven estadounidense en su deporte desde 1980. Se quedó a las puertas de la final de 400 vallas. Fue una primera toma de contacto para lo que estaba por venir. Sus padres eran atletas y puede que ella haya heredado los genes. Lo seguro es que los ha mejorado gracias, en parte, a ellos. Siempre pendientes de que fuera cuidadosa con la técnica y de no forzar a quien todavía era una niña, la dejaron ir creciendo. Pero ella vio a Allyson Felix en Pekín 2008 y dijo: «Eso es lo que quiero». Después incluso han llegado a ser compañeras (Felix ya se retiró), porque desde hace tiempo McLaughlin es una de las estrellas del atletismo mundial.

En Tokio 2020 ya se proclamó campeona de 400 vallas. «En París lo que busco es mejorarme», aseguró antes de participar en Francia. Dicho y hecho. La vuelta completa al estadio con obstáculos se presentaba como una pelea entre ella y la neerlandesa Femke Bol, la atleta que parece que trota, cuando en realidad vuela con esa elegante zancada que tiene. Pero si ella vuela, Sydney es un propulsor hecho mujer. Arrancó con cierta igualdad los 400 metros vallas, pero desde los 300, ya fue una carrera de la estadounidense contra ella misma y contra el reloj. Cuando el resto empiezan a notar el ácido láctico y se va aturullando, ella resiste. Le quedaban un par de vallas, y seguía y seguía hasta que paró el reloj en 50.37. Bol tampoco resistió el empuje de Cockrell, la otra estadounidense, que se quedó con la plata.

Sydney batió otro récord del mundo en el Stade de France, unos días después del de Duplantis en pértiga. La pregunta que se hace el atletismo es si será capaz de bajar de 50 segundos, un muro que está cerca de derribar. «Teniendo en cuenta que hace los 200 en 22 pelados y lo bien que pasa las vallas, puede hacerlo», analizaba Ángel David Rodríguez. Habrá que esperar a ver cuándo.

El hombre más rápido de España durante mucho tiempo también decía en la misma conversación: «Ojo, que en el 200 [masculino] hay carrera». Y Ángel David apuntaba un nombre «Letsile Tebogo». Lo clavó.

Después del triunfo en los 100 metros, todo parecía apuntar al doblete de Noah Lyles en la velocidad de París 2024. La prueba de la curva es la que mejor se adapta a sus características, mientras que en el hectómetro sufre más porque tiene menos tiempo de remontar y solo lo bien que compite le suele dar la victoria. Con su triunfo de foto finish el pasado domingo tenía lo que parecía más complicado. En la presentación del 200 montó el show habitual. Salió dando saltos, con los brazos abiertos, aclamando las luces. Es como un superhéroe el estadounidense. Tebogo, mientras, entraba en escena tranquilo, dando pasitos. Su ritual antes de competir es escuchar música de su país, Botswana, para relajarse y recordarle sus orígenes. Se frotaba los brazos: «Qué frío». Y frío hizo pasar a sus rivales solo unos segundos después. Lo que ya había apuntado en el Mundial de Budapest de hace un año (plata en los 100 y bronce en los 200) lo multiplicó en la capital de Francia. Llegó el primero a la salida de los 100, con Bednarek, el segundo estadounidense, cerca, pero en ningún momento logró darle caza. Lyles no estaba lejos, pero esta vez no consiguió completar la recuperación. Todo lo contrario, tuvo que conformarse con la tercera posición, por detrás de su compatriota y por delante de su tercer compañero, Knighton. Tebogo los había puesto a todos en fila. Derribó al imperio de las barras y las estrellas en unos Juegos en los que Jamaica ha tenido menos protagonismo. Pero no lo hizo de cualquier manera. Los 19.46 en los que paró el reloj suponen el récord de África y le han convertirlo en el quinto hombre más rápido en la distancia, por detrás de Bolt (19.19), su ídolo, Blake (19.26), Lyles (19.31) y Michael Johnson (19.32). Lo celebró con tranquilidad, como el que gana la carrera de su barrio. Recibió la deportiva felicitación de sus rivales. El futuro es suyo, con solo 21 años.

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