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La rivalidad entre España y Francia más allá del fútbol

 La rivalidad entre España y Francia más allá del fútbol

Más allá de uno de los grandes clásicos del futbol moderno, existe una rivalidad que nace desde el siglo XVI

Si hay algo que une a España es el recelo que se siente hacia los franceses. Cuando indagamos el por qué, muchos se refieren a su carácter, otros a como se comportan cuando vienen de vacaciones, fútbol, tortilla española o francesa, etc. De ahí un sinfín de estereotipos que existen entre culturas, los franceses a veces han visto a los españoles como "atrasados", "vagos" o "excesivamente religiosos", "godos", mientras que los españoles perciben a los franceses como "arrogantes", o que creen que tienen "superioridad intelectual."

Sin embargo, pocos saben que esta rivalidad se remonta a siglos atrás cuando ambos países estaban inmersos en guerras europeas como la guerra de los 30 años, la Guerra de Sucesión, los conflictos napoleónicos e incluso la Guerra Civil española y la posguerra, que se quedaron en la consciencia y memoria colectiva de los españoles causando que, de generación en generación, se transmita este sentimiento de cautela hacia los vecinos en el norte.

Orígenes históricos de la rivalidad entre España y Francia

Si bien el hecho de que los españoles y los franceses se "odien" es más un estereotipo que una realidad absoluta. La tensión entre España y Francia puede rastrearse hasta la Edad Media. Durante el siglo XVI, bajo el reinado de Carlos V, España se convirtió en una de las mayores potencias europeas, rivalizando directamente con Francia. Esta rivalidad se agudizó durante las Guerras de Italia (1494-1559), donde ambos países lucharon por el control de territorios en la península italiana.

Uno de los episodios más significativos fue la Guerra de Sucesión Española (1701-1714), donde Francia apoyó a Felipe V, el primer Borbón en el trono español, mientras que otros países europeos, temerosos de un posible dominio franco-español, apoyaron a su rival. Aunque Felipe V finalmente ascendió al trono, la guerra dejó cicatrices profundas en las relaciones entre ambos países.

Conflictos Napoleónicos

El conflicto napoleónico, particularmente la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), fue uno de los episodios más dolorosos y significativos en la historia de las relaciones entre España y Francia. La guerra comenzó cuando Napoleón Bonaparte, en su ambición de expandir el Imperio Francés, decidió invadir España y colocar a su hermano José Bonaparte "Pepe botella", en el trono español.

De este conflicto también viene la desconfianza. Este acto fue percibido como una traición masiva, especialmente porque Napoleón había engañado a la familia real española para que cediera el trono en lo que se conoció como las Abdicaciones de Bayona. El pueblo español reaccionó con furia, dando lugar al levantamiento del 2 de mayo de 1808 en Madrid, una insurrección popular que marcó el inicio de la resistencia española contra las fuerzas napoleónicas.

Esta rebelión se extendió rápidamente por toda España, llevando a una guerra de guerrillas que desgastó a las tropas francesas y convirtió el conflicto en una guerra brutal y prolongada. La intervención francesa en España fue especialmente sangrienta. Las tropas napoleónicas emplearon tácticas severas para intentar sofocar la resistencia, incluyendo represalias masivas contra la población civil, que exacerbó el odio hacia los franceses.

Posguerra

Tras la Guerra Civil, muchos republicanos españoles se refugiaron en Francia, pero fueron recibidos con ambivalencia. Francia, que había mantenido una política de no intervención durante la guerra, fue vista por muchos republicanos como traicionera por no haber apoyado más activamente a su causa. Además, las deplorables condiciones en los campos de internamiento en los que se confinó a muchos refugiados en el sur de Francia aumentaron el resentimiento.

Por otro lado, el régimen franquista, que consolidó su poder tras la victoria en la guerra, veía con recelo a Francia, especialmente durante la ocupación nazi, ya que temía la influencia de los republicanos exiliados y la posible intervención francesa en los asuntos internos de España. Aunque las relaciones oficiales entre los dos gobiernos mejoraron con el tiempo, especialmente con la llegada de la Guerra Fría, a nivel popular persistieron sentimientos de odio y desconfianza, alimentados por el trauma de la guerra y la experiencia del exilio.

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