La política de «migración circular» de Sánchez puede provocar un efecto llamada que acentúe la presión
Seis meses después de su última visita a Nuakchot, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, regresó ayer a Mauritania para tratar de poner freno al repunte de salidas de cayucos con destino a Canarias en medio de una situación de colapso y desesperación en el archipiélago y en vísperas de un otoño que se augura caliente. El objetivo de Sánchez no es otro que tratar de aumentar la complicidad con las autoridades locales –el presidente del Gobierno fue recibido por Mohamed Ould Ghazouani, que fue reelegido a finales del pasado mes de julio en las urnas– con nuevas promesas. Mauritania fue ayer la primera escala en una visita que le llevará hoy hasta Gambia antes de concluirla en Senegal, país que ya visitó en abril de 2021.
Si en su anterior visita a Nuakchot el presidente abandonó el país con la promesa de 300 millones de euros procedentes de las arcas españolas bajo el brazo –que se unirían a la partida de 210 millones de euros anunciada por la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen– destinados a la modernización del país y a incrementar la lucha contra la migración irregular –ni Madrid ni Bruselas han informado sobre plazos y cumplimiento de las promesas–, Moncloa avanzó en la víspera de la gira africana de Sánchez que el Gobierno español y el mauritano firmarán varios acuerdos de «migración circular». Según fuentes de la Presidencia del Gobierno se trata de acuerdos que contemplan la necesidad de mano de obra de empresas españolas y la demanda de los migrantes en los países de origen para poder desplazarse a España para trabajar.
Uno de los grandes riesgos de las nuevas iniciativas de migración circular es que se produzca un «efecto llamada» sobre un país ya desbordado –con apenas 4,7 millones de personas y el doble de superficie de España– que se ha convertido en el punto principal de la salida de los cayucos que se lanzan a aguas atlánticas rumbo a Canarias desbancando este año a Senegal. La colaboración marroquí, tunecina –Sánchez evita Rabat en esta gira– y libia ha taponado las rutas del Estrecho y el Mediterráneo central, por lo que la región de África occidental, y las costas mauritanas y senegalesas en particular, canalizan varias rutas procedentes del Sahel y otros puntos del área norteafricana y subsahariana.
Los malienses son el grupo nacional más numeroso entre quienes tratan de huir del hambre y la violencia. «Cuando la UE y España anunciaron los 510 millones de euros en febrero la opinión pública apretó mucho al Gobierno mauritano porque la población temió que el país se llenara de campos de refugiados de todo el continente», explica a LA RAZÓN el especialista en cooperación internacional mauritano Ahmed Bakar Teiss, quien, con todo, confía en los buenos resultados que pueden dar para un país castigado por el paro, sobre todo en el caso de mujeres y jóvenes, programas de migración circular como los anunciados por el Ejecutivo.
La visita de Sánchez a Mauritania coincide además con la imposición de visados de tránsito aeroportuario –una medida insistentemente demandada por los sindicatos policiales y que el pasado mes de julio se aplicaba también a sudaneses y chadianos– a ciudadanos del país magrebí, que tendrán desde hoy miércoles la obligación de presentarlos en sus escalas en España, según anunció ayer en un comunicado la Embajada española en Nuakchot.
En las últimas fechas las autoridades españolas venían registrando cómo decenas de mauritanos aprovechaban el tránsito en el aeropuerto de Barajas-Adolfo Suárez en vuelos con destino a distintos países de América Latina para solicitar protección internacional. La Embajada española en Nuakchot explicaba ayer que se trata de «una medida preventiva» de acuerdo con el artículo 3, párrafo 2, del Código de visados Schengen de la UE –que tiene como objetivo detener el aumento del flujo de emigrantes en situación irregular–, y avisaba de que la medida puede ser revertida «si la situación mejora».
Sobre la mesa estará también la posibilidad de reforzar el despliegue de agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil en la región, que se cifra en casi un centenar de agentes de ambos cuerpos.
La gira africana de Sánchez se produce en medio de un repunte de llegadas a Ceuta. En las últimas 24 horas, la ciudad española registró la entrada irregular de otros 22 menores más, lo que eleva al 479 % la sobreocupación de los centros de acogida de la ciudad autónoma que ha superado ya la barrera de los 500 menores bajo su tutela.
La delegada del Gobierno en Ceuta, Cristina Pérez, reconocía que la ciudad autónoma registra una media diaria de intentos de entrada de 700 personas. Sólo el domingo pasado trataron de acceder 1.500 jóvenes a suelo ceutí. El Gobierno ceutí tiene desplegados varios recursos extraordinarios para intentar dar respuesta a esta situación migratoria, entre ellos tiene activa una nave acondicionada para tal fin en el Polígono del Tarajal, cuenta con el Centro de Realojo Temporal (La Esperanza), así como otro centro provisional en Piniers, además de los recursos que gestiona Engloba.