Harris y Trump ultiman las reglas de su primer duelo electoral
Tras varios tira y afloja sobre las reglas del segundo debate presidencial (el primero para Kamala Harris), Donald Trump ha aceptado enfrentarse a la candidata demócrata el 10 de septiembre dando por hecho que se aceptarán las pautas que él prefiere. En los últimos días, los estadounidenses han presenciado el debate del debate, donde Harris pedía que los micrófonos permanecieran siempre abiertos para mostrar al mundo la falta de control de su rival, mientras Trump exigía que se mantuvieran como en el primer debate contra Joe Biden, silenciados cuando el candidato no esté hablando.
La vicepresidenta nunca ha condicionado su asistencia al encuentro a que se acepten sus peticiones, por eso se da por hecho que en menos de dos semanas se enfrentará a su rival en horario de máxima audiencia. Será la primera oportunidad para que cerca de 240 millones de votantes estadounidenses escuchen las propuestas de ambos candidatos.
Los dos han puesto sobre la mesa suficientes ingredientes para que sea un encuentro, cuanto menos, emocionante. En el lado republicano, Donald Trump acaba de ser reacusado por su intento de anular los resultados de las elecciones del 2020. El fiscal especial, Jack Smith, ha reformulado su acusación inicial para ajustarla a la decisión del Supremo que, a principios de julio, dictó un fallo que otorgaba inmunidad a los presidentes durante actos oficiales. Smith ha reconducido su acusación para que Trump no pueda amparase en la protección que le otorga el gran Tribunal y ha eliminado de su escrito de acusación, por ejemplo, conversaciones que el exmandatario mantuvo con el exabogado del Departamento de Justicia, Jeffrey Clark, durante el asalto por considerarse oficiales.
El nuevo documento ha pasado de 45 a 36 páginas, y ahora ya no hay seis conspiradores, sino cinco, pero se mantienen los cuatro cargos contra el exmandatario, entre ellos el de conspiración para obstruir un procedimiento oficial. Esta misma semana, la Fiscalía también ha recurrido el archivo de la causa que Trump tiene pendiente en Florida, por el mal manejo de documentos clasificados.
Por su parte, los demócratas, que han pasado un verano de vértigo con la renuncia de su candidato estrella, presentan a una líder que tras más de un mes en el cargo todavía no ha concedido una entrevista a ningún medio de comunicación, ni se le ha visto debatir contra su rival. Para muchos estadounidenses, Harris sigue siendo un misterio, y la presión por parte del Partido Republicano para que se exponga a las preguntas de la prensa ha ido creciendo en los últimos días. «Está huyendo de los periodistas en lugar de enfrentarse a ellos y responder preguntas difíciles sobre su historial para dejar que el pueblo estadounidense sepa quién es», ha dicho el candidato vicepresidencial republicano, JD Vance. Parece que la cruzada de la oposición ha surtido efecto y hoy, por primera vez, la vicepresidenta y se compañero de fórmula, Tim Walz, se sentarán frente a la reconocida periodista estadounidense Dana Bash para ser entrevistados en la cadena CNN en horario de máxima audiencia. Hay una gran expectación en torno a este encuentro, el primero en los 38 días que la vicepresidenta lleva como candidata.
Lo bueno para los demócratas es que Harris llegará al debate con los bolsillos llenos. Su campaña ha anunciado que han conseguido recaudar más de 540 millones de dólares desde que Kamala llegó al equipo el 21 de julio y, según las encuestas realizadas por FiveThirtyEight, la demócrata le lleva una delantera a su rival de un 3,5% en los sondeos nacionales. Según la Comisión Federal Electoral, Trump recaudó solo 138.7 millones de dólares en julio, y su campaña aseguró que tenían 327 millones en efectivo disponibles a principios de agosto.
A pesar de que el exmandatario sigue contando con el apoyo de generosos donantes (aunque en menos cantidades que su contrincante), sus múltiples gastos legales le deben estar pasando factura porque acaba de anunciar que pone a la venta el traje que vistió cuando, según él, "noqueó" a Joe Biden en el escenario del primer debate presidencial. A modo de reliquia y como si de las ropas de un santo se tratara, el expresidente saca a la venta 2.024 piezas de su traje enmarcadas en tarjetas físicas coleccionables. Las mismas solo se pueden adquirir comprando al menos 15 tarjetas coleccionables digitales a modo de postal virtual con una imagen del presidente por 99 dólares (unos 89 euros). Es decir, quien quiera poseer una pieza de un centímetro del traje de Trump tendrá que hacer un desembolso inicial de 1,485 dólares. Para los fanáticos nivel superior también hay opciones. Con la compra de 75 tarjetas en una misma transacción, además se tendrá derecho a asistir como invitado del republicano a una cena de gala en el club de campo Júpiter en Florida, y si la compra asciende a 250 tarjetas, el invitado podrá incluso asistir con acompañante.